Comida china en Saint Nazaire
Descubriendo una nueva cultura
En 2014, cuando se estaba acabando mi año erasmus, unos cuantos estudiantes chinos que había en el IUT me invitaron a comer a su casa allí en Saint Nazaire. Hay que remontarse al viaje que hicimos los estudiantes extranjeros al Mont Saint Michel y a Saint Malo para entender el porqué de esta invitación.
Durante el viaje, parece ser que les caí simpático a algunas de las estudiantes chinas que habían entrado aquel año en el IUT y les llamaba mucho conocer España. Durante parte del viaje me estuvieron preguntando por las ciudades españolas más bonitas para visitar, con miras a hacer un viaje durante la Semana Blanca francesa que podríamos decir que es el equivalente a la Semana Santa española. Les hablé de Madrid, del sur de España, de Barcelona (aunque no he estado), del norte, de Valladolid y Segovia… Todo quedó en una simple anécdota, pero un día me escribe una de estas estudiantes chinas un mensaje al Facebook para decirme que van a ir a España y que si puedo ayudarlas a coger los billetes de tren en la página de RENFE, a elegir hotel, a hacer un poco itinerario… Y por supuesto las dije no había ningún problema, que un día de esos se pasaran después de clase por mi habitación y lo mirábamos.
Se presentaron tres en mi habitación (las tres que iban a ir al viaje), y me dijeron que querían conocer Barcelona, Madrid, Valencia y alguna ciudad del sur de España donde ellas mismas decían “hace mejor tiempo”. Estuvimos mirando vuelos y preparamos un buen viaje con este orden; Barcelona – Valencia – Madrid – Granada – Córdoba – Madrid y vuelta a Francia (no recuerdo si a parís o a Nantes). Buscamos hoteles “buenos” (céntricos y no muy caros aunque el dinero no era problema para ellas), principalmente para turistas extranjeros. Después de tenerlo todo atado me dieron veinte veces las gracias y se fueron por donde habían venido y así pensaba yo se quedaría todo.
Hasta que un día me llega otro mensaje al Facebook donde me escribe una de las chicas que había ido al viaje, que van a hacer una comida con platos típicos chinos preparados por ellas mismas y que lo van a preparar todo ellas y por supuesto estoy invitado. Querían enseñarme las fotos que habían hecho en España (casi mil y de my buena calidad eso sí). Me sorprendió bastante, pero acepté y quedamos en su casa que estaba cerca de uno de los faros de la playa del centro para el sábado siguiente.
Allí me presenté yo, sin nada para beber ni de postre ni nada y lo cierto es que no hacía falta. Compartían cuatro chicas una casa con un jardín enorme, donde habían puesto una mesa de madera que estaba llena de platos repletos de comida.
Había cosas realmente raras que no tenía ni la menor idea de qué podía ser, pero era el invitado y tenía que probarlo todo. Antes de nada, mientras otro estudiante chino hacía carne en una parrilla que tenían, me estuvieron enseñando en el ordenador portátil de una de ellas las fotos que se habían hecho. Eran tantas que tuvimos que dejar algunas para después de comer.
Ese día me di cuenta de que la gastronomía china no tiene nada que envidiar a ninguna y que tienen una variedad de platos gigantesca (casi tan grande como es el país). Además, no tenía nada que ver con la típica comida china que pides al restaurante chino de tu barrio y donde todo esta grasiento y sabe igual sea lo que sea. Esto estaba todo muy bueno, incluso la carne, de la que desconfiaba un poco al principio (es broma). Antes de empezar nos hicieron una presentación de cada platoa mí y a otro par de estudiantes franceses que habían invitado. Había cosas tan variadas como arroz frío con ensalada de piña (puesto en media piña a forma de plato), cerdo asado con salsa de un nombre chino raro, pollo rebozado con otra salsa rara, una ensalada de pescado fría que estaba muy buena, unos tallarines que no tienen nada que ver con los que compramos en el supermercado ya hechos… En fin, platos y platos que no había probado en la vida. Y para beber…
Para beber tenían preparada una botella de vino, una de Fanta de naranja y otra de Fanta de limón y además había unas pocas naranjas al lado de un barreño. Al parecer en Granada se habían puesto tibias a beber sangría y querían que yo les preparara otro poco para matar el gusanillo. Habían buscado por Internet los ingredientes y debieron de pensarse que la bebida nacional en España es la sangría y como solo conocían a un español en Saint Nazaire (a mí), se pensaban que les haría la mejor sangría que podrían probar en sus vidas. Para que os hagáis una idea; no he hecho sangría en toda mi vida, lo máximo con lo que he mezclado en vino es con coca cola y para hacer un calimocho peleón. Pero ellas estaban convencidas de que sabía. Para no quedar mal, fui al baño, miré rápidamente cuales eran las medidas exactas para hacer una buena sangría y me puse manos a la obra en cuanto salí. Mezclé todo lo bien que pude los ingredientes y todo bien fresquito con una bolsa de hielo que tenían. Le añadí un poco de azúcar para alegrar a las chinas la tarde y creo que se acordarán de mi el resto de su vida, porque alguna al final de la tarde casi no podía andar. Una vez teníamos todo listo, vino la sorpresa final, me dieron unos palillos chinos para comer y no había tenedores (no me dejaron ni buscarles)…
No había cogido unos palillos chinos en mi vida, pero le cogí el truco rápidamente. No dejé ni un solo plato sin probar y lo cierto es que todos (o casi todos) estaban buenísimos. La comida china tiene muchas variantes y esa tarde descubrí solamente algunos, pero los suficientes para poder decir que los chinos saben cocinar. Cuando iba a la cocina a prepararme algo para comer en la residencia, siempre me encontraba a dos o tres chinos cocinando y muchas veces me quedaba pensativo viendo los ingredientes que mezclaban, pero realmente lo que comí esa tarde me abrió los ojos al mundo chino. De postre una chica francesa había preparado una tarta y después de comer y recoger seguimos viendo la gran cantidad de fotos que habían hecho en España. Cuando vimos todas las fotos, apuntaron la receta de la sangría (se habían bebido los dos cuencos enteros que habíamos preparado), y me dieron las gracias otras tantas veces. Hay que reconocer que los chinos son muy agradecidos y en este caso resultaban casi pesados, pero lo hacían con buenas intenciones.
Tan diferentes y tan parecidos
Cuando todo estaba recogido, fuimos hasta la playa que estaba a pocos metros de la casa donde vivían y estuvimos un rato por allí hasta que empezó a anochecer y Hao (uno de los chinos), Alex (uno de los franceses) y yo, nos pusimos en marcha para ir a la residencia donde vivíamos, Heinlex, junto al IUT Saint Nazaire. Fue una tarde bastante agradable, donde uno se podía dar cuenta de todo lo que nos diferencia a culturas tan diferentes como la china y la española (o la francesa), pero también se podían apreciar un montón de cosas que nos unen. También hay que tener en cuenta que todos los estudiantes chinos que había en Saint Nazaire (que eran muchos), eran todos de familias chinas acomodadas económicamente hablando y que todos ellos tenían unos hábitos de vida muy europeos, adquiridos en Francia durante su estancia, pero también desarrollados en su propio país. Se trató de una gran experiencia que espero poder repetir algún día, no en Saint Nazaire y no necesariamente con chinos, pero sí en cualquier punto del mundo con gente de otra cultura diferente a la nuestra.
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