Con un semestre de retraso... ¡Más vale tarde que nunca!

Aunque lo he pensado muchas veces, nunca me había decidido a empezar un blog, más que nada por la gran cantidad de historias que una puede acabar contando; ¿por dónde empiezo? ¿de qué hablo? y lo más importante, ¿a quién le puede interesar?

A pesar de que escribo religiosamente un diario personal, con todas las aventuras y desventuras, nunca se me había ocurrido que parte de mis experiencias pudieran interesarle a los demás. En cualquier caso, espero que algo de lo que aquí escriba le pueda resultar a alguien útil, o al menos divertido.

Y así empezó la historia...

Tras acabar la licenciatura en traducción en la Universidad de Alicante en 2007, mi vida consistió básicamente en ir saltando de un lugar a otro, pasando por una serie de trabajos tan variopintos como: traductora en Alcoi, profesora de idiomas en Tallinn, intérprete de conferencias en Barcelona, guía turística en Egipto y Jordania... Ya en 2010, harta de tanto ir y venir, encontré un trabajo más o menos estable como intérprete de conferencias en Barcelona, pero como eso me dejaba con muchísimo tiempo libre, simultanear el trabajo con un Máster en Relaciones Internacionales en la UA, más que nada porque me gusta estudiar y saber un poco cómo funciona el mundo al margen de lo que vemos por la tele.

La idea era que este máster me abriera puertas para algún organismo internacional, pero la cosa no pintaba demasiado bien. Ya en una fase de desesperación, en diciembre de 2010, de pura casualidad, me enteré de este programa, Erasmus Mundus, y tras echar un vistazo a las distintas opciones, me decidí por este Máster en Migraciones y Relaciones Interculturales (EMMIR).

A parte del tema del máster, que me resultaba interesante, lo que me hizo solicitarlo fue el hecho de que se desarrollara en tres países distintos: Alemania, Noruega y un tercer país a elegir entre Sudán o Uganda. En mi caso, había estudiado alemán y árabe en mi licenciatura, de modo que lo veía como una oportunidad lingüística añadida.

Sin embargo, el tiempo pasaba, y no había noticias del programa. Y de repente un día, cuando ya lo daba todo por perdido, me llegó un correo donde me anunciaban que se me había concedido la beca. Si he de ser sincera, no me lo creía. No podía ser verdad; era demasiado bueno. Tanto fue así que lo primero que hice, antes de confirmar mi asistencia, fue preguntar a los responsables si TODO lo que decían que incluía el programa era verdad. Y así fue...

En septiembre de 2011 empecé mi primer cuatrimestre en Oldenburg, Alemania. He de confesar que ésta era mi primera experiencia Erasmus, pues hasta entonces todos los viajes y estancias en el extranjero los había hecho por cuenta propia; en otras palabras, peleándome con medio mundo para que las cosas fueran relativamente bien. En cambio aquí, todo parecía perfecto. Cuando llegué a Alemania, ya me habían buscado el alojamiento en una residencia de estudiantes, donde me esperaba una carpeta con un montón de información sobre las clases, la ciudad, descuentos... Aunque parezca ridículo; estaba tan contenta y me sentía tan afortunada que me puse a llorar a moco tendido como una tonta de la emoción.

El semestre en Alemania se pasó rapidísimo, y en menos que canta un gallo, ya era enero; hora de partir hacia Stavanger, Noruega, donde tiene lugar el segundo semestre.

Y aquí estoy, pasando frío, pero aprovechando cada segundo de esta experiencia...


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