Día 1
Primer día de uno de los mejores viajes de mi vida a uno de los países más bonitos que he visto.
El tour comenzaba en Tarifa, desde dónde mi familia y yo cogimos un ferry a las 9 de la mañana en dirección Tánger. El viaje duró unos 45 minutos, durante los que aproveché para salir a la cubierta y ver como poco a poco se iba quedando atrás Europa y se acercaba África. Dentro del barco hay que sellar tu pasaporte para poder entrar en el país. ¡Mi primer sello!
Al llegar a Tánger, lo primero que hay que hacer es enseñar el pasaporte, pero cuando fui a hacerlo no era capaz de encontrarlo por ningún lado. Y ahí estaba yo, buscando como un loco el pasaporte para no arruinarme las vacaciones. Al final se me ocurrió que se me habría caído en el barco y efectivamente, cuando subi a donde había estado sentado allí estaba. ¡Menos mal!
Una vez que estaba todo resuelto y habíamos pasado los controles cambiamos dinero (porque la moneda que se usa allí son dirhams) y subimos al autobús que nos llevaría de viaje por todo Marruecos. Allí estaba el resto del grupo que nos acompañaría en la excursión. En total, 44 turistas más el conductor, el guía que nos iría explicando todo y una persona a cargo de cuidar al grupo.
Después de unas horas de viaje hicimos una parada en la ciudad de Rabat, la gran capital del país. Allí visitamos el mausoleo de Mohammed V, construido para enterrar a este, que fue el primer rey de Marruecos tras su independencia de Francia en 1956. El lugar era precioso y estaba muy cuidado, construido en su gran mayoría con mármol italiano y oro. Una gran obra de un presupuesto millonario que contrasta un poco con la situación económica de la mayoría del país. Eso sí, es una gran atracción tuística.
La cúpula del interior del mausoleo, construida con oro.
Después de la visita fuimos a comer a un restaurante en el centro de Rabat y pude probar el plato más famoso de Marruecos: el tagine, que bien puede ser de pollo o ternera (nada de cerdo en países muslmanes). Basicamente es una especie de cocido con carne y especias, pero que está muy rico. La comida no es muy cara. Eso sí, si quieres pedir una cerveza abre la cartera porque te va a costar cara. Los musulmanes no beben alcohol por lo que hay poco y es muy caro.
Después de comer pusimos rumbo a la famosa ciudad de Casablanca, conocida sobre todo por la película del mismo nombre de 1942. Llegamos al hotel, dejamos las cosas y dimos un paseo por la ciudad. Recorrimos el Bulevar de Mohammed V, la gran avenida de la ciudad y llegamos a la Plaza de las Naciones Unidas. La ciudad tiene arquitectura de la etapa colonial francesa que recuerda mucho a ciudades como París pero está en bastante mal estado y sucia, lo que es una pena. El paseo no duró mucho y volvimos al hotel para cenar y acostarnos.
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