Descubriendo Estonia: Tallinn parte uno (2/3)
Como la comenté en la entrada de Parnü, la primera ciudad estona que visité al llegar al país, las expectativas que había creado en mi cabeza sobre Tallinn eran bastante elevadas.
Sí, la verdad es que antes de empezar este viaje tenía muchísimas ganas de llegar a Tallinn. Supongo que era porque todo el mundo me había hablado genial de esa ciudad, o quizás porque era la única de la que todo el mundo conocía al menos algo. Pero esa idea en mi cabeza cambió a medida que iba conociendo las sombras de Estonia, a medida que iba adentrándome en Lituania y Letonia.
Creo que los dos países anteriores me sorprendieron tanto gratamente porque apenas conocía nada sobre ellos, y cuánto más aprendía, más me costaba entender por qué el turismo español no estaba tan interesado en ellos como lo está en otros países europeos (aunque es cierto que cada vez se les da más importancia). Aunque supongo que esto es una de las cosas que hacen a Vilnius y a Riga tan acogedoras y atrayentes (al menos a mi parecer) el hecho de que no sean capitales tan turísticas como lo puede llegar a ser Tallinn en los meses de verano.
Por eso mismo esas altas expectativas que había creado sobre Tallinn empezaron a descender poco a poco. Porque durante el viaje no dejaban de comentarnos lo turística que se había vuelto esta ciudad, una ciudad que prácticamente vivía por y para el turismo. Y no es para menos teniendo en cuenta que en los meses de verano al menos dos o tres cruceros al día atracaban en su puerto para desgastar sus calles, hacer muchas fotos y comprar souvenirs. En definitiva, para ser turistas como lo íbamos a ser nosotros en poco tiempo.
Empecemos conociendo Tallinn un poco mejor
Tallinn es la ciudad más grande y con más población de toda Estonia, y está situada muy cerca del Golfo de Finlandia, a menos de cien kilómetros de la capital finesa. Lo más curioso de esta ciudad es que su nombre originalmente fue Reval, y se modificó cuando Estonia consiguió la independencia en el 1918.
La historia de Tallinn se divide en distintos periodos en función de quien hubiese conquistado la ciudad en cada momento. Los primeros fueron los daneses, en el siglo XIII, aunque su poder en la ciudad se vio irrumpido por las fuerzas alemanas de Livonia, y poco después por los daneses de nuevo después de que los livonios devolviesen la ciudad bajo el tratado de Stensby.
A ellos les siguieron el periodo alemán del siglo XIV, el periodo sueco y el periodo ruso. No fue hasta 1991 cuando, tras la caída del Muro de Berlín, Estonia se independizó de la Unión Soviética y pasó a convertirse en la nueva República de Estonia. Tras sus reformas y reconstrucciones, Tallinn, la capital estona, resurgió hasta que su casco antiguo fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Recorriendo el Casco Antiguo de Tallinn
Tallinn es una ciudad de cuento. Parece que sus calles sean el escenario de historias del medievo, de esas de caballeros, dragones y princesas. Una ciudad digna de cualquier episodio de Juego de Tronos, desde luego. Su casco histórico es pequeño y acogedor, y su ambiente es fantástico a cualquier hora, tanto por la mañana temprano, cuando la ciudad todavía se está despertando, como en las últimas horas del día, cuando solo quedan los últimos rezagados a la sombra de las luces que alumbran las callejuelas de la ciudad.
Dicen que esta ciudad es la reina de las capitales bálticas, y es que en cuanto atraviesas las dos torres de la famosa Puerta de Viru, las leyendas de esta ciudad te atrapan y te transportan a otro mundo. Está situada en la zona oriental de la ciudad, y era el punto de entrada y salida de la ciudad de Tallinn. Forman parte de la muralla más antigua de Tallinn, y fueron construidas durante el siglo XIV. Resulta extraño que sea una de las pocas cosas que todavía se conserva en buen estado en la ciudad. Esta puerta te invita a entrar en el casco antiguo de la ciudad, y a no perderte absolutamente nada de la zona antigua.
Nosotros nos alojábamos en el hotel con el mismo nombre que esta puerta, el Hotel Viru, que se encuentra a escasos metros de esta. La verdad es que era un lujazo mirar por la ventana y tener acceso directo al paseo hasta la puerta, lleno de puestos de flores, y a las torres iluminadas cuando llegaba la noche.
Pasear por el casco histórico te daba una paz increíble. Las casas parecían todas muy similares pero a la vez eran completamente distintas. Es prácticamente imposible encontrar dos casa iguales, y el abanico de colores convierte a esta ciudad en un escenario que parece irreal. Es en la calle principal en la que más se puede notar esto. Así que os recomiendo que caminéis con calma, observando el contraste entre los propios edificios y las tiendas que hay instaladas en ellos.
Prácticamente sin darte cuenta entre tanto que ver mires hacia donde mires, llegas a la Plaza del Ayutamiento, la Raekoja Plats. En esta plaza han transformado todas las casas típicas de colores en restaurantes y bares en los que mejor no parar a comer o tomar algo si no deseas arruinarte completamente. Es la plaza en la que más ambiente hay, sin importar la hora que sea.
El edificio más representativo de esta plaza es el del Ayutamiento o Tallinna Rackoda, que además es el único representante del estilo gótico que ha sobrevivido intacto en toda Europa. Alrededor del edificio, casi en el tejado, podemos observar las tuberías en forma de dragones que expulsan el agua de lluvia cuando se ha acumulado demasiada en el tejado.
Subir a la torre del edificio cuesta 3€. A mí esto me parecía un poco tontería y decidí no subir, puesto que Tallin es conocida por ser una ciudad llena de miradores maravillosos a lo largo de la zona alta del casco antiguo.
Cuando llegamos a Tallinn, después de nuestra visita por Parnü, ya era algo tarde, así que para que no nos pasase lo de siempre, decidimos buscar un sitio rápido para comer. Así acabamos en el III Draakon, un pub que encontramos buscando por tripadvisor como siempre, que se encuentra justo debajo del Ayuntamiento. Probablemente sea el único lugar de esa zona en el que merezca la pena comer, así que le dedicaré una entrada completa para quien quiera saber más de él.
Después de cenar dimos una vuelta corta por las calles de alrededor, pero ese día estábamos agotados, así que decidimos que la mejor opción era irnos al hotel y descansar un poco antes del día larguísimo que nos esperaba al día siguiente.
A las nueve de la mañana empezó nuestra visita por la ciudad. En autocar, subimos hasta el Gustav Ernesaks Memorial, construido para conmemorar al compositor estonio Gustav Ernesaks justo enfrente del auditorio y dentro de la gran explanada de conciertos del Festival de la Música. Este compositor desafió el sistema soviético dando pie a la revolución de la música de 1980, donde cantaron y pusieron canciones que hasta la fecha habían estado prohibidas.
Cuando llegamos el estadio estaba en obras, así que con los sonidos de la maquinaria pudimos comprobar la gran acústica que tiene el lugar, que debe ser perfecta para celebrar los espectáculos más grandes de Estonia.
Después de eso y antes de volver al casco histórico, hicimos una pequeña parada en lo que la guía llamó "el skyline" de la zona moderna de la ciudad de Tallin, donde se ve el mar, los rascacielos más altos (incluido nuestro hotel), las torres más altas del casco antiguo y, en este caso, los cruceros que ese día había llegado hasta el puerto.
Después de eso empezamos nuestra visita por el casco histórico en la ciudad alta de Tallinn, también llamada Toompea. Nuestra primera parada aquí fue La Torre de la Doncella o Maiden, que significa colina en estonio.
Este lugar ha sido utilizado con numerosos fines como prisión y viviendas particulares, pero hoy en un día es un museo. Además, desde aquí puedes recorrer las murallas de piedra con tejados de tejas de color rojizo.
Desde esta zona podemos entrar directamente en el Mirador de Patkuli, un lugar desde donde se puede contemplar la mayor parte de la ciudad de Tallinn a través de una vista panorámica increíble que te transporta a uno de esos cuentos de lo que hablaba al principio de esta entrada. Desde allí puedes observar los torreones, la torre de la Iglesia de San Olav y a lo lejos, el mar. Sin duda, unas vistas de película para una ciudad que también parece irreal.
Además, allí siempre te encuentras a músicos tocando y poniendo banda sonora a las vistas, gaviotas esperando impacientes a que les des algo de comer y alguna tienda de souvenirs por si quieres empezar la mañana comprando regalos (en algunas de estas tiendas de souvenirs tienen baños gratuitos, algo que es bastante complicado encontrar en cualquiera de las capitales bálticas, así que si tenéis que entrar, aprovechad allí).
En la zona alta de la ciudad también podemos encontrar la famosa Iglesia de San Olaf, una iglesia con un exterior muy austero y un interior curioso y diferentes a partes iguales. En la Edad Media este edificio era el más grande del mundo, con más de 159 metros de altura. Actualmente tan solo mide unos 124 metros, ya que la torre se quemó hasta ocho veces por los rayos de las tormentas.
Como curiosidad, si vais a esta plaza quizás veáis a una niña que toca el violín como los ángeles. Pues bien, la ley estona establece que solo está permitido que los niños toquen en la calle una hora al día, pero la madre de esta niña la tiene allí todo el día tocando a no ser que se presente la policía.
A pocos metros todavía en la zona alta de la ciudad nos encontramos con la Catedral Ortodoxa Alexander Nevski, famosa por llevar en pie desde la época en la que el Imperio Ruso se adentró en la ciudad. La verdad es que dentro de la ciudad de Tallinn, esta catedral es uno de los edificios que más contrastan con el resto, y es imposible no quedarte boquiabierta cuando pasas por delante y contemplas sus enormes cúpulas negras y sus color blanco perfecto.
Es siempre uno de los edificios preferidos de los turistas que visitan la ciudad de Tallinn, pero en cambio, se trata de un edificio que no fue demasiado querido por los ciudadanos estonios. Y es que el Imperio Ruso la construyó en lugar de una plaza, por lo que tras su independencia se ordenó una demolición que por suerte, nunca llegó.
A nosotros nos pilló en horario de misa. Los sacerdotes ortodoxos vestidos de amarillo, junto a ciudadanos devotos y un mar de turistas, recorrieron un pequeño camino hasta la iglesia cantando rezos. En el interior de la catedral está prohibido hacer fotografías porque en la entrada te venden libros llenos de imágenes de ella, así que no puedo enseñarla.
Además del mirador de Patkuli, en la zona alta de la ciudad hay por lo menos tres miradores más desde donde se pueden ver distintas zonas de la ciudad. Si os decidís a callejear probablemente acabéis conociendo todos o casi todos los que hay.
Muy cerca, justo en la cima de la colina de Toompea, se puede ver el Jardín del Rey de Dinamarca. Está llena de estatuas de monjes que dan al lugar un toque más misterioso. Dicen que los monjes llegaron a este lugar para rezar, así que hoy en día no podemos ver monjes, pero sí estatuas que los representan.
Después de ver la Catedral y pasar por el exterior del Museo de la Cultura de las Bebidas de Estonia (porque sí, este museo existe), bajamos por la famosa "Pikk Jalg" o Pierna Larga.
Es una calle de piedra preciosa con muchísimo encanto. Normalmente está llena de artistas que pintan acuarelas de zonas de la ciudad que después venden y de músicos tocando. Podría ser considerada sin problema la calle de los artistas.
Y ya en la zona baja de la ciudad de nuevo, llegamos hasta la Iglesia del Espíritu Santo, famosa por tener el reloj más antiguo de toda Estonia.
Esta iglesia se encuentra muy cerca de la plaza del Ayuntamiento. Como podéis apreciar, moverse por la ciudad de Tallinn parece algo complicado, pero sus calles, aunque lo parezcan, no son ningún laberinto. De hecho todo está muy cerca y con un mapa en la mano es bastante sencillo moverse.
Al lado también de la plaza nos encontramos la farmacia de Raeapteek, la que dicen que es la farmacia más antigua de toda Europa. Muchísimos turistas entran cada día para observar su interior, ya que su decoración sigue siendo la de hace siglos, y hay cosas curiosísimas.
Entre ellas, carteles en latín, botes con animales disecados, pócimas y utensilios de trabajo. No hay que olvidar que actualmente la farmacia sigue en funcionamiento, por lo que hay que ser cuidadoso y no molestar a los clientes que todavía compran allí.
Nuestra siguiente parada fue en el Paseo de la Historia, el llamado "Börsi Passage", que se encuentra al lado de la Iglesia del Espíritu Santo. Es una exhibición al aire libre en la que, a través de una línea de tiempo de placas en el suelo, se cuenta la historia de Estonia tanto en inglés como estonio. Una manera original de adentrarse en la historia de un país totalmente desconocido.
También pudimos pasear por el Pasaje de San Catalina, que se encuentra a escasos metros de la calle principal del casco antiguo. Es una de las calles que parecen más antiguas de toda la ciudad, compuesta por arcos y muros construidos de piedra desde el antiguo convento de los dominicos. Se trata de un rincón precioso para pasear, ya que en él se sitúan los principales comercios y talleres de artesanos.
Parte de una de las paredes del pasaje está formada de lápidas que se encontraban en el suelo de la Iglesia Catarina, de la que ya no se conserva apenas nada.
Nos acercamos también a la Plaza de la Libertad de Tallin. Esta plaza se encuentra fuera de las murallas que cierran el centro histórico de la ciudad, pero aun así está también muy cerca del resto de puntos de interés.
En ella se encuentra una cruz que conmemora el hecho más importante de la historia de Estonia: su independencia tras la Guerra de la Independencia que finalizó en el 1920. Esta cruz se ilumina por las noches, por lo que siempre es el centro de todas las miradas que llegan a esta plaza.
Y por último, también pudimos ver la Iglesia de San Nicolás, la famosa iglesia formada por dos edificios de colores amarillo y negro. Esta iglesia fue destruida durante la Segunda Guerra Mundial, por lo que solo se conserva parcialmente. Actualmente es un museo de arte y una sala de conciertos.
Y esto es todo lo que pudimos ver en el casco antiguo de la ciudad de Tallinn. También pasamos mucho tiempo callejeando y conociendo rincones de la ciudad preciosos. Ese es el mayor consejo para visitar la ciudad estona: andar mucho.
Pero Tallinn no es solo la ciudad antigua, sino que tiene otros barrios y otros rincones que también merece la pena visitar si tienes el tiempo suficiente para ello. Pero para que esta entrada no se haga muy larga, he decidido dividir mi visita por la ciudad de cuento en dos entradas distintas. Para conocer el resto de la ciudad tendréis que esperar a la próxima.
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