Suomen yksi päivä – toinen osa (Un día finlandés – segunda parte)
A medida que terminaban de engullir el plato de la mesa cada miembro de la familia cogía un sitio en torno a la televisión para ver la serie de moda aquí. No recuerdo muy bien el título pero básicamente era una especie de “Doctor Mateo” y “Los Serrano” pero en Laponia. El padre médico (¿cómo no? No iba ser carpintero) la madre policía (las amas de casa no se llevan) y la hija con problemas de anorexia y drogas (las empollonas sin hermanos cafres… tampoco molan aquí). Vamos una trama de las de toda la vida y que en estos lares también triunfa. Después de 40 minutos viendo la serie, y no entendiendo nada, mi profesora me comenta que imparte unas clases de gimnasia (tipo aerobic pero algo más exigente) para la gente del pueblo. Así que para allí nos fuimos. El colegio donde se hacían las clases estaba a unos dos kilómetros y medio, ¿Cómo creéis que fui?
Resulta que el hermano mayor se había comprado hacia poco una moto de nieve por que la que tenían corría poco, así que como tenían dos, mientras mi profesora iba en coche el hermano mayor se subía en su moto y el pequeño (que aun no tenía ni 17 años, pero que ya había corrido un rally regional) se montó en la moto conmigo de paquete. Fue espectacular, de verdad una experiencia para vivirla. No sé exactamente a cuanta velocidad puso la moto, pero íbamos muy rápido. Además como no íbamos por ninguna pista forestal, sino que surcábamos la nieve campo a través, dimos varios saltos y cogimos algún que otro socavón: impresionante.
Aqui me teneis haciendo el mono con la moto. Por mirar a la cámara casi me como una señal... pero mereció la pena.
Acabado la clase de gimnasia y con los espaguetis peleándose por salir de mi estómago. El hijo pequeño me dice: coge tú solo la moto que así es más divertido. Y lo fue, pero casi me mato. Vale que me dejaran un casco, vale que me dejaran un mono bastante chulo pero el que es tonto es tonto. Resulta que la palanquita aceleradora está en la derecha y el freno en la izquierda. ¿Qué pasó? Pues resulta que iba yo todo confiado y me dije ¿Haber cuanto corre esto? Y todo esto de noche por supuesto, que no se ve un pimiento y lo hace todo mucho más seguro. El caso es que iba a 70 km/h un poquito acojonado cuando vi un socavón importante así que frené instintivamente. Tan instintivamente que apreté con todas mis fuerzas la palanca derecha (como en las bicis la derecha es el freno de atrás…) la moto pegó un tirón increíble, salté el socavón como si llevara toda la vida haciéndolo, y cuando aterrice hice lo más lógico en estos casos de pánico donde la estupidez humana llega a su máximo esplendor, solté las palancas cerré los ojos y esperé a que se frenase solo. No es que esté orgulloso de ello… pero os juro que vi al señor de las guadañas observándome en la distancia.
Cuando llegué a la casa era tiempo de sauna, así que toda la familia y yo a la sauna que nos fuimos. Era una sauna tradicional, de las de humo. Había oído hablar antes de ella pero nunca la había probado. Lo cierto es que es verdad lo que dicen, el calor es diferente. No sabría realmente explicar el porqué, pero en una sauna de leña tu cuerpo coge el calor de manera más… relajada. Esa sensación de quemazón que produce echar agua en una sauna eléctrica no se produce en las de leña y lo hace mucho más relajante y placentero. Lo que más me gustó de todo el día (junto con la moto de nieve) fue algo que los finlandeses no lograron entender: el cielo.
Por supuesto es una imagen sacada de internet, pero para los que nunca habeis estado mas o menos, esto es una sauna
En toda mi vida nunca había visto un cielo tan despejado y lleno de estrellas. Las luces urbanas más cercanas estaban a más de 4 kilómetros detrás de unos árboles y la ciudad más cercana a unos cincuenta por lo que se podía ver TODO. No sé muy bien que vi porque de astronomía no tengo ni idea pero era un espectáculo grandioso. Sin embargo los finlandeses al verme no salían de su asombro. No entendían como podía impresionarme tanto algo que para ellos es normal. Es una de esas cosas que te hacen pensar ¿Cuánto tiempo hacia que no miraba al cielo? Tampoco me voy a poner profundo ahora pero es algo triste tener el mismo cielo y no poder verlo por culpa del “progreso”. Después de la sauna y de ver como se revolcaban desnudos por la nieve (yo no me atreví) y que se enfriaran nuestros cuerpos (yo me enfrié al aire, a -6 grados me pareció suficiente temperatura como para probar además la nieve) Volvimos a la casa para dormir ya que al día siguiente era día laborable.
En conjunto el día fue increíble. No solo me desprendí de tonterías e ideas que tenía sobre como son los finlandeses sino que comencé a entender porque a los finlandeses les gusta tanto irse al campo, pasar sus vacaciones rodeados de arboles vegetación y nada más. Su hospitalidad y amabilidad aún no hablando el inglés (la mayor parte de la familia no lo hablaba) fueron insuperables. Cada día que pasa me gusta más esta gente, en general son mucho más hospitalarios y agradables que nosotros… solo hay que entender su forma de ser.
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