Olen iPhone, mutta ei tähteä (Con iPhone pero sin estrellas) 5º Parte
Desde entonces no puedo evitar mirar al cielo con nostalgia. Recuerdo perfectamente como nos quejamos cuando las calles no están suficientemente iluminadas y envidio sinceramente aquellos lugares en los que aún hoy, en una noche de insomnio, uno puede levantarse y relajarse junto a la ventana de su casa mirando hacia el cielo. Envidio sin duda, esos niños, que no entienden prácticamente nada de lo que va más allá de sus padres y el colegio y rellenan esos huecos con su imaginación, cuando miran al cielo e imaginan como los personajes de sus dibujos, comics o videojuegos saltan de estrella en estrella o de un mundo a otro. ¿Qué nos ha pasado para perdernos el cielo? ¿De verdad necesito tanto un móvil, un ordenador última generación, o las ultimas zapatillas de Nike? Lo siento pero no me conformo con ver el cielo a través de google imágenes. No creo en las visitas virtuales a museos o en visitar ciudades a través de rutas informáticas en 3D. Seré quizá demasiado impresionable o demasiado exagerado pero yo echo de menos el cielo en Bilbao o en Valencia. Ciudades que me encantan en las cuales he vivido cosas increíbles pero que como regalo me dieron un asma galopante y poquito más.
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