Festival Tierra, Amor y Música

Este fin de semana había un festival llamado Tierra, Amor y Música en Algatocín, un pueblo que hay a 30 minutos de Ronda y a más de dos horas de Granada. Íbamos unos amigos y yo y de camino decidimos hacer una parada en Ronda para pasar el día y ver un poco la ciudad (podéis buscar la publicación sobre Ronda en el apartado de lugares). A mediodía salimos en dirección a Algatocín, el pueblo donde se celebraba el festival. Con las ventanas abiertas y la música a tope emprendimos el viaje con un rollo de "nos vamos de vacaciones" total. Además, el trayecto hasta Algatocín era magnífico. Llegamos al pueblo de Algatocín en 30 minutos tal y como lo habíamos previsto, al principio pensábamos que por las calles del pueblo encontraríamos carteles que nos llevaran hasta el sitio exacto donde se celebraba el festival, pero fue un error. No debimos meternos por las calles de la ciudad en coche. Fue horrible, era imposible conducir por esas calles tan estrechas pero al final dimos con algunas personas que sí que sabían cosas sobre el festival (tampoco era muy complicado, era lo único por lo que se conocía el pueblo). Nos pusimos en marcha en dirección a la orilla del río y al final pudimos dar con el sitio.

Estaba súper bien ese sitio, era un camping al lado del río así que podríamos bañarnos. Bueno, es cierto que al principio me decepcionó un poco que el festival fuera en un camping pero no se parecía en nada a los campings típicos de Francia teniendo en cuenta lo pequeño que era y que habían tres gatos con las tiendas montadas. Bueno, nos íbamos a quedar de todas formas a pasar la noche y no pensábamos pagar por eso, así que encontramos un camino y nos instalamos unos metros más lejos en una parcela vacía. ¡Esa noche tocaban 5 grupos y como buenos festivaleros que somos no podíamos esperar a empezar con el calentamiento! Cuando ya estábamos más relajados empezamos la fiesta en esa misma parcela con unos amigos y por la noche al festival.

Al contemplar el panorama vimos a algún que otro artesano que tenía expuestas sus creaciones y un puesto con un vendedor de churros. El público estaba un poco apagado, había un ambiente muy familiar pero estaba claro que no habían ido a muchos conciertos. El estilo de música que tocaban era Rock y Rockabilly y mis amigos y yo solemos montar pogos, pero los demás no estaban muy por la labor y nos soltaron algún que otro comentario. Pero quitando eso, pasé una buena noche, el sitio era precioso y al día siguiente fuimos a bañarnos al río. La única queja es que la gente es muy seca. Solo por estar con ellos ya te hacen sentir incómodo.

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