Kovan päivän (Días difíciles)
Últimamente están siendo los días más difíciles que he pasado aquí. La pequeña familia que teníamos comienza a disminuir y gradualmente se nos van escapando ovejas del rebaño una tras otra. Es ley de vida, está claro, el Erasmus no dura para siempre y antes o después estas cosas iban a ocurrir pero cuesta llevarlo. Cuesta porque en cierta formas es extraño la forma en la que se van. No es como cuando te despides de la gente del colegio o del instituto. No es ni tan siquiera como cuando se acaba una carrera y te despides de la gente porque regresas, seiscientos kilómetros más allá, a tu casa. En ambas ocasiones tienes la sensación de que todo cambia, sensación de que no volverás a ver habitualmente a esas personas y de que si las ves la relación no volverá a ser igual. Esta vez es totalmente diferente, jamás, en toda tu vida volverás a compartir momentos con ellos, puede que con uno o con dos quizá te veas o quedes con gente de tu nacionalidad pero jamás volverás a tener esa pequeña amalgama multicultural entorno a ti. Sin embargo, tienes la sensación casi unánime de que si, por cualquier motivo, te cruzas en la vida de alguno la relación volverá a ser sino igual, muy parecida.
Los que hayáis estado de Erasmus con un grupo enorme de españoles no lo entenderéis, me llamareis exagerado o pensareis que es fruto de escribir esto sin suficiente perspectiva, pero los que hayáis vivido en destinos donde número de gente de tu nacionalidad es mínimo, donde hayáis hablado mucho mas inglés que castellano me entenderéis. ¿Cómo vas a cambiar tu relación con gente con la que has perdido el miedo a recorrer mundo sin compañía conocida? ¿Cómo vas a olvidar gente tan diversa que fue tu salvavidas en un ambiente tan diferente? He de reconocer que cuando vine aquí, a Finlandia, donde es todo tan distinto y donde parece mentira que estemos en el mismo continente, tuve dificultades para relacionarme. Me resultaba casi imposible entender esta gente tan extraña, tan parca en palabras y de tan diferentes costumbres y sin embargo, cuando llegaba a la residencia llegaba a mi oasis. Éramos pocos, unos veinte, cada uno de su padre de su madre y de su extraña patria y sin embargo parecíamos un grupo de amigos de toda la vida. Una pequeña familia con la cual compartir experiencias y momentos. Una te corta el pelo, el otro te traduce una página web, aquel te hace la cena y la otra te cuenta aventuras y desventuras propias cual monologuista de la tele. Entre todos creas una familia que poco a poco se va engordando con propios y extraños: compañeros de clase, gente que conoces en fiestas y agregados varios. Así, se completa un submundo, una red social tan extravagante como divertida, tan heterogénea como unida, tan rara como propia.
Decir por tanto que el Erasmus une sería caer en la mayor de las redundancias por ello prefiero decir que el Erasmus enseña. Enseña muchas cosas. Me atrevería a decir que ahora tengo la mentalidad mucho más abierta hacia el resto de culturas, soy más tolerante y sobretodo tengo mucha más curiosidad hacia el mundo. Así mismo me forjado un espíritu mas crítico pero menos voraz donde he aprendido que las “mierdas” de cada uno, aun siendo “mierdas” o habiendo cosas mejores son importantes. Con lo que me he hecho más tolerante a tradiciones pero más crítico con abusos o con desmanes de “los que mandan” o de ciertas sociedades que imponen sus modelos de conducta. Aunque también porque no decirlo, me ha servido para darme cuenta de lo bueno que tenemos en casa, que es más de lo que parece y por lo que deshacerse de complejos nacionales.
Y todo esto me lo ha enseñado gente como la que se ha marchado estos días. Gente como Jorge a quien por desgracia conocí algo tarde pero con quien ha sido un tremendo placer redescubrir la otra Finlandia y, sobre todo, descubrir que se puede aprender finés aún siendo un castellano parlante cerrado. Mi saludo desde aquí, campeón, que creo y espero estés leyendo esto. Gente como Alex (uno de los franceses) con quien he sufrido sus problemas, me han salido agujetas de partirme de risa y con quien he vuelto a descubrir lo buenísimo que es reírse de uno mismo. Otros como Jannick (otro francés) que nos ha demostrado el valor del “supuestamente débil o pequeño” un tío que se ganó el corazón de todos sin hacer ruido, como entrando sin querer. Un tío que nos enseño que se podía ligar sin querer con mujeres llevando el look mas gay (con permiso de Thibault) que he visto en años y sin perder la sonrisa. Y qué decir de Thibault, el gabacho. Mí o mejor dicho nuestro gabacho-spanish. Conquistador donde los haya que otrora acomplejaría al Cid o a Cassanova. Un verdadero crack en todas las facetas que nos ha demostrado tanto y con el que hemos pasado tantos momentos que se me hace tremendamente arduo escoger solamente uno.
Por aquí también pasaron belgas y su extraña forma de ver la vida y la política y algunos franceses con quienes compartí otros momentos pero que por las razones que fueran no me llegaron tanto, mi amado compañero húngaro y las escocesas. Así, en cuestión de una semana y tras la marcha anterior de húngaros y escocesas, se nos han ido todos los franceses, los belgas y uno de los españoles. En unos días se irá otra española, dos coreanos y la checa que nos abandonará aunque solo temporalmente. No diré que se nos ha acabado el mundo, ni mucho menos el Erasmus, pero todo es diferente. La residencia esta en silencio, internet va algo mas rápido y las saunas son mas solitarias de lo normal. Ya no tenemos que meternos quince personas en una sauna de capacidad máxima ocho. Ni podremos tener esas emigraciones colectivas al centro bici en ristre cual pelotón en el tour. Esas pequeñas tonterías, “mierdas” tan importantes para todos.
Llega mayo, mes de viajes de unos y otros, despedidas del resto y antepaso a la esperada “Summer School” (de la que os hablaré más adelante) que pondrá el colofón a esta inolvidable etapa de nuestras vidas. Solo decir, aunque pocos de los que se han ido puedan leer castellano, que no solo ha sido un placer compartir este tiempo con ellos, ha sido casi una necesidad algo genial e irrepetible que al menos a mi me ha marcado.
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