Vuelta a San Francisco, Road Trip

Pasamos todo el día en el pueblucho ese perreando y descansando los músculos de las pateadas de Yosemite del día entrior y la casi escalada a Vernal Fall. Una vez comimos un típico sandwich-hamburguesa de la zona, cogimos la Central Yosemite Highway rumbo oeste a San Francisco. Muy genial. Ahora, el camino era largo eh. Era largo.

Estamos hablando de casi cuatrocientos kilómetros del tirón. Que diréis, pues vaya un viaje si de Valencia a Madrid hay lo mismo... Ya, pero no. Una cosa es una cómoda autovía y otra cosa es pasar tres o cuatro horas para hacer cien kilómetros entre bosque, con curvas, subidas de montaña, bajadas y si hubiera alguna otra dirección también estaría allí. Creo que se rompió el espacio en tres dimensiones como lo conocemos bajando alguna montaña dentro de Yosemite. Porque según mi compi en ningún momento nos estábamos perdiendo. O eran atajos o eran rutas alternativas porque eran "más bonitas" que las otras jajaja

El caso es que después de estar unas cuantas generosas horas para salir de Yosemite conseguimos coger ya una carretera decente y después de pasar el Catheys Valley Park hicimos de esas rectas eternas con nada a los lados que salen en las típicas películas americanas de road trips. Daban ganas de ponerse allí a trescientos kilómetros por hora. Pero obviamente no lo hicimos. Ni a doscientos, a ver quién va a estar leyendo esto.

El caso es que la Central Yosemite Highway es larga de narices, pero una vez termina debéis seguir por la California State Route 140, qué bien suenan por allí las carreteras, me encanta. De hecho por aquella nos encontramos un espectáculo visual generoso, una especie de exhibición de globos aerostáticos, o competición, o carrera a ver quién llegaba antes al solo vaya usted a saber. Eran un montón, anque en las fotos que hicimos desde el coche apenas se ven un par, aquí os dejo la instantánea del momento.

La verdad que siempre he tenido curiosidad por saber qué se siente al subir en uno de esos trastos, pero a la vez miedo. O como dicen los Lobos del Mar sobre el mar, respeto. No miedo, respeto. Hay una sutil diferencia entre las dos (básicamente que si dices miedo no pareces tan varonil como si dices respeto. Pero en este contexto el respeto y el miedo se expresan igual. Vamos que acojona.). El caso es que subirse ahí a una cesta de mimbre con un fuego en la cabeza y un globo de tela lleno de aire caliente... no sé yo. Imagínate que el mecanismo falla y subes sin control. ¿Qué haces entonces?

Me imagino cada vez que lo pienso teniendo la vista del mundo como si fuera una especie de Google Maps irreal (pero muy real claro porque lo estarías viendo en ese momento) alejándose más y más, hasta que seguramente el frío de la estratosfera apagaría el fuego, el aire del globo se enfriaría y empezaría a descender, pero lo haría demasiado rápido por el contraste de temperatura, o porque se habría congelado, o vaya usted a saber por qué. El caso es que caerías a plomo, si no estás tieso de antes por la altitud y demás. Una movida.

Prefiero verlos desde la comodidad de nuestro buga por la autopista de la California State Route 140. Más tarde cogeríamos la CA-99 N en dirección a Sacramento. Y finalmente, antes de poner ya sí que sí el rumbo definitivo a San Francisco la carretera I-5 S/San Francisco/Los Ángeles para pasar a la I-5 S a secas jaja. 

Los Ángeles como seguro que sabéis por vuestros vastos conocimientos de la geografía americana, quedan bastante más al sur de San Francisco, por si alguno se pierde y acaba allí. 

Antes de llegar allí procurad coger la ruta hacia U.S. 101 N/Golden Gate Bridge y pasar a la US-101 para continuar por Central Fwy. 

Tras unos kilómetros ya podréis girar en la indicación que marque Market Street.

De vuelta en casa brother. Pero las historias no acabaron en esa fría noche de vuelta. Dejamos el coche en la tienda, sin trampas, con la misma gasolina que nos lo dieron, y sin problema. 

Habíamos apurado al máximo, porque sabéis que cuando te dan una beca de este tipo (o te daban, porque creo que ahora el tema está chungo con las becas de idiomas) una de las condiciones para no tener que devolver el dinero era tener impecable la hoja de faltas. Creo que podías faltar un día máximo o algo así. El caso es que nosotros lo teníamos todo medido y vino como un guante.

Llegar, dejar el coche y al día siguiente a clase como si nada. Eso sí, cansado más que en toda mi vida por las horas de pateada, de escalada, de coche... compadecía mucho a mis dos compis que se fueron turnando para conducir (yo me habría ofrecido pero al ser menor de veinticinco en aquel entonces el seguro no cubría, porque lo habían cogido ellos para que fuera más barato para mayores de esa edad). 

Así que nada, descanso como se pudo tras la insuperable experiencia en el parque Natural y de vuelta a clase al día siguiente. 

Aunque también vendría con sorpresa el día siguiente... teníamos la visita al magnánimo museo de San Francisco. ¿Qué museo? Ah amiguete, eso lo veremos próximamente...

Seguiremos informando,

Keep in touch bro's!

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