Mayo, con un pie fuera de UK
Melancolía...
Cada vez me da más pena escribir nuevas entradas según se va acercando el final de mi erasmus. Intento añadir más detalles a las entradas ya creadas porque se que cada vez que escribo una nueva es una menos, es volver a sentir y a saborear todos los momentos, y eso me gusta mucho está claro, y que lo mejor que te puedes llevar de una experiencia así son los recuerdos. Pero estos a veces traen consigo cierto sentimiento agridulce, por una parte siento esa melancolía y felicidad por haber conocido a todos mis amigos erasmus así como a la ciudad en general y me sale una sonrisa pero por otra parte es recordarlo e instantáneamente se me empieza a formar un nudo en la garganta.
Todos aquellos que hayáis vivido esto sabréis de lo que estoy hablando, estoy segura... y a todos aquellos que me estéis leyendo en este momento quiero deciros que no os penséis ni un momento el iros de erasmus, se que al principio parece que te queda grande, que es una locura, que quizá no sea la mejor idea del mundo o que irte de casa va a suponer pasarlo mal, pero eso nos pasa a todos. Aunque nos hagamos los valientes a veces, antes de irnos fuera todos hemos pensado alguna vez cosas de este estilo, es natural, es normal tener miedo a veces. Todos los comienzos dan miedo, el no saber que va a pasar con tu vida en unos meses hace que se te erice hasta el último pelo de la cabeza pero creedme, no os echéis atrás sed valientes y tirad hacia delante, nunca os arrepentiréis. Siempre digo lo mismo, una vez que has vivido una experiencia de este calibre tu vida en cierto modo cambia, de una forma u otra, cambias tú, cambia tu forma de ver las cosas y de ver la vida,cambia, y cambia a mejor.
Antes de irme de erasmus pensaba que mi ciudad lo era todo, que no había más allá y que si lo había quería verlo pero un poquito de lejos, sin solarme la mano del todo de mi entorno, de mi vida en general. Aunque he de decir que yo siempre he sido una persona bastante independiente, sin necesidad de necesitar de algo en especial para estar bien, es cierto. También me gusta mucho estar sola y siempre había soñado con irme a vivir una aventura en un sitio lejos de mi ciudad y de mi país, y qué mejor que un sitio donde pudiese hablar un idioma que me gusta, el inglés. Con esto quiero decir que yo no soy una persona muy arraigada al sitio de donde vengo, me gusta conocer, viajar y disfrutar, pero es verdad que una vez que decides irte para nueve meses, como viene a ser mi caso da miedo, y no da miedo un mes antes ni dos ni si quiera cuando quedan tres semanas. Da miedo cuando estás en el control del aeropuerto, diciéndole adiós a tus padres a lo lejos. Ahí es cuando empiezas a hacerte a la idea de lo que estás a punto de hacer, irte lejos, muy lejos. Aun así no quiero decir que este miedo sea malo, el miedo es necesario. Es necesario para activar a nuestro propio cuerpo ante una situación de alerta, es necesario para sobrevivir. Con esto simplemente quiero animaros una vez más a experimentar, a soñar con un tiempo en el extranjero, y a VIVIR. Os aconsejo que viváis el día a día, haya exámenes o no, estéis más agobiados o menos, pero vividlo a tope porque cuando quieres abrir los ojos tras el pestañeo previo todo habrá terminado. Ya no quedará tiempo y comenzará la cuenta atrás.
La primera que tuvo que saborear esa amarga experiencia de nuestro círculo fue Meriem, ella se iba el 24 de mayo definitivamente ya a España...
-Mi mes de mayo
Bueno mi mes de mayo se resume en éxamenes, despedida de Meriem, playa, fiesta, y Amsterdam. Como se nos iba una miembro del equipo a mitad de mes teníamos que aprovechar al máximo el tiempo con ella. Justo el día que se fue hicimos una comida con ella en el Isambard (nuestro bar), ahí donde íbamos siempre a hacer alguna que otra comida o cena todos juntos. Fue muy amargo ese sentimiento, poco a poco nos íbamos a ir yendo de uno en uno. Era como si el tiempo se escapase de nuestras manos. En el momento de acabar la comida y acompañar a Meriem a la estación de trenes de South Sea me ponía en su piel e intuí cómo me sentiría yo semanas después al tener que marcharme. Fue una pena cuando subió al tren y la despedimos, pero sabíamos que volveríamos a vernos, sobre todo yo que iba a ir con ella a clase seguro. Y los demás también ya que no íbamos a estar tan lejos los unos de los otros. Bueno, a decir verdad quedó un vacío cuando se marchó ya que era una miembro más de la familia y cada vez que se iba a ir alguien iba a ser uno menos y un vacío más. Pero bueno, la vida es así, si no se hubiese acabado no hubiese sido tan intenso, y como digo siempre, siempre quedará el recuerdo y esos magníficos ratos que pasamos todos juntos. Fueron tantos momentos..
Esas fueron las cosas que destacaron. Como ya os conté en otras entradas, fue uno de los días de biblioteca cuando decidimos hacer este viaje, el cual no estaba del todo definido ya que no sabíamos al principio quiénes íbamos a ir seguro. Poco a poco se comenzó a consolidar la idea y finalmente decidimos fecha. El 27 de mayo pondríamos rumbo hacia Holanda.
Este viaje sería un punto de inflexión del erasmus. A la vuelta sólamente me quedarían 15 días escasos hasta volver a casa. Mi regreso era el 15 de junio así que como ya os digo el regreso estaba a la vuelta de la esquina. Si queréis saber más del viaje a Holanda que hicimos podéis meteros en "mis experiencias" y ahí cuento detalles más precisos de esta excursión en familia. Resumiendo, para que os hagáis una idea aquellos que no os habéis leído esa entrada, las tres cosas que visitar con las que me quedo de este viaje han sido: El Barrio Rojo, La casa de Anne Frank y la playa del primer pueblo en el que estuvimos el primer día.
Noche en el aeropuerto de Holanda:
No se me podía pasar este pequeño detalle. Y sí, tuvimos que hacer noche en el aeropuerto ya que nuestro avión salía temprano por la mañana y no teníamos hotel para esa noche, simplemente porque lo pensamos así, y fue de esta forma como lo hicimos. Nos ahorramos una noche de hotel quedándonos hasta que saliese el avión por la mañana temprano el día 2 de junio. En mi caso no era la primera vez que hacía algo así, no se si recordaréis cuando os conté que tuve que hacer noche en Gatwick cuando volví para navidades a España. A decir verdad esa noche se me hizo bastante más larga ya que estaba sola, no conocía a nadie en el aeropuerto y por mucho que me pusiese a leer o a ver una película en mi ordenador el tiempo no pasaba nada rápido, además el wifi no se cogía fácilmente y dormir allí no era el sitio más cómodo en absoluto. De echo, no se si os lo dije, pero intenté dormirme un rato en las sillas y creo que alguna cabezadita sí que pude echarme, pero me dolía el cuello como nunca antes...
Bueno como ya os digo, la noche en el aeropuerto de Holanda fue bastante más amena. Estábamos todos juntos y quieras o no el tiempo se pasa mucho más rápido en compañía que estando solo. Eso es cierto. Nada más llegar allí, que era ya por la noche (fuimos en taxi desde el hotel, de echo el hotel nos lo proporcionó) dejamos las cosas y cogimos sitio al lado de unos ordenadores y unos sofás. Nunca entenderé por qué en un aeropuerto no hay sillones medianamente cómodos o sillas, sea lo que sea pero algo cómodo. Parece que eso de que los viajeros descansen un poquito antes de un vuelo no está bien visto porque si no no lo entiendo. Bueno, el caso es que dejamos nuestro equipaje por ahí cerca de nosotros y nos pusimos a hablar un rato.
Unos se fueron a por comida, otros al ordenador un rato y otros a dar una pequeña vueltecilla a ver que había por ahí. Jose, el compañero de piso de Sara se sentó en el sofá y se durmió un rato como un bebé, qué suerte que facilidad para quedarse dormido, para mí eso es misión imposible y menos aun sentada. Así que nada, tocaba pasar el tiempo hasta que saliese el avión de la mejor forma posible. En mi caso, decidí poner le suelo medianamente cómodo como mejor pude (puse una chaqueta blandita en el suelo, y algo más que hacía de almohada y me eché a dormir, sí en el suelo, mucho más cómodo que en los malditos sofás de aeropuerto donde ni si quiera puedes tumbarte porque tienen reposabrazos que te impiden estar tumbado. Conseguí dormirme un rato, no mucho pero para ser yo me sorprendí bastante ya que en mi caso me cuesta dormir un montón. Tiene que haber silencio y oscuridad y eso es precisamente lo que no hay en un aeropuerto. A decir verdad estaba bastante cansada del viaje en general, no había dormido muy bien los días de excursión y caí redonda en el suelo, aunque sólamente fuesen un par de horas. El momento de levantarme del suelo fue para haberlo grabado, tenía la cadera totalmente encajada y me dolía bastante por la postura que había tenido.
Por fín llegó la hora de embarcar. El vuelo de vuelta fue un poco peor que el de ida ya que tuvimos bastantes turbulencias y a mí eso me ponía un poco nerviosa. Hacía mal tiempo por lo tanto eso ayudaba a que el vuelo no fuese del todo bien. No os he hablado del tiempo que tuvimos en Holanda. Hizo mucho frío, hacía viento todo el día y a veces salía el sol pero otras tantas se ponía a llover. Lo más curioso fue que mirando el tiempo en el móvil, la semana siguiente iba a hacer un sol espléndido toda la semana, fue un poco frustrante ver eso ya que teníamos ganas de un poquito de calor ya. Se hubiesen agradecido un montón cinco o diez grados más, pero bueno, aun así fue un viaje muy chulo, lo pasamos muy bien y conocimos lugares que no habíamos visto anteriormente así como museos o la propia cultura y tradición del país. En una semana está claro que no se aprecia del todo una cultura en sí, pero nos pudimos hacer a la idea de la vida que la gente solía llevar en este país.
Como ya os digo, tras la vuelta a casa tocaba exprimir los minutos como si no hubiese mañana. Por cierto, he de decir que algo que me gusto mucho tras volver de este viaje fue la sensación que tuve al "volver a casa", nuestra vuelta a casa fue a Inglaterra, a nuestra ciudad, Portsmouth, no a España. Eso es algo que yo personalmente no había experimentado antes, el irte de viaje a otro país y volver a la que llamas tu casa por una temporada era una sensación totalmente nueva para mí. Fue una sensación muy bonita, sentí que volvía a casa tras aterrizar en Londres. Me sentía una más ahí entre ese montón de gente. Y tras volver a Portsmouth la sensación de vuelta a nuestro hogar aumentó. Me gustaba mucho el echo de sentir esa ciudad mi casa, mi nido, mi rinconcito donde yo era tan feliz.
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