Massó: la memoria de Bueu

Publicado por flag- Claudia Costas — hace 8 años

Blog: Mi dulce hogar
Etiquetas: flag-es Blog Erasmus Pontevedra, Pontevedra, España

¡Hola a todos un día más! Sigo avanzando en la difusión de los atractivos de la villa en la que vivo. En el post de hoy os hablaré del único museo que tenemos, que, dicho sea de paso, (no es broma), vale por dos. ¡Empezamos!

No tanto por su tamaño o su espectacularidad, como por todo lo que sé de sus avatares, el Museo Massó ya aparecía citado en las guías más especializadas, incluso cuando no estaba abierto al público. Lo podéis encontrar en la calle Montero Ríos, justo frente al Centro social do Mar. Ocupa un viejo edificio, (de lo poco que queda), perteneciente al perímetro de lo que fue  la antigua fábrica de conservas Massó. Daba a cuatro calles, porque tenía una extensión enorme. Mucha gente trabajaba allí, sobre todo las mujeres, en las cadenas de selección del pescado, etc. Parte del legado Massó lo conforma la gran cantidad de fotografías de la época. Siempre me llamó la atención que muchas empleadas tenían el pelo larguísimo, peinado en una trenza. Debía ser la moda, creo. Todas llevan el mismo pañuelo blanco, estilo San Fermín.

La colección original era un batiburrillo muy heterogéneo. Se le atribuye al carácter inquieto y curioso de uno de los hermanos Massó, concretamente Antonio, más artista, dicen, que empresario. Como ya comenté en el primer post sobre  Bueu, la familia era originaria de  Cataluña. El apellido canta, ¿no? Compraba en almonedas, anticuarios y subastas, e iba almacenando piezas de todo tipo. Todo lo que hoy se expone no es más que una pequeña parte del inventario original. Son pocos los privilegiados, (era un tesoro privado), que pudieron ver la totalidad de cuanto poseía y guardaba.

Es costumbre aquí, como podréis suponer, organizar visitas al museo para los centros educativos de la zona. Voy a desglosar un recorrido por partes, para que comprendáis dónde radica su importancia.

El fondo, que no era exclusivamente de tema marino, fue ordenado y abierto al público después de muchas gestiones y reivindicaciones populares. Empezó siendo más pequeño de lo que es hoy. Está en período de expansión. Se inauguró con una sala abajo y otra arriba, además de un rincón no muy grande para las proyecciones. Ahora se extiende hacia la parte de atrás, en otro espacio dedicado a las exposiciones temporales, además de una especie de nave donde podéis ver un pecio, tal y como lo sacaron del fondo del mar, único en su especie. También se exponen otras embarcaciones tradicionales.

PRIMERA PLANTA.

Está a la entrada, a la izquierda de la recepción. En los primeros tiempos dedicaron una pared entera, (en la derecha), a lo que se conoce como carpintería de ribeira. Es, para los que no lo sepáis, el oficio de construir embarcaciones. Todo el instrumental del carpintero se exhibía perfectamente ordenado y signado, aunque ahora lo han trasladado a la sala del fondo. Podéis ver piezas de la antigua maquinaria de la fábrica, empleada en el proceso de conservación. Hay cantidad de latas originales, con sus logos, desde los primeros tiempos, (y así veréis la evolución), en adelante.

Un gran atractivo de este primer espacio, si eres un nostálgico, es la oficina. Parece el escenario de una película de época, pero todo es original, ¡incluida la perforadora de tarjetas, la máquina de escribir y el reloj para fichar! Al girar hacia el fondo, a la derecha, encontraréis una sección dedicada a la pesca de la ballena. El arpón para acabar con un cetáceo parece más bien un cañón o un misil. Por todas las paredes hay fotografías o carteles informativos. Como hubo clínica en la fábrica, se conserva mucho material sanitario, casi todo de metal blanco. Ya digo: de película. De momento no se utilizan guías sonoras ni nada parecido, pero no es necesario, creo yo, teniendo en cuenta que es un museo más bien pequeño.

La zona de exposiciones temporales, al salir y hacia el fondo, siempre ofrece algo interesante. Así, de memoria, recuerdo una colección de cartelería de época, y otra de iconos de procedencia rusa. También, como ya he dicho, hay piezas permanentes.

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SEGUNDA PLANTA.

Uno de los hándicaps más criticados, ya en su primera fase de apertura, fue que el museo no estaba adaptado para minusválidos. Es un asunto pendiente, (difícil de entender en los tiempos que corren), que ha provocado alguna que otra polémica. Se alegaba falta de espacio, por los límites del edificio original. Quizá pronto resuelvan este problema. De momento no hay rampa de subida, ni ascensor. No es la primera vez que observo que alguien tiene que quedarse fuera, por ir en silla de ruedas.   

Al entrar en esta sala notaréis una penumbra muy agradable. Los suelos son de madera. Oyes tus pisadas y acabas andando de puntillas, por si alguien te echa la bronca. Es preferible hablar en voz baja. El centro está ocupado por la mesa de una sala de oficiales, rescatada en el desguace de un barco. Las sillas se clavaban al suelo, un detalle que se puede observar en las patas. Está en muy buen estado y, si no recuerdo mal, es de madera noble. Dan ganas de sentarse, pero no se puede. Otra vez será, ¡las cámaras os vigilan! Portaos bien, chicos.

Hay urnas con maquetas de barcos chulísimas. Todo lo que se exhibe está en vitrinas también recuperadas. Impresiona bastante el mascarón de proa, (parece que había más de uno), que sobresale de la pared como un ángel volando. La verdad es que, cuando estás allí, no sabes dónde mirar.

También son interesantes los mapas del mundo enmarcados. Hay piezas muy arcaicas. De aquella se exploraban nuevas tierras y el mundo no se conocía con tanto detalle. La topografía, ¡ay!, estaba en mantillas. No podía faltar, y no falta, una bitácora muy chula.

La colección de instrumentos para orientarse en el mar es bastante completa. Mi hermana, que estuvo estudiando el Descubrimiento de América en Ciencias Sociais, (ciencias sociales), fue a ver el museo por enésima vez: así se hizo una idea más aproximada de cómo es un compásun  octante, un reloj de sol o un  astrolabio. La documentación es abundante y variada. Llena los estantes de las vitrinas tipo librería. Es un material para detenerse, en plan investigación, de un valor histórico alucinante. Me aseguran que los hermanos Massó llegaron a conseguir el documento de venta de un esclavo.

Existe acuerdo general en destacar qué es lo más valioso de este museo: nada más y nada menos que los incunables. Podéis ver algunos, (reunieron 21 en total),  en las vitrinas de cristal, pero, ¡ojo!, no se permite tomar fotografías en todo el recinto. Hace poco anunciaron que pronto podrán ser consultados. Están en proceso de digitalización. Su valor excede su precio, fuera el que fuera, pero quien los adquirió sabía apreciar algo bueno. Al fondo de un pasillo hay una sala anexa. Es de pequeño tamaño, pero muy acogedora. Se utiliza para presentaciones de libros o actos culturales, o una exposición itinerante con pocas piezas. La última que recuerdo fue dedicada al músico navarro Sarasate. Como dato de interés os comentaré que en Galicia, (no así en todas las Comunidades Autónomas españolas), los museos son gratuitos. La entrada no cuesta nada, ¡mola!, pero se contabiliza, para conocer el número de visitantes, que se publica de vez en cuando.

Y hasta aquí el post de hoy. Espero que os haya interesado. Hasta mañana, amigos. Ya sabéis, compartid, comentad, ¡lo que queráis!

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 Si os cuento un secreto… En una tarde de frío insoportable, nos metimos en el museo solo porque hacía calorcillo, jjjjjjjjj, Somos horribles.

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Galería de fotos


Comentarios (3 comentarios)

  • flag- Fátima chamadoira hace 8 años

    Tengo que decir que yo fui uno de esos privilegiados. Lo vi en un pase privado, por así decir, con el padre de un amigo que lo abrió para nosotros y que trabajaba para los propietarios. Lo que allí descubrí me dejó con la boca abierta.

  • flag- José Ramón Núñez Iraola hace 8 años

    Lo que está expuesto es una parte infinitesimal de toda la colección. Si en un futuro hay una ampliación de espacios, se tendrá la posibilidad de conocerla un poco más.

  • flag- Maria Escudero hace 8 años

    Sin duda un valor añadido para Bueu.

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