La Última Marcha de los Ents

Si no os han impresionado mucho las fotos del último post con las secuoyas famosas más importantes de Mariposa Grove es porque no podéis imaginar cómo son realmente. Os voy a dejar la imagen del cartel que tenía el "Grizzly Giant" a sus pies. Quizá así podáis apreciar de verdad la majestuosidad de Yosemite National Park.

Como podéis ver, es equiparable a la Estatua de la Libertad. Qué os parece eso. Además, teniendo en cuenta su edad, se presupone casi seguro muy acertadamente que ha sobrevivido a cientos de incendios. Y ahí sigue el tío, como si la cosa no fuera con él. Menudo jefe.

Viendo las fotos, tampoco percibo la enormidad que percibía allí mismo paseando entre esos árboles. Pero la verdad es que la sensación es indescriptible. Y diréis, pues vaya, caminar por un bosque lleno de árboles, qué especial. Pues realmente te hace sentir muy muy pequeño. Caminar por un bosque que lleva allí miles de millones de años. Entre árboles que, algunos de ellos, empezaron a crecer allí antes incluso de que comenzara la Edad Media. Imaginé historias de todo tipo sobre magos, brujos, hechiceros y caballeros negros trotando por aquellos bosques con sus espadas gigantescas cortando cabezas... creo que estoy mezclando películas. 

El caso es que, de alguna manera, pasear entre las secuoyas gigantes te hace sentirte parte de una historia mucho más grande. Épica. Y con la épica llegué, cómo no, a una de las películas (o historias, para ser exacto) más épicas de todos los tiempos. "El Señor De  Los Anillos". Joya de la corona de Peter Jackson, que hace de la adaptación de la obra maestra en forma de novela del enorme maestro J.R.R. Tolkien una película espectacular. 

Más concretamente me recordó a esa escena de "Las Dos Torres", segunda parte de la saga. O para los puritanos, correspondiente al capítulo cinco "El Caballero Blanco" en el libro tercero de Tolkien. Hablo de la mitiquísima escena de:

"A saldar cuentas con los orcos. Y yo me las veré con Isengard esta noche, a roca y piedra. ¡Hurrarrum! Venid amigos. Los Ents irán a la guerra, aunque ello signifique nuestro final. La última marcha de los Ents."

Y ahí entra una música épica insuperable y una de las escenas más emotivas de la trilogía. Naturaleza contra la avaricia del hombre. Gran metáfora de la realidad actual.

Se habla mucho y muy a menudo en el cine de la venganza de los robots. Pero se nos olvida que la verdadera venganza debería llegar de la naturaleza. Dadle una vuelta a eso.

El caso es que me metí tanto en el papel que intenté hablar con una de las secuoyas gigantes, como si de un auténtico Bárbol se tratara. Me pareció ver cómo movía afirmativamente una de sus ramas. Mis simpáticas compañeras de viaje me hicieron un "robado" mientras platicaba con mi amigo.

Desde luego, sólo con pensar en que en cualquier momento aquellas majestuosas secuoyas pudieran despegarse del suelo y dar un paso se me ponía la piel de gallina. Ya oía la canción que suena durante "La Última Marcha de los Ents" , enorme Howard Shore, menudo compositor. Piel de gallina cada vez que veo la escena, el grito furioso de Bárbol al descubrir a sus hermanos quemados y cortados... y esa música que promete uno de esos momentos más épicos que se pueden ver en el cine. Tardáis en poner en Youtube "The Last March Of The Ents". 

Si algún día ocurre algo parecido en Yosemite... espero verlo. Y no se me ocurrió otra cosa que compartir estos pensamientos con mis compañeros. Por algún extraño motivo decidieron que era momento de pasar por el Centro de Visitantes del Yosemite Village para comer algo jajaja. Pensarían que mis idas de olla naturales eran producto del hambre. Qué majetes. El caso es que allí mismo, en el centro dentro del Parque hay un supermercado generoso, con todo tipo de alimentos, dulces, salados, de esos que tienen más grasas saturadas que alimento y una tienda de souvenirs con cosas bastante originales y curiosas (y muy caras, podemos añadir). 

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