VIAJE A SOFÍA

Publicado por flag-es Edurne Larrea — hace 4 años

Blog: VIAJE FEBRERO PARTE 1
Etiquetas: flag-bg Blog Erasmus Sofía, Sofía, Bulgaria

Si estás de erasmus en Alemania, lo más seguro es que encuentres ofertas de viajes asequibles al resto de Europa; en nuestro caso, encontramos billetes de vuelo bastante baratos para Sofía (Bulgaría) en febrero, así que decidimos cogerlos. Además, como cuatro días nos sabían a poco y teníamos vacaciones, decidimos alargar nuestro viaje y encontramos un vuelo de Sofía a Atenas bastante barato y no nos lo pensamos dos veces. De modo que acabamos organizando un viaje de unos nueve días en Bulgaría y Grecia.

Este blog lo dividiré en dos para que se entienda y organice mejor, de modo que en esta primera parte empezaré contando nuestras vivencias por Sofía, y en la segunda, Atenas y Tesalónica.

Primer día

El primer día llegamos a la tarde noche, sobre las siete de la tarde, con lo cual no teníamos la opción de visitar la ciudad; sin embargo, mis amigos y yo decidimos ir a tomarnos algo. No había muchos locales abiertos, pero preguntando por los bares de comida para llevar acabamos en un bar llamado “Amsterdam”. Era un bar bastante “cutre” pero acogedor y el chico de la barra era también bastante simpático. Probamos una marca de cerveza búlgara, y nos costó 3,50 levas (2 levas equivalen más o menos a 1 euro) y nos regalaron unos panecillos típicos.

Tengo que mencionar que en Sofía casi todos los locales tienen como un patio antes de llegar a la puerta, incluso nuestro hostal. Da un poco de miedo este tipo de organización terrenal, pero es lo normal, y una vez te acostumbras, no te da “mal rollo” entrar en ningún lado.

En lo que a nuestro hostal respecta, su nombre era Mostel Hostel y se encontraba bastante céntrico. Era un hostal bastante pequeñito, con unas seis habitaciones de ocho personas cada una. Los baños eran compartidos por todas las habitaciones y cada una de ellas poseía su propia ducha. Pagábamos unos 10€ la noche, incluidos el desayuno y la cena, por lo que el precio estaba más que bien. La gente del hostal era muy abierta, tanto los que atendían como los que se hospedaban y existía una gran variedad de nacionalidades. Yo recomiendo cien por cien este hostal, ya que es muy acogedor y económico, por no mencionar que se encontraba bastante céntrico.

Segundo día

Por la mañana, decidimos visitar el Museo de Historia Nacional de la ciudad; se situaba bastante apartado de lo que es el centro, así que tuvimos que cogernos un taxi.

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Para que sepáis, la compañía de taxis que debéis coger si estáis pensando en viajar a Sofía es OK taxi, ya que es la única que no os timará. Otra opción es concretar el precio con el taxista antes de realizar el viaje, o si no, lo más seguro es que os intente engañar. De hecho, a nosotros nos pasó que, al no haber ningún taxi de OK cerca, decidimos preguntar a un taxista que se encontraba por allí. Nos dijo un precio bastante elevado para lo que suele costar, y le dijimos que no; entonces este lo comentó en búlgaro con los demás conductores para que todos nos dijeran la misma cifra y al final tener que ir con uno de ellos. Sin embargo, estábamos tan mosqueados que decidimos cogernos el metro. El metro está bien también, pero no hay muchas líneas y a cuentas, os sale mucho más barato los taxis. También disponen de tranvías, pero están bastante anticuados (hay que tickar el ticket manualmente, no os digo más), por no mencionar que nada está en inglés y eso dificulta poder comprar los tickets.

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Esto es una realidad; y es que Bulgaría no está europeizada: nadie habla inglés, incluso los más jóvenes tampoco; aparte, la simpatía no es algo característico de los búlgaros, quienes tienden a contestar a los turistas de una manera bastante borde.

Volviendo al Museo de Historia Nacional, que ya me había ido por las ramas, no merece la pena visitarlo. El precio es simbólico, ya que los estudiantes pagaban una leva, unos cincuenta céntimos, por entrar (la visita guiada ronda los 15€). No obstante, el museo en sí no está nada bien explicado y es enorme, lo que dificulta poder seguirlo con facilidad. Además, literalmente, éramos los únicos visitantes del museo y eso tampoco es que dé comodidad. El museo en sí, muestra la historia más antigua del país, así como los trajes típicos.

Después de la visita al museo, aprovechamos para acercarnos a un restaurante típico búlgaro: MOMA. El restaurante estaba muy bien y la relación calidad-precio, ni te cuento. Este día tiramos la casa por la ventana y nos pedimos de todo ya que había que aprovechar el hecho de estar en un país con todo más barato. Nos pedimos para compartir un surtido de quesos búlgaros, dos ensaladas y dos raciones de patatas (una con cebolla y la otra de la casa). Después para comer entre cuatro, nos pedimos un surtido de carnes preparadas de manera típica; para beber, el camarero nos recomendó una cerveza típica: Ariana. De postre, yo me pedí un yogur de queso con mermelada y frutos del bosque. La verdad, es que estaba todo buenísimo y acabamos empachadísimos. Además, unos se pidieron un café típico del país, y allí la costumbre es servirlo con un vaso de agua de rosas. Me dieron de probar el agua de rosas, que yo nunca había probado, y la verdad que me sorprendió su sabor dulzón. Creo que la comida no nos salió ni a diez euros por persona, así que recomiendo este sitio al cien por cien.

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Por la tarde, decidimos tomarnos algo por la ciudad; un amigo nuestro ya había estado en la ciudad anteriormente y nos recomendó un sitio: el bar Friday. Había bastante gente y el ambiente estaba muy guay, aunque la música era casi toda en búlgaro (es lo que tiene).

Tercer día

Decidimos hacer el Free Tour este día porque era el único día que se hacía en español y no queríamos prestar demasiada atención en inglés. Empezamos a las once en el Palacio de Justicia, y seguimos con la iglesia ortodoxa Sveta Nedelya.

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Aquí nos comentó un poco la historia del país, a qué reinos perteneció y cómo logró su independencia. Más tarde nos movimos para poder ver la Estatua de Sofía. Nos explicó que el Gobierno la había colocado como una muestra de gratitud hacia la mujer (creían que gracias a ella la ciudad se llamaba así). Pero lo cierto es que el nombre de la ciudad viene de la Iglesia de Hagia Sofía, y es por eso que el Gobierno ofreció a los habitantes decidir si la estatua se quedaba o volvían a colocar la de Lenin. Al final, se quedaron con la de la mujer porque consideraban que era más bonita.

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En el mismo lugar, nos enseñó el escudo de armas, y nos contó que el león es un símbolo de la ciudad que se puede ver en distintos lugares (en forma de escultura, pinturas etc. ). Y no es porque allí haya muchos leones, sino más bien porque el león representa a un animal fuerte y al final Bulgaria es un país que ha sufrido muchas guerras y aun así sigue en pie como país propio. Caminamos hacia unas ruinas donde se encontraba la Iglesia de St Petka. Esta iglesia se construyó sobre una cripta de la época romana, ya que debían construirla en un lugar sagrado, y como no sabían dónde podían encontrar uno, decidieron construirla encima de esta cripta. Sin embargo, la iglesia no sigue un horario fijo, así que es posible que aunque vayas a una hora estándar, la encuentres cerrada.

Después nos dirigimos a la plaza Largo, una plaza donde se encuentran tres edificios estalinistas: la actual Asamblea Nacional (antigua sede del partido comunista búlgaro), el Consejo de Ministros y la oficina del presidente. Allí es donde vimos el cambio de guardia. Lo curioso es que aparte de los dos guardias de fuera se encontraban otros dos dentro del edificio protegiendo la bandera búlgara, ya que, como nos explicó la guía, se dice que mientras la bandera de Bulgaria se mantenga de pie, el país será libre. Uno de los símbolos comunistas más famosos se encontraba encima de la antigua sede del partido comunista. Esta estrella, roja en su totalidad, se situaba en la cima del edificio sobre un mástil. La gente pensaba que estaba hecha de rubí, que era bastante caro, pero finalmente se descubrió que simplemente estaba hecha de vidrio rojo. Al final, se retiró con un helicóptero y hoy en día se encuentra la bandera del país.

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Nos desplazamos hasta la mezquita de Banya Bashi; he de decir que desde fuera no parece gran cosa pero el interior merece mucho la pena. Como cualquier otra mezquita, es necesario descalzarse y cubrirse el pelo para poder entrar dentro.

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Seguimos con la Sinagoga de Sofía, pero desafortunadamente, como estaban renovando algo en el interior, no pudimos entrar y solo la pudimos observar desde fuera donde no se veía mucho. Caminamos hasta los antiguos baños de Sofía, lo que hoy forma un museo.

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Después, nos llevaron a las aguas minerales de la ciudad, unas fuentes que dan agua mineral y donde los ciudadanos van con sus garrafas a rellenar el agua (ellos creen que esta agua tiene propiedades curativas y preventivas).

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Más tarde vimos la Iglesia de Sveti Georgi, que se encuentra junto a los restos romanos de la ciudad de Serdica. La guía nos comentó que este es el lugar que escogen muchas parejas para hacerse las fotos nupciales.

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A continuación nos dirigimos a ver el Teatro Nacional Ivan Vazov, el teatro más antiguo del país y después a la Galería Nacional, antiguo Palacio Real. Hoy en día, sin embargo, alberga exhibiciones de arte.

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Entramos dentro de la Iglesia Rusa y más tarde vimos desde fuera a la Basílica de Santa Sofía, la cual estaba hecha de ladrillos, algo que no me agradó mucho.

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Finalmente, al lado, nos encontramos con la Catedral de Alexander Nevski, la catedral más famosa de Sofía. Personalmente, fue la parte que más me gustó de la ciudad.

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Para comer nos apetecía algo oriental, así que acabamos comiendo en un tailandés de la zona; tocamos como a seis euros por cabeza, así que estaba también muy bien de precio. Después de la comida, nos fuimos a tomar algo a Dada, un bar en el que nos hacían descuento con unas tarjetas que nos había dado la guía del tour. Para acabar el día, hicimos un Pub Crawl, que para los que no sepáis qué es, es un tour de bares en donde gente conocedora de la ciudad te va enseñando distintos bares y pubs. Pagamos unos 14 euros cada uno y te incluía una consumición en cada local: desde una cerveza hasta un chupito típico. En general me gustó, pero solo te merece la pena si no conoces sitios a los que ir, si no, yo recomendaría ir por tu cuenta.

Cuarto día

Este día cogíamos el avión a Atenas por la tarde, por lo que la mañana podíamos aprovecharla. Decidimos ir al Museo de Arte Comunista, de nuevo casi vacío. Este museo se encuentra al aire libre aunque tiene instalaciones dentro también.

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Alberga estatuas y arte del periodo comunista del país (como por ejemplo, las ya mencionadas estrella roja o la estatua de Lenin), así como una sala donde explican cómo era la vida en este periodo. Costaba cuatro levas (dos euros), pero a mí no me pareció gran cosa, ya que no había nada explicado al lado de cada muestra de arte.

En general Sofía me defraudó un poco; lo que hay para visitar está bien y es muy bonito, pero la ciudad en sí es muy pobre y a partir de cierta hora ya no hay nadie por la calle. La gente no habla inglés y en general es borde, lo que tampoco ayuda a que te atraiga la ciudad. ¿La recomendaría? Pues la verdad es que no lo sé; a algunos de mis amigos sí que les gustó, pero en lo que a mí respecta, no es una ciudad que volvería a visitar.

Espero que os haya servido de ayuda esta mini guía y, ¡que sigáis con la parte 2!


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