La Caracola de Cabo Home se rompe. ¿Por qué?

¡Hola a todos un día más! Hacía ya un tiempo que quería hacer esta entrada, llevaba unas semanas pensando por dónde empezar, cómo enfocarla, etc. Así que por fin ha llegado el día y creo que es la que más ilusión me hace escribir. Allá vamos: hoy os voy a hablar de mi lugar favorito de todo el planeta Tierra. Es una afirmación bastante fuerte que no puede decirse sin pensar, pero os aseguro que de todos los lugares que he visitado, ninguno me parece tan bonito y especial como Cabo Home. La suerte es que lo tengo al lado de casa y puedo ir cuando quiero. ¡Empezamos!

Lo primero que hay que saber de Cabo Home es la definición de su primera palabra. Un cabo es una punta de tierra de penetra en el mar. Como os podéis imaginar, es un lugar salvaje. A pesar de su naturaleza indómita, para muchísimos sería el reflejo de un locus amoenus: bosque abierto, vegetación verde, cielo azul. Hay quien puede renegar, rechazar, Cabo Home como tal. “El mar rompe con demasiada fuerza y el sonido del viento es estridente”, diría como justificación. No recuerdo la primera vez que fui a Cabo Home, la verdad, pero puedo asegurar que me gusta desde siempre (y para siempre).

Cabo Home se encuentra en la zona del Morrazo, en las Rías Baixas, y significa “cabo hombre”, en castellano, nada de leerlo en inglés o algo así. Comencemos por el principio. El acceso a Cabo Home es bastante complicado: camino de tierra, polvo y piedras. El coche va dando tumbos, pero al final hay un parking gratuito. Es esto o dejar el coche al principio, en la zona de los restaurantes, donde se encuentra la Caracola (tema crucial), de los que hablaré más tarde. Si decides aparcar aquí, tendrás que caminar un buen tramo hasta la punta del cabo, pero es un paseo bonito con vistas al mar, claro. Eso sí, ni se te ocurra ir con tus últimos Jeffrey Campbell de 160 euros. Mejor tenis de trekking.

Una vez que decides poner rumbo hasta la punta, te encontrarás con un camino lleno de piedras y zarzas, pero ancho de sobra para caminar libremente, tranquilos. El año pasado, a finales de agosto, las zarzamoras (en Galicia las llaman “silvas”) daban sus frutos, así que íbamos merendando mientras caminábamos. Sigues bajando y bajando, hasta que encuentras el primer faro, cilíndrico, pequeño y de color rojo y blanco; situado en la punta llamada Robaleira. Las vistas desde aquí son magníficas: las Islas Cíes (de las que ya os hablé en otra entrada) justo de frente, casi ridículas al ver lo cerca que están, creo que dos kilómetros, más o menos. Desde aquí, es el lugar perfecto para ver cómo el sol desciende y se pone por detrás de las Islas, dejando un sinfín de tonos naranjas que reflejan este ocaso gallego.

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El segundo faro, mucho más grande (18 metros de altura) y blanco, se encuentra en la Punta Subrido. Desde allí puedes contemplar también las Islas Cíes y todo el recorrido que has hecho para llegar hasta ahí. Toda la costa que se observa recibe el nombre de “Costa da Vela”. Si la marea está baja, puedes ver una playa pequeña en un lateral. Su acceso es casi imposible: el camino que hay que recorrer para llegar está sin asfaltar, virgen y el sendero está marcado por las huellas que otros dejaron antaño. Para llegar hasta la arena, hay que descender por unas rocas. Si alguien sabe otra forma de llegar (que no sea nadando), bienvenido sea. A mí esta playa me encanta. Es tranquila y apenas hay gente. Quizá por esto no debería estar escribiendo esto aquí, ya que quiero que permanezca así (¿?). Aquí uno/a puede quedarse dormido/a escuchando las olas chocar (para mí es un sonido súper relajante), bañarse en el agua friísima o contemplar el faro y el paisaje rocoso. No hay palabras.

Otro camino que podéis tomar es el que os lleva a la playa de Melide. Es una de mejores playas nudistas de Galicia, dicen, es un espacio natural protegido. La playa es bastante grande y con baja vegetación. En verano hay un chiringuito para tomar un helado o una caña. Si eres deportista de surf, este también es tu lugar, las olas son bastante buenas para practicarlo, dicen. Entre mis planes para el próximo verano, hacer surf aquí está entre los cinco primeros. Además de esto, yo no practico yoga, pero si lo hiciese, este sería un lugar perfecto para la meditación, taichí, pilates… Y todas sus variantes.

Cabo Home no solo tiene la maravillosa playa de Melide, también se encuentra la playa de Barra, para muchos todavía más impresionante. Es enorme, larguísima y suele estar menos frecuentada. Algo que también se comenta sobre Cabo Home es que tiene muchísimas calas secretas, escondidas, ¿conoces alguna?

Si lo que te gustan son actividades más moviditas, puedes realizar una buena ruta de senderismo. Después de ir hasta los dos faros para admirar el océano atlántico, las Islas, los acantilados y este paisaje rocoso, puedes volver atrás e ir hasta la Caracola. La Caracola de Cabo Home es una estructura, una construcción de acero (creo, juzgo por la apariencia) y es un símbolo que representa esta zona natural del Morrazo. Su autor, Lito Portela, la construyó para que los turistas y visitantes se metiesen dentro y pudiesen “escuchar el mar”. La mala noticia es que desde hace ya algún tiempo que esta Caracola se rompe. Son demasiados los que se suben encima para sacarse fotos con el Océano Atlántico detrás, así que la estructura cede por su peso.Como solución a las fracturas y las grietas que sufre la Caracola sería óptimo hacer una reforma completa y advertir a las personas que no deben subirse a ella para contemplar el paisaje. Desde aquí hago llegar también este mensaje a todos los lectores.

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Después de visitar la Caracola, puedes ir caminando hasta el Monte do Facho (también espacio protegido). Es un camino rebelde, también con piedras y mucha vegetación por el medio. Hubo un día que fuimos a hacer fotos por la noche con dos linternas y parecía que no eran suficientes. Cuando llegas a la cumbre, las vistas dejan sin aliento, el mejor mirador en el que he estado nunca. Se puede contemplar todo Cabo Home, mejor que desde alguna otra parte. Es aquí donde se pueden ver los restos de antiguos pueblos, como castros o templos religiosos.En definitiva, restos arqueológicos. O Monte do Facho se encuentra en Donón y “donon” significaba algo así como “lugar de piedra” y “facho” significa “antorcha”. Ahora todo cobra sentido, ¿eh? Galicia mágica.

Fuente Aquí, O Monte do Facho. Me hubiese encantado que todas las fotos de esta entrada estuviesen sacadas por mí, pero he estado buscando unas cuantas y no las he encontrado. Disculpas.

Antes de que se me olvide, además de senderismo, también es un lugar para practicar escalada. La pared donde se practica está cerca de la Caracola. De hecho, hay dos muros (mejor que “paredes”): uno con más dificultad que el otro. Yo lo intenté, pero ahí me quedé: yo y el vértigo, el vértigo y yo. Sin dudarlo ni un momento, tiene que ser un lugar increíble para escalar. Contemplas el mar “a tus pies”, como quien dice y te rodeas de naturaleza. Eso sí, si algún día decidís aventuraros, hacedlo acompañados y con equipamiento de seguridad, bla, bla, bla.

Al fin y al cabo, si al acabar el día estás cansado/a, siempre puedes tomarte una cervecita en los restaurantes que hay en la zona de la Caracola. Incluso cenar, si te lo propones. Unas patatas con alioli nunca fallan.

¡Y esto ha sido todo por hoy! Espero que os haya gustado mi lugar favorito. No solo representa a la naturaleza libre, apenas tocada por la mano del hombre, sino que también es un sitio con historia. La verdad es que por mi cabeza ya rondan unos cuantos planes para verano que espero llevar a cabo (¡nunca mejor dicho!). El verano pasado fuimos desde Cela hasta Cabo Home en bici, unos 40 kilómetros (ida y vuelta), qué locura, todavía no sé cómo pude llegar hasta casa. Tened muy en cuenta el tema de las fracturas de la Caracola, recordad que no es un parque de atracciones, como alguien ya ha comparado. Y nada, como siempre digo, para entender la verdadera esencia de lugares como este, no hay nada mejor que ir allí y vivirlo en persona. Sea verano o invierno, os va a gustar. Creo que nunca estuve más de un mes sin ir. Lo pienso y soy un poco fanática… Pero digamos que es un vicio más que sano. Gracias por leerme un día más. Mañana nos vemos. Hoy me despido con mucho cariño.

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