Illa de Ons: paraíso al lado de casa
¡Hola, hola! Hoy os voy a hablar de la Illa de Ons. Hace dos años ya escribí una entrada en Erasmusu sobre esta isla, pero ahora, me apetece hacerla un poco más completa ya que durante estos últimos dos años, he ido un par de veces y he descubierto partes nuevas de la isla.
Cómo ir a la Illa de Ons
Para quienes no lo sepáis, la Illa de Ons está situada en la ría de Pontevedra, en las Rías Baixas y forma parte del Parque Natural das Illas Atlánticas. Para ir tenéis varias opciones. Podéis coger el barco en Bueu, Cangas, Vigo o también Portonovo. Si no recuerdo mal, el billete cuesta unos 14€ y está incluida la ida y la vuelta. Cogedlo con antelación porque estos últimos años se ha vuelto bastante popular (aunque todavía no tanto como Cíes, claro) y los billetes de barco vuelan, al igual que las plazas para el camping.
El camping
Primeramente, tengo que decir que el camping de la isla está genial. El primer año que fui era simplemente un terreno casi sin delimitar, no había restaurante y si comparamos los baños de antes con los de ahora, no hay color. Antes era más campestre y el terreno mucho más virgen. Tú llegabas al camping y montabas tu tienda donde te daba la gana, prácticamente, sin ningún tipo de orden. Ahora tiene muchas instalaciones más: las parcelas están perfectamente divididas, hay cafetería-restaurante para desayunar, comer y cenar (platos bastante variados para ser un camping), también un parque infantil (aquí os dejo foto) y servicio de lavandería.
Los baños y las duchas están muy bien: son grandes y están muy limpios. Por el contrario, la primera vez que fuimos nosotros al camping nuestro baño se trataba un agujero en medio de una tabla cuadrada de mármol blanco, no llegaba ni a foso. No sé ni cómo describirlo de lo raro que era. Teníamos que hacer una sentadilla profunda para apuntar. Acto seguido, presionábamos el botón de la cisterna, cuyo mecanismo consistía en soltar un barrido de agua que pasaba por encima de la "tabla" lisa de mármol y se llevaba todo lo que encontrase por su paso. Literal. A pesar de que ahora todo es mucho más cómodo, me alegro de poder haber ido al antiguo camping donde todo era mucho más campestre. Toda una experiencia. Ahora puedo apreciar las renovaciones.
En fin. Ahora para pasar una noche allí (o las que quieras) tienes dos opciones: llevar tu propia tienda de campaña como a la vieja usanza o también puedes pagar por tiendas de lona, muy grandes, que ya están allí montadas. Dentro tienen camas y fuera una mesita de madera para comer. Muy apañadas. Normalmente esta suele ser la mejor opción para las familias que van con niñas/os pequeñas/os, ya que es el lugar más cómodo. Nosotras preferimos la primera opción: levantarte con dolor de espalda o de cuello porque has puesto tu tienda encima de la raíz del árbol más grande del recinto no hay quien lo pague. Es eso la verdadera vida en un camping, la verdadera esencia. También, para llegar al camping hay que caminar bastante desde el puerto y lo cierto es que se hace un poco pesado si vas con todo el petate. Sé que existe una opción de un tractor, te cobra X dinero y te montas tú, tus cosas y tus amigas/os en la parte de atrás y después pagáis por cabeza. Lo hicimos el primer año porque íbamos cargadísimas, pero este decidimos caminar.
Por las noches en el camping nos quedábamos en el restaurante porque había música en directo, el ambiente era ideal. Justo detrás del camping, donde ya no hay luz, se pueden ver las estrellas perfectamente. En Bueu (o casi en cualquier pueblo o ciudad de los alrededores) es imposible hacer esto por la contaminación lumínica, pero aquí sí. Fue una experiencia genial porque ese día había lluvia de estrellas y tenías que estar muy atenta para poder ver las estrellas fugaces y… pedir un deseo. ¡Ah! Ya se me olvidaba, en el bar-restaurante del camping también hay una especie de tiendita donde venden alimentos básicos y también las típicas cosas que te has olvidado en tu casa como crema de sol o cepillo de dientes. Si es que piensan en todo. Eso sí, si queréis ir, tenéis que reservar con mucha antelación porque el camping se llena en un plis plas, está súper demandado.
Además del camping, quizás seas una de las personas afortunadas que tengan una casita en la isla y puedas dormir allí, con todas las comodidades habidas y por haber. Te sientes verdaderamente isleña.
Qué ver en la Illa de Ons
Fuera del camping, hay muchas cosas que hacer. Las rutas de senderismo probablemente sea lo más popular. Los días que fuimos nosotras, hacía un sol abrasador y nos deshidratábamos a cada paso. Decidimos que lo mejor que podíamos hacer era estar en la playa y refrescarnos con el agua. Eso sí, el agua está muy muy fría. Tan fría como la de Cíes, o incluso más. Estuvimos en la playa de Melide y en la de Area de Cans, que probablemente son las más conocidas y populares, donde hay algunos chiringuitos cerca para tomarse algo y refrescarse. Nos torramos toda la tarde al sol y caminamos mucho por las rocas. Alguna amiga valiente se dio un chapuzón.
Cuando el día iba acabando y el sol no apretaba tanto, empezamos a caminar para volver a ver nuestros sitios preferidos de la isla. Fuimos al Buraco do Inferno (¿”Buraco” o “Burato”?), que traducido es algo así como “Hueco del infierno”, pero no me gusta decirlo en español porque parece que pierde significado y fuerza. Es una cueva muy profunda que desciende hasta el mar, que normalmente golpea con fuerza las rocas. Recibe este nombre debido a las múltiples leyendas que corren sobre él en la isla, pues dicen que pueden escucharse los gemidos de las almas que han sido atrapadas por el demonio. Allí hay una cruz como homenaje a una persona que murió tras resbalarse y caer dentro. Hay que ser prudentes a la hora de visitar este lugar. Un poco más abajo del Buraco do Inferno, caminando por las rocas que formas pequeñas escaleras, podemos llegar a una especie de “balcón” que da al mar. Desde ahí se puede apreciar su fuerza y bueno, las vistas son increíbles. Todo el que visita la Illa de Ons no se pierde este lugar. Yo lo visité la primera vez que fui, cuando era muy pequeña, y ahora cada vez que voy me paso por allí porque me parece alucinante.
Más tarde, fuimos caminando hasta el Faro de Ons. Nosotras no seguimos ninguna ruta de senderismo, que por cierto, todas ellas están señalizadas con diferentes colores en los postes. Nosotras preferimos caminar con intuición porque ya hemos estado tantas veces en la isla, que seguro que no nos resultaba difícil llegar. Es un punto bastante “alto” en la isla, dentro de lo que cabe, así que también hay vistas interesantes. Sacamos algunas fotos y nos quedamos allí viendo como el sol se ponía, siempre vigilantes de que ninguna gaviota agresiva nos atacase. Después, volvimos al camping para cenar, escuchar música y finalmente, echarnos a dormir. Esta foto es de mis preferidas porque refleja a la perfección lo que fue estar en la isla con mis amigas.
Al día siguiente fuimos a la otra parte de la isla, ya que todavía no la habíamos recorrido. El paisaje siempre es similar pero nunca deja de sorprender, la costa gallega no aburre a nadie. Si eres primerizo en la isla, debes saber que justo al llegar, en el puerto, existe una pequeña oficina de turismo donde puedes coger mapas y pedir información para sacarle el máximo partido a la isla. Si te animas, creo que puedes contratar un servicio para hacer buceo y poder conocer la isla de una forma totalmente diferente, que tiene que ser espectacular. Cerca de allí está situada la zona de los restaurantes y las tienditas, también hay puestecitos en la calle con collares hechos con conchas, pulseras y tobilleras. Yo me compré una que siempre me pongo en verano. Es sencilla, con una caracola blanca que queda genial cuando estás morena.
Para comer
Eran las 12:30 y nos entraba el hambre así que bajamos hasta Casa Checho y gracias a Dios a que llegamos pronto, tuvimos mesa. Media hora después empezaban a venir los turistas y el restaurante rebosaba de gente. Fuimos precavidas porque si no, tendríamos que haber esperado mucho. Así que mi consejo es que vayáis pronto, porque literalmente se llena. Comimos tortilla de patata (muy bien hecha, como a mí me gusta), empanada y ensalada. Todo muy rico y las raciones eran abundantes. De hecho, no todas pudimos acabarnos nuestro plato. Después, volvimos al camping, recogimos todo (la peor parte) y bajamos a la playa que está al lado del puerto para esperar al barco tomando el sol.
Ya a modo de conclusión, expresar que ojalá pudiese ir todos los veranos a Ons, ya que es un paraíso de desconexión y tranquilidad y prácticamente al lado de casa. Paisajes paradisíacos con agua transparente, arena blanca y aire puro, lejos de la contaminación de la ciudad. Sin duda, cada vez me reafirmo más en la frase: “no hace falta irse muy lejos” para encontrar lugares increíbles.
¡Y hasta aquí el post de hoy, escrito con mucho cariño! Espero que os haya gustado, para mí es un lugar muy especial que me recuerda mucho a mi infancia y me encanta visitarlo cada año. Podéis dejarme en los comentarios cuáles son vuestros sitios preferidos o si conocéis algún escondite secreto que merezca la pena ver. Gracias por leerme y nos vemos pronto.
Galería de fotos
Contenido disponible en otros idiomas
- Italiano: Isola di Ons: un paradiso vicino a casa
- Français: L'île d'Ons : un paradis à deux pas de chez moi
- English: Ons Island: Paradise just next door
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Comentarios (1 comentarios)
Fátima chamadoira hace 6 años
Es verdad que se oye decir "burato do inferno" tanto como "buraco". El mirador es un lugar mágico, ¡y no apto para asustadizos! Me sorprende que todavía no se haya ambientando en la Isla de Ons una novela policíaca...