Último mes, últimos días, junio.

Junio.

Últimos 15 días de mi erasmus. A punto de poner el punto final a la aventura de mi vida.

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Como ya os conté en mi entrada anterior, el viaje a Amsterdam fue un punto de inflexión. Marcó el casi final de todo esto, precisamente el viaje lo hicimos con la idea de pasar unos días juntos todos aquellos que formábamos la familia ya que sabíamos que iba a ser el último del erasmus y de los últimos días que pasaríamos todos juntos. Nuestro querido Miguel era el próximo en marchar, él tenía el vuelo si no me equivoco para el día 9 de junio, la siguiente iba a ser yo, el día 15, el 16 Sara y el 17 Álvaro. Por otro lado nuestras mañicas Pilar y Claudia marcharon antes, ellas no vinieron a Amsterdam, se fueron a finales de mayo también. Como ya os digo por estas fechas todo eran despedidas. La Uni la habíamos despedido ya, yo en mi caso con mi último examen el 15 de mayo, justo un mes antes de irme. Además fue ese día el que cogí el vuelo en la biblioteca si mal no recuerdo. La verdad que no empiezas a ver el final hasta ese día, el día en el que te armas de valor y te decides a poner fecha de final a tu erasmus. Es en ese momento cuando marcas tú mismo el fin de esta trayectoria, de este camino duro, muy duro al principio pero más que alucinante al final.

El día 2 de junio regresamos del viaje de Amsterdam. Eran 13 exáctamente los días que me quedaban por disfrutar en Portsmouth. Seguí trabajando unos días para la madre de los bebés. Habían vuelto ya de España y los niños se encontraban ya por fin estupendamente. Estuve yendo unos días, hasta el día 10 como mucho ya que el 9 de junio tenían médico y la madre me pidió que fuese con ella ya que si no iba a ser un poco complicado llevarles a los dos ella sola hasta el Queen Alexandra. Les había cogido muchísimo cariño a pesar de haber estado mucho tiempo con ellos ya que fue un mes escaso, contando que se habían vuelto a España, días que yo no había podido ir etc. A día de hoy sigo teniendo contacto con ella, y otra de las mil cosas que me ha enseñado esta experiencia es eso, que no hace falta más de una semana para coger cariño a alguien ni más de un mes para sentirlo parte de tu propia familia. Los amigos que haces estando de erasmus se convierten en tu hogar, ir a casa de uno de ellos es como ir a casa de un hermano o hermana. No existen tapujos ni barreras. Les acabas contando toda tu vida en verso y a veces piensas por un momento cómo es posible que conozcas a esa persona de hace escasos meses y se convierta en tu máximo/a confidente, e incluso llegues a tener más confianza con ellos que con personas que consideras amigos de siempre pero que jamás has tenido conversaciones de este estilo con ellos/as. Yo personalmente, tras dar por finalizado mi erasmus (ahora os contaré cómo fueron esos últimísimos 5 días y horas antes de irme) considero que he crecido, y no precisamente de talla sino como persona. Me he hecho mucho más fuerte, me he hecho más mayor y soy mucho más madura.

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La verdad que los últimísimos días los pasé junto a mi Álvari sobre todo. A decir verdad quería aprovechar al máximo el tiempo junto a él. También nos vimos con Sara era de las pocas que quedaban, y también quería pasar el máximo tiempo junto a ella aunque es cierto que me consolaba la idea de que ella vivía mucho más cerca de mí en España, concretamente en Madrid, por lo tanto iba a poder verla con más facilidad. Uno de los días de junio, el 11 concretamente uno de ellos fuimos a la playa los tres juntos. Por estas fechas la temperatura de la ciudad era bastante buena, hacía ya un poquito más de calor, más o menos 22 grados pero no subíamos de ahí. Como mucho creo recordad que lo máximo fueron 24 pero no más. Para ser Inglaterra no estaba mal del todo aunque todos nos habíamos esperado que en junio pudiésemos pegarnos algún que otro bañito en la playa sin salir del agua con los pies rojos del dolor del frío. 

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El día 9 de junio como ya os dije tenía que acompañar a la madre de los bebés al hospital con ellos ya que tenían que verles. Después fui a casa y ya me despedí de ellos al día siguiente. Les iba a echar de menos a ellos también. Los escasos días siguientes estuvimos yendo a la playa y salimos un día de fiesta, a Tyger Tyger en Gunwharf Quays, ese iba a ser nuestro último día de fiesta en Portsmouth. La verdad que estos últimos días me limité a no pensar en el echo de que me tenía que ir a no tardar. Sabía que si pensaba en ello me iba a poner muy triste y no iba a disfrutar al máximo el tiempo restante. Os aconsejo que no lo hagáis, es decir que disfrutéis y penséis en el momento, en el "ahora" y sabiendo que te vas a tener que marchar la mejor actitud es sacarle partido y saborear cada minuto que pase. Porque aunque parezca mentira el tiempo pasa y muy rápido además...

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Esta es la foto del último día de fiesta. Como ya he dicho antes fue en Tyger Tyger. El puerto está justo al lado de la discoteca, está super bien porque tiene vistas al mar y el sitio es bastante amplio, tiene diferentes salas con diferente música. A mí me gustó bastante. No fuimos allí muchas veces porque no nos pillaba muy a mano la verdad, está bastante retirado de la zona de bares del centro, donde Guidhall (uni).

Personalmente me marcó tanto esta experiencia que tiempo atrás llevaba en mente el hacer un tatuaje, quería que esa huella que me iba a dejar dentro de mí la ciudad de Portsmouth fuese visible y cada vez que lo viese me saliese una sonrisa. Decidí tatuarme un ancla con el símbolo de la ciudad en la parte superior. Ese símbolo consiste en una media luna en forma de sonrisa y arriba de esta una estrella. Pensé el diseño pocos días antes pero la idea la llevaba pensando meses ya. El sitio que elegí para tatuarme fue una tienda en Albert Road que parecía que estaba bastante bien y me dio buena sensación. De echo no era la única que se iba a hacer un tatuaje en esa tienda. Había pedido consejo a un par de personas y me dijeron que muy bien, una de ellas María una estudiante de traducción que se tatuó una frase en inglés. Mi tatuaje me costó 35 libras, el equivalente en euros sería aproximadamente 50. No era muy caro ya que el tatuaje que yo quería era de tamaño mediano, no era muy pequeño pero tampoco exageradamente grande. Os estaréis preguntando si me dolió y esas cosillas. Pues sí, me dolió bastante, de echo mi novio me acompañó a hacérmelo y el pobre se llevó otro tatuaje de regalo, sí.. el de mis uñas en su brazo, pobrecillo. Lo primero que hice fue pedir cita el día de antes o dos días antes ya que si vas en el momento no te lo hacen. Una vez tenía el día, en mi caso el 12 de junio a la 1 de la tarde, esperé a que llegara y fui a la tienda. Allí les expliqué qué era lo que quería hacerme. El chico que me hizo el grabado lo entendió a la primera la verdad, vi que tenían razón en lo de ser profesionales. Además el chico que me atendió fue muy majo conmigo. Una vez que tenía el dibujo le dije la zona (el costado) y me tumbé en la camilla. No quise mirar ya que ME DAN PÁNICO las agujas, pánico se queda corto.

Último día, última noche.

El último día decidimos tomarnos algo los que quedábamos por allí. Los compis de piso de Sara, Álvaro, sus compis, un chico inglés, Sara y yo. Nos compramos unas bebidas y fuimos al descampado de césped de la playa. Hacía buena tarde y pudimos estar tranquilamente ahí un rato. Yo no me podía ir muy tarde a casa ya que tenía que acabar la maleta y preparar todo lo que me faltaba por meter. Para que os hagáis una idea si me hubiesen concedido un deseo en ese momento hubiese pedido sin lugar a dudas que ese día no terminase nunca, que fuese el día más largo y la noche no llegase para no tener que marchar por la mañana y en el caso de que la noche llegase que tampoco se acabara. Bueno, como ya os digo tomamos algo y después fuimos a casa de Sara a comer pizza. El momento de despedirme de ellos fue bastante duro, más o menos eran las 10-11 cuando Álvaro y yo marchamos para casa. Hubo lloros, sobre todo despidiéndome de mi Sari, aunque sabía que la tendría cerquita una vez en España me dio muchísima pena.

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Después de la despedida llegamos a casa y yo no tenía ganas de otra cosa nada más que de llorar. No me salía disfrutar de las últimas horas ya que no podía quitarme de la cabeza el hecho de que me marchaba en menos de 7 horas. Había ido a Fratton a coger el billete para el primer tren, que saliese el día 15. No recuerdo bien la hora exacta, lo que sí recuerdo es que fue más o menos a las 6 de la mañana. Lo dicho, la noche no fue del todo agradable la verdad, tenía ganas de llorar todo el rato y un nudo inmenso en la garganta que no se me quitaba de ninguna manera. Habían sido muchos meses de risas, de lloros, de pasarlo genial, de no pasarlo tan bien (al comienzo), habia sido una experiencia increíble, había sido la mejor experiencia de mi vida hasta el momento. Demasiadas emociones fuertes, muchos amigos y más que eso. Gracias a este erasmus aprendi a conocerme a mí como persona, y conocí y a la persona de mi vida. Haciendo la balanza de ultima hora y clasificando todos los momentos vividos la balanza de las cosas buenas pesaba casi veinte toneladas más que la de las cosas malas. 

El momento de meterme en el tren y decirle un adiós que realmente significaba un "hasta pronto" fue el momento más duro con diferencia. Al salir de su casa previamente, con las maletas y todo y pensar que nunca volvería a esa casa, que se acababa, que no había más páginas que añadir a esa historia me causaba un dolor en el estómago terrible, muchísimo peor al sentimiento que tuve al tener que irme al principio del curso, ese 9 de septiembre... Comparando ambos lo pasé muchísimo peor a la vuelta que al ir y montar en un avión rumbo a un país en el cual nunca había estado y todo me resultaba tan desconocido e incluso notaba que se me quedaba algo grande. Como ya os digo para mí fue ÚNICO. No veo el momento de volver y pasear por esas calles, tengo muchísimas ganas de respirar esa experiencia una vez más. Lo bueno de estas cosas es que sabes que siempre quedará el recuerdo y que siempre puedes coger un avión y estar ahí en un par de horas. Entonces, visto así la aventura no se acaba aquí. Una vez le escuché decir a alguien: "once erasmus, always erasmus" (una vez erasmus, siempre serás erasmus). Con esta frase quiso decir algo así como que una vez que te habías ido de erasmus, esa etapa de tu vida te marcaría como ninguna otra experiencia. Es decir que incluso a la vuelta, cuando todo se acaba y cuando tienes que intentar poner ese punto final no puedes porque por dentro, en lo más profundo de tu interior este viaje a otro país ha sido simplemente el comienzo, el comienzo del erasmus de tu vida. Y desde el momento que coges el avión de vuelta todo esto no ha acabado, simplemente es un pequeño final que marcará otro principio dentro de poco.

Quiero agradecer que mi destino eras su fuese Portsmouth como ya dije en una de mis primeras entradas no fue mi primera opción pero gracias al destino, o a quien se dedique a mover los hilos por haberme dado esta opción, ha sido una auténtica fortuna de verdad. Me cuesta mucho expresarme cuando quiero mostrar sentimientos porque verdaderamente pienso que es imposible describir esto, no os penséis ni un segundo el iros de erasmus, la experiencia no va a ser nada fácil al principio pero sería raro que no fuese más fácil que mi comienzo, recordad que a mí me timaron, no tenía casa y me quedé sin dinero tras el timo. Pensad que peor que este principio no lo vais a tener, sería muy complicado. Y aún así os estoy diciendo que valoro mi experiencia con un sobresaliente, no estamos hablando de una nota baja precisamente. Si os queréis hacer una idea de cómo le fue a mis amigos todos y cada uno de ellos valoran su erasmus con un 9 mínimo. No temáis lo desconocido, y si lo teméis (que es lo más normal) pensad que va a ser solo al empezar, que luego todo fluye y va a ir a mejor.

Una vez en el avión, la verdad que tenía más ganas de llegar porque empecé a pensar en mi familia, amigos y mi gente en general. Eso fue una forma de animarme un poco ya que estaba bastante triste después de todo. El vuelo no fue nada mal en cuanto a turbulencias etc. Nada más llegar a Madrid- Barajas estaban esperándome mi madre y mi tío. Una vez les vi se me pasó un poco la tristeza pero no podía hacerme a la idea de que ya estaba en España.

Ahora tocaba volver a la realidad, volver a la vida que había dejado hacía 9 meses. Poco a poco tocaba acostumbrarse...

El texto siguiente lo escribí justo el día que me fui, lo empecé en Portsmouth y lo fui modificando en el aeropuerto y al llegar a casa, acabo de encontrarlo y me ha dado una sensación super rara leerlo ahora, aquí os lo dejo para que podáis leerlo todos vosotros:

Un 9 de septiembre. Nervios a flor de piel. La aventura de mi vida comenzaba y yo no estaba ni por asomo percatada de que esta iba a ser la mejor de mi vida. Recuerdo la noche de antes como si fuera ayer, sin dormir lo más mínimo y con un nudo en la garganta que no se iba de ninguna forma. Hasta que no monté en el avión aquella madrugada no me hice a la idea de que realmente me iba, me marchaba para 9 meses que así a voz de pronto sonaban los más largos del mundo. Pero no, una vez más me equivoqué y puedo decir que han sido los mejores meses de mi vida.

Doy gracias por todo, por toda la gente genial a la que he conocido aquí, por la esencia que tiene Portsmouth y por todos esos momentos especiales que comenzaron hace unos cuantos meses. Digamos que esto no termina aquí, por supuesto que no. Esto me ha servido para madurar y crecer como persona, para darme cuenta de hasta dónde soy capaz de llegar y para llevarme conmigo personas ÚNICAS e irrepetibles que serán amigos por lo menos para toda la vida. Creamos una familia, y aunque teníamos nuestras diferencias y pequeños roces he de decir que no la cambio por nada. Me llevo el premio más grande de todos.

Y ahora, a 15 de junio me doy cuenta de lo mucho que he ganado con mi Erasmus y de lo mucho que me llevo conmigo, no tiene precio.

 

Portsmouth, siempre. Volveremos a vernos pronto.


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