Mi Experiencia Erasmus
Todo comenzó…
12/02/2017. Llamada entrante de uno de mis mejores amigos y compañeros de clase (Jon Ander) gritándome “¡David, abre el correo electrónico ahora mismo!”. Acaté la orden sin rechistar y fue en ese momento, ese click, donde no se me salió el corazón por la boca de milagro; “Solicitud Erasmus aceptada, te vas a Rumania un curso completo con tu compañero”. Como podréis imaginar mi reacción fue un grito que alarmó y asustó a mi madre.
La fecha del comienzo del viaje se acercaba sigilosa, haciendo que en mi subconsciente comenzaran a florecer todo tipo de sensaciones, dudas, emociones y miedos, muchos miedos; los cuales, permíteme decirte, se superan y te hacen crecer como persona.
Primera vez que me separaba de mi familia tan largo tiempo, añadiendo que me iba a estudiar a un país desconocido, no demasiado famoso por su turismo y si por su riqueza en cobre, Rumania. Me rodeaba una incertidumbre e ignorancia sobre mi nuevo destino que incluso me hizo plantearme el irme o no, pero como siempre me digo para mis adentros, enfréntate a tus miedos o acabaran contigo, así que decidí.
El Comienzo...
27/09/2017, día del vuelo y día lleno de emociones, tristeza, lloros incesantes… En mi querida y añorada Vitoria me separé de mi familia, de mis amigos, de mi vida entera; sintiendo sensaciones nuevas para mí, una mezcla de excitación y malestar, de incertidumbre e inquietud que me tenían la cabeza más loca que nunca.
Aquel día volamos a través de Europa con el objetivo de aterrizar en uno de los países del este menos conocidos para el turismo europeo. Desconocía por completo lo que me esperaba allí, la gente, el idioma, una ciudad humilde pero preciosa a mi parecer, llamada Sibiu y situada en el mismo centro del país.
Aterrizamos y mi buddy (persona perteneciente a la ESN que te recibe y te ayuda durante todo el año) nos estaba esperando con el coche para darnos la bienvenida y acercarnos a la residencia donde íbamos a vivir todo el año. Llegamos, subimos el ascensor y para nuestra completa sorpresa nos recibe un grupo de personas de diversos lugares del mundo, totalmente ebrios y ebrias, dándonos una calurosa bienvenida y obligándonos a dejar las maletas en las habitaciones para salir de fiesta y conocer la noche rumana. Como no, no opusimos resistencia alguna.
La primera semana fue un no parar. Terminaron de llegar los últimos estudiantes y comenzamos a crear vínculos que nunca jamás caerán en el olvido. Recuerdo la primera lección que mi viaje me hizo aprender gracias a mis hermanos los turcos; nunca prejuzgues a las personas.
Antes del viaje observé en un documento las diferentes nacionalidades de los estudiantes que iban a ir a Sibiu, y siendo sincero me decepcioné un poco con el infinito número de turcos que había. Mi ignorancia sobre Turquía y su gente era elevada, y eso me hizo concluir que por temas de religión y costumbres no iba a ser la gente más fiestera y divertida del mundo. Prejuzgué y la vida me dio una lección cuando descubrí y conocí a aquella gente. Generosos hasta el grado de ofrecerte entero su plato de comida, aunque tú ya hubieses comido antes; divertidos con sus gestos y sus acentos en español; fiesteros y bebedores como el que más; y con un corazón enorme que hizo que me enamorase de cada uno de ellos.
En mi primer semestre éramos diez españoles y creamos una pequeña familia. Quieras o no el idioma une muchísimo, pero eso no hizo que no nos relacionásemos con el resto de estudiantes erasmus y rumanos, al contrario, me encantaba estar con el resto y aprender de ellos.
Pasaron pocas semanas y nosotros ya estábamos planeando el primero de todos los viajes que hicimos. Prefiero no enrollarme narrando cada país, ciudad y lugares en los que hemos estado, pero si te importan poco los destinos a los que viajar siempre te fijarás primero en el precio del vuelo antes que hacia dónde volar. Esto nos permitió viajar por más de media Europa y por prácticamente toda Rumania, conociendo costumbres, historias, nightlife (tema en el que profundizaremos después), y nueva comida, mucha comida. Noches enteras en aeropuertos, estaciones de tren sacadas de películas de terror, infinitas horas en autobús…no fuimos demasiado exquisitos al escoger donde dormir, pero sin duda los hostales fueron donde más noches nos hospedamos. Supimos organizarnos bastante bien, viajando barato, pero sin privarnos de nada, ya fuese en avión, en autobús o en tren.
Os dejo algunos de los consejos que están en mi mano compartir respecto a como aprovechar estos viajes, aunque todo depende del tipo de viaje que se planee; si decides “ver piedras” como le denominábamos nosotros a visitar las ciudades de día, la mejor opción será acudir a los “Free Tours”. Para el que no lo sepa estas visitas guiadas te ofrecen la posibilidad de ver la mayoría de los lugares más emblemáticos de las ciudades, añadiéndole algo de historia por parte de los guías, lo cual hace bastante completa la visita. Al finalizar el trayecto estará en tu mano ofrecer la voluntad a los guías, dándoles más o menos dinero según tu propia evaluación sobre su trabajo realizado. Debo aceptar que alguna vez se hace un poco cansado según la ciudad que estés visitando, por lo que antes del viaje se puede planear una guía personal y hacer la visita por tu cuenta.
En cambio, si prefieres la vida nocturna no tienes más que preguntar en el hostal/apartamento en el que resides sobre los mejores clubs y pubs de la ciudad. Permíteme añadir que, personalmente, la mejor fiesta se encuentra en los países de Europa del este. Lo que más me atrajo fue que puedes encontrar ambientes nocturnos de todo tipo, grupos de música en la calle, terrazas con música en las que tomarte varias copas, enormes discotecas en las que si te pierdes tienes un problema…una mezcla perfecta en la que vivir noches inolvidables.
Otro consejo que puedo dar acerca de los viajes es no dormir demasiado. Hay que aprovechar cada minuto, intentar ver lo máximo posible, aunque estés cansado disfruta de cada nuevo lugar y de la compañía de tus amigos y empápate de la cultura y costumbres de cada país, ya tendrás tiempo para dormir.
Resumiendo, viaja lo máximo posible, Europa tiene buenísimos precios para ello, y ser estudiante extranjero te permite acceder a infinidad de descuentos que no se deben desperdiciar.
Como no, las clases habían comenzado y nos tuvimos que obligar a asistir a ellas, conocer a los nuevos profesores e intentar predecir el grado de exigencia que nos iba a ser impuesto, que entre tu y yo, no fue demasiado elevado. Con ello no quiero decir que en todos los destinos erasmus sea fácil aprobar; existen destinos con mayor nivel educativo que en España en los que te van a exigir más que en tu universidad de origen y otros países en los que no se invierte demasiado en educación y el nivel es más bajo.
Personalmente yo tuve suerte pues todas las asignaturas a las que asistí se impartían en ingles y no tuve mayor problema para sacarlas adelante, a diferencia de otros compañeros erasmus a los que les impartían las clases en rumano y no se enteraban de nada.
Pero basta ya de estudios y asignaturas, hablemos del tema que a cualquier persona se le viene primero a la mente cuando escucha la palabra “Erasmus”, la fiesta. En cada país y en cada ciudad la vida nocturna es diferente, pero esa esencia que se respira en las fiestas erasmus es única e inconfundible. Estar bebiendo antes de salir rodeado de 25 personas en una misma habitación y escuchando más de 5 idiomas diferentes (algunos ya inventados gracias al exceso del alcohol), no tiene precio. Ya sea en tu ciudad erasmus, en otro país o lugar, cada noche te regalará detalles que la diferencie del resto, es increíble.
Por supuesto no estoy desvalorizando las noches y las fiestas de mi ciudad de origen, por que compartir las fiestas con tus amigos de toda la vida no tiene precio, pero hazme caso cuando te digo que las noches erasmus son irrepetibles e inolvidables, ya sea en un club nocturno, en un chalet con piscina, en un barco en medio del Danubio, en el pub mas cochambroso de la ciudad o en la propia residencia de estudiantes; el lugar no ocupa demasiada importancia y nadie necesita excusas para salir y divertirse.
En Sibiu teníamos varios clubs, testigos mudos de todo tipo de cosas, y cuando digo todo, es todo. Nos han visto alegres, tristes, ebrios, muy ebrios, han sido testigos de corazones partidos, de secretos y momentos inconfesables, de algún que otro guantazo, de infinitos intentos de conquista con y sin éxito (debo mencionar la habilidad de los turcos para este tema)…en resumen, muchas de las mejores experiencias nacieron en estos clubs, los cuales han sido nuestro segundo hogar a lo largo de toda nuestra estancia.
Aunque cueste creerlo no todo se resumía en la fiesta. Las innumerables conversaciones entre café y cerveza que teníamos entre los erasmus es una de las cosas que mas se echan de menos. Ya fuera sobre deporte, política, vivencias del día a día, temas personales, recuerdos de la noche anterior…; en el fondo el contenido no tenía demasiada importancia, lo que de verdad se valoraba era la compañía y la atmosfera que se generaba, la que se encargaba de que siempre pensara, “Joder, que bien me siento y que feliz estoy”.
Pero como ya os he comentado al comienzo no todo es de color de rosa. Aunque la mayor parte del tiempo sea de dicho color, también existen momentos duros y malos en los que debes ser fuerte tú mismo (ya sea por enfermedad, por malas noticias, por sustos que te da la vida…). Aunque estés rodeado de gente que te quiere y te cuida, alguna vez te sentirás solo, y será en esos momentos cuando de verdad te des cuenta de lo que eres capaz sin la ayuda de nadie. Y si, esos baches se superan, se aprende de ellos y te hacen mas fuerte y seguro que nunca. Debes aceptarlos, respirar y confiar.
Y permíteme decirte que el primer obstáculo que se te mostrará será el propio miedo de irte de erasmus, que, por lo tanto, cuando llegue el segundo, lo arrollarás sin problema gracias a la experiencia que te dió vencer al primero. Es un ciclo.
Si tienes suerte durante tu estancia recibirás visitas ya sea de tus familiares, amigos, o parejas sentimentales. Personalmente tuve la suerte de recibir visitas de los dos primeros grupos que acabo de mencionar; mi familia y mis amigos. Creedme cuando os digo que la sensación de recorrer con tu familia más cercana las calles en las que has vivido todo un año e infinidad de experiencias, es increíble. El único objetivo es que disfruten lo máximo posible e intentar mostrarles el país y los lugares que has visitado.
Para mi buena fortuna recibí a mis amigos en dos ocasiones, y como podréis imaginar vivieron más de noche que de día, aunque me sorprendieron gratamente cuando me pidieron que les enseñará lugares bonitos de Rumania, por lo que dormimos bastante poco aquellos días. Les agradezco enormemente su visita. Compartir todo lo vivido con las personas que mas te importan y conseguir que disfruten de ello, es plenamente satisfactorio.
Existe una generalizada idea sobre el erasmus referido a los kilos que se cogen por los malos hábitos durante la estancia; tiene parte de razón. El periodo erasmus no te permite continuar con los buenos hábitos a los que uno esta acostumbrado en su país de origen; varios días de fiesta a la semana con su correspondiente alcohol sumándole las comidas post-fiesta, las innumerables cenas internacionales cocinadas ya sea por turcos, franceses, italianos, egipcios, griegos…a las que por supuesto no tienes ni la mínima posibilidad de negarte y te introducen la comida por las orejas (todo buenísimo por cierto); en los viajes, por ejemplo, no se suele tener tiempo para cocinar por lo que te dejas el dinero en las grandes cadenas de comida rápida, y un sinfín de “malos” hábitos que debes aceptar y disfrutar si quieres aprovechar y saborear cada momento.
Inevitablemente el tema del aumento de kilos tiene una estrechísima relación con el deporte. Yo personalmente en Vitoria no vivía un solo día sin hacer deporte, ya fuera gimnasio, baloncesto con los amigos, salir a correr…etc. Si eres una persona deportista por naturaleza, una vez que comienza tu etapa erasmus te plantearás algún intento de “rutina” activa la cual tendrá una esperanza de vida de las dos primeras semanas aproximadamente. Lógicamente ocurre esto cuando antepones el hecho de disfrutar tu estancia al máximo frente a llevar una vida más sana como hacías anteriormente. Psicológicamente pueden crearse batallas internas en tu cabeza, pero si eres una persona vividora escogerás la primera opción. Con esto no quiero dar a entender que el deporte desaparezca, ni mucho menos; solo hay que encontrar una manera de conseguir un equilibrio y disfrutar de ambas.
En cambio, si resultas ser una persona no demasiado activa en el mundo del deporte, no tienes mucho por lo que preocuparte, seguirás así durante tu “larga” vida erasmus.
27/06/2018
Última semana del Erasmus. Fueron días en los que mi mente no era consciente de que todo acababa, aunque si que es cierto que tenia el corazón partido en dos. El primer lado comenzaba a pensar en la vuelta, en Vitoria, y en toda la gente que deje allí; el segundo, en cambio, se mantuvo en el presente, en Sibiu, sin querer creerse que me encontraba en el final del camino. Como supondréis la ultima noche se tiñó de lagrimas y abrazos, pero no eran llantos de tristeza, sino de orgullo y felicidad por despedir a la gente que me había hecho feliz y que sabía que volvería a ver, eso seguro.
Las experiencias más bonitas que me ha regalado el erasmus han sido todas aquellas que me han hecho ser feliz y aprender cosas nuevas. Te hacen crecer como persona, te dan la oportunidad de darte cuenta de lo que eres capaz y te abren la mente de una manera extrema. De todo esto me llevo a las personas que he conocido y que actualmente considero parte de mi vida y de mi recuerdo, me llevo historias que jamás dejaré en el olvido, lecciones y enseñanzas que la vida te impone sin previo aviso y un sinfín de recuerdos acompañados de una nostalgia con sabor dulce.
David González de San Román Abad.
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Comentarios (2 comentarios)
Adriana Márquez Nieto hace 5 años
Hola! Me llamo Adriana, y en febrero de 2020 me voy de Erasmus a Sibiu con más compañeras de clase. Nos ha encantado tu historia y nos gustaría saber a que residencia fuiste.
Un saludo desde Mallorca!!
David González De San Román hace 5 años
Buenas Adriana! Siento la tardanza de la respuesta. Nosotros nos alojamos en el Caminul 3, una residencia de estudiantes a 5 minutos del centro. Pero no te preocupes, la universidad de Sibiu se encarga de ponerse en contacto con los futuros Erasmus y les ofrece alojamiento. A disfrutar de la experiencia!