Viajando solo a Sevilla

Publicado por flag-es Héctor Vera — hace 7 años

Blog: La importancia del camino
Etiquetas: flag-es Blog Erasmus Sevilla, Sevilla, España

Cuando viajé a Sevilla por primera vez lo hice siendo algo más joven de lo que soy ahora. Si bien es cierto que actualmente tengo 21 años y que por aquel entonces tenía 18 puede parecer que la diferencia de edad no es tanta. Pero, a decir verdad, hasta ese viaje a Sevilla mi otro mayor viaje que había hecho por mi cuenta fue a Roma, con 16 años, por lo que en lo que a organizar viajes respecta era bastante novato.

Hoy en día me sorprende ver cómo he cambiado y al mismo tiempo como me doy cuenta de que tuve bastantes buenas ideas a la hora de organizar viajes en solitario se refiere, ya que, este viaje a Sevilla fue la primera vez en mi vida que viaje completamente solo a una ciudad desconocida.

Yo acababa de terminar el curso en el instituto, y una de las cosas que me apetecían después de todo el estrés que había sufrido durante el curso era hacer un viaje por mi cuenta. Y al final, decidí ir a Sevilla ya que era un lugar que me apetecía mucho descubrir desde hacía bastante tiempo.

Cómo llegar desde Madrid

Sevilla es una ciudad que se encuentra perfectamente conectada con muchas partes de toda España.

Cuando realicé este viaje no conocía en profundidad páginas web como BlaBlaCar o Amovens. Además no me atrevía del todo aún en ese momento a montarme en el coche de unos desconocidos, cosa que con el tiempo aprendí que era una de las cosas más maravillosas para viajar ya sea solo o en compañía.

Por lo tanto, me decidí por la forma más rápida y cómoda de viajar hasta Sevilla desde Madrid, lo cual es la conexión directa en tren AVE. Como un verdadero señor. Pero aunque parezca que esta opción puede ser muy cara, la verdad es que si se decide coger los billetes en horarios algo “extremos”, la verdad es que no acaba de salir del todo caro. En mi caso, por ejemplo, compré el billete de ida a las 7 de la mañana, y dos días después compré el billete de vuelta a las 9 horas de la mañana también.

El total me salió por aproximadamente 70 euros, lo cual no está del todo mal teniendo en cuenta que el viaje en coche o en autobús de ida y vuelta desde Madrid no es mucho más barato. Además, el hecho de estar allí en una hora y media es un plus que evidentemente se paga.

Hoy en día tengo entendido que el precio de los billetes AVE ha bajado bastante con respecto a la época en la que yo viaje. Además hay bastantes más descuentos para los viajeros habituales. Todo es cuestión de informarse.

Primeros pasos por Sevilla

Llegue a la ciudad muy pronto, se me pasó el viaje en tren volando. Muy cómodo y apenas había gente en el vagón en el que estaba, por lo que prácticamente era como si estuviese viajando solo.

Había que bajarse en la última parada de todas, por lo que no cabía lugar para perderse la verdad. La estación de Sevilla se llama Sevilla-Santa Justa, y al fin y al cabo, en cuanto a configuración, no es mucho más distinta de lo que es la estación de Atocha. Más pequeña, eso sí.

Al salir de la estación, como era muy pronto y no podía entrar en el hostal en el que había reservado hasta las 11 de la mañana, decidí ir desde la estación de Santa Justa hasta el centro de Sevilla andando. Fue una distancia que infravaloré bastante, porque en mapa parece que andando en 20 minutos puedes llegar, pero la realidad está bastante alejada.

En llegar hasta lo que es ya el centro de Sevilla tardé aproximadamente 40 minutos, y hasta llegar a la dirección de mi hostal tardé 20 minutos más. Esto me dejó con un par de horas muertas sin nada que hacer, por lo que me acerqué a un bar cualquiera y tomé un café con tostadas de desayuno.

Poco después ya sí fui para hacer el check in en el hostal. Era un hostal realmente barato, se llama Trotamundos Hostel y se encuentra justo en el centro de la ciudad. La habitación me costó 9 euros la noche en un cuarto compartido con 6 camas más. me llevaron a mi habitación, donde aún estaban durmiendo las personas que estaban allí ya alojadas. Pude ver que había tres camas ocupadas. Dos de ellas por dos chicas alemanas que conocí después y otra por una chica japonesa.

Como no tenía sueño ni estaba cansado en ese momento, fui a dar una vuelta por la ciudad. Tenía claro que no iba a hacer lo típico que se hace como turista visitando una ciudad, y esto es pagar por ver monumentos y hacer colas para entrar en sitios donde realmente no te interesa estar. Simplemente quería pasear y relajarme por mi cuenta mientras descubría la ciudad.

Era ya mediodía. Viajé a finales de junio, por lo que el calor se empezaba a notar muchísimo. He de decir que fue bastante pronto cuando descubrí que Sevilla no es una ciudad para visitar durante los meses de verano. La época perfecta seguramente sea la primavera.

Cabe decir que la configuración de la ciudad es super sencilla para cualquier turista, porque la mayoría de lugares de importancia transcurren a lo largo de la arteria principal de la ciudad, la cual es la avenida de la Constitución, un larguísimo paseo peatonal que transcurre por todo el centro de la ciudad. Aunque bueno, no es del todo peatonal porque se comparte el recorrido con el tranvía de la ciudad.

Lo primero que hice fue bajar por esta avenida peatonal hasta llegar hasta La Giralda, el primer monumento que vi a lo lejos mientras iba andando desde la estación hacia el centro y por tanto el primero que iba a ver de cerca.

Lo primero que me llamó la atención es que es un monumento que me esperaba que fuese algo más alto, pero no por ello deja de ser bastante espectacular. Vi que se podía subir hasta arriba para ver la ciudad desde lo alto, pero había que pagar bastante (al menos para el dinero que tenía) y no me apetecía absolutamente nada hacer la cola bajo todo el sol sevillano de verano. Al menos vi que se podía entrar a cierta parte de la catedral de Sevilla gratis y sin tener que hacer cola, por lo que esto es algo que reservé para más adelante, ya que aún me quedaba otro día entero.

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Tamién en ese momento vi por fuera la Casa de Indias, un sitio que me interesaba especialmente y que quería visitar, pero en ese momento tenía mucha hambre por lo que fui directo a buscar por algún lugar algún McDonald's o cualquier restaurante de comida rápida parecido.

Después de comer me volví hacia mi habitación en el hostal para descansar un poco, ya que madrugar, quieras que no, tarde o temprano se acaba pagando. Además no solo por eso, también hay que tener en cuenta que las horas de más calor en Sevilla son las horas de después de comer. De aquí viene la tradición tan española de echarse la siesta después de comer, y es que es practicamente imposible hacer vida en la ciudad a estas horas. Solo hay que darse una pequeña vuelta para comprobar que no se puede ver practicamente a nadie a estas horas.

En el hostal conocí a las chicas alemanas con las que compartía habitación, las cuales eran dos chicas que estaban haciendo un erasmus en Barcelona y estaban yendo de viaje por el sur de España. Había también en la habitación una chica coreana del sur, con la cual estuvimos todos hablando un rato. Después de entablar algo de amistad con ellas, me ofrecieron ir a dar una vuelta a un mercadillo que se encontraba justo al lado del hostal donde nos alojábamos. Este era el típico mercadillo de productos artesanales, lo estuvimos mirando un rato. Después ellas siguieron de compra por las tiendas (les debe de flipar el precio de las cosas aquí) y yo seguí descubriendo un poco más de la ciudad.

El resto del día lo tome bastante tranquilo. Estuve bastante rato leyendo un libro a la sombre y después me fui a realizar dos de las visitas imprescindibles de cualquier personas que viaje a Sevilla: la Plaza de España y el Alcázar de Sevilla.

De esto me gustó sobre todo la Plaza de España. Me sorprendió por ser un sitio muy agradable y amplio donde poder huir un poco del gentío de turistas que suele haber por el centro. Al ser una plaza abierta hace muchísimo calor, ya que le está pegando el sol constantemente. Aun así merece mucho la pena ir recorriéndola fijándose en los detalles que tiene en cada parta (hay un pequeño mapa dedicado a cada una de las provincias de España).

Después seguí paseando por esta zona que está llena de jardínes y descubriendo pequeños lugares, como la estatua dedicada a Bécquer que hay construida por la zona cercana a la Plaza de España. Es un sitio muy agradable, la única pega que le pondría es que, debido a los carros tirados por caballos que recorren la ciudad para los turistas, todo huele un poco a caca de caballo. No es algo insoportable, pero si se nota de vez en cuando y no es agradable.

De vuelta pasé por delante de la fachada de la Universidad de Sevilla, una fachada muy parecida a la de la universidad de la ciudad en la que yo vivo, la de Alcalá de Henares, y es que son de época y estilos muy parecidos. Aquí, como edificio público que es, se puede pasar de forma gratuita para visitar un poco por encima la instalaciones de un edificio educativo histórico.

Último y tranquilo día

Al día siguiente, las amigas alemanas que había hecho en el hostal se fueron esa mañana. En su lugar vino una pareja de una nacionalidad que no conseguí descubrir, con los que no llegué a entablar amistad.

El día lo dediqué a visitar las cosas que me había quedado con ganas de visitar por dentro en el día interior, las cuales fueron el interior de la Catedral de Sevilla y la Casa de Indias. Como he dicho, no quería gastar demasiado tiempo ni dinero, por lo que lo que quería ante todo es hacer un viaje ameno y relajado.

Después, otra de las visitas que hice fue la de ir a ver la famosa estructura de madera que se encontraba algo más alejada de mi hostal. Esta estructura presume de ser la estructura de madera más grande del mundo y, aunque desentona bastante con la estética de la ciudad en general, es bastante impresionante y guay.

El resto del día, con la parada para comer, claro, lo dediqué a pasear por la orilla del río Guadalquivir mientras veía cada uno de los puentes que cruzan la ciudad, entre ellos el emblemático puente de Triana. Por el río estuve practicamente toda la tarde, donde me senté a leer también un buen rato hasta que practicamente calló el sol.

Después, me fui a un bar de tapas, ya que estando en Sevilla quería probar como eran las tapas de la ciudad. Además, esa misma noche fue la final de la Copa Confederaciones, la cual se jugaba entre España y Brasil y que por desgracia perdimos.

Después, antes de irme al hostal para dormir y madrugar para coger por la mañana el AVE a Madrid, dí una última vuelta por la ciudad para ver cómo lucía la Giralda de noche. Y la verdad, Sevilla es una ciudad que por la noche se ve mucho más bonita que durante el día.


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