Isla de Penang, Malasia

El Día de San Valentín, cuando yo estaba en Bangkok, Iacopo me dijo que su empresa lo enviaría a trabajar a Malasia. ¡No tenía que esperar a volver a casa para verlo! Fue una sorpresa genial, pero aún faltaban 7 semanas y estaba muy impaciente. Cuando acabaron las vacaciones TET, trabajé una semana y después, fui a la boda a Australia; luego, volví al trabajo, fui de vacaciones Mui Ne, después fue mi 24 cumpleaños y, tras una semana de juegos en la Escuela Secundaria, ¡ya era hora de coger un vuelo para ver a Iacopo! Habían pasado seis meses desde la última vez que nos vimos aquí en Vietnam. Parecía que hubiese pasado una eternidad.

Impartí las dos primeras clases el viernes por la mañana. Mi profesor ayudante, Giang, me dejó salir un poco temprano para que pudiese esquivar el tráfico y llegar a tiempo al aeropuerto. Eran mis últimas clases con los estudiantes de secundaria, así que había pasado la semana jugando a juegos y sacándome fotos con ellos. La última clase fue muy mona porque todos me abrazaron cuando me fui; ¡ni siquiera sabía que les caía bien! Así que fue una despedida agradable. Me apresuré a llegar a casa, me di una ducha rápida y llamé a mi Grab bike para ir al aeropuerto. Tenía una maleta de equipaje de mano y el conductor me hizo ponerla entre ambos en una Honda Wave. El viaje al aeropuerto fue muy incómodo y hacía muchísimo calor. Cuando llegamos, sentía que necesitaba otra ducha.

Hice el check-in a tiempo, pasé el control de seguridad e inmigración y ya estaba lista, sentada en la puerta de embarque, con una hora y media de antelación. Viajar me pone muy nerviosa. Le echaré la culpa a mi madre por mi ridícula forma de organizar el tiempo, ya que por su culpa perdimos un vuelo a Alemania en 2011. Ya no puedo llegar tarde a los aeropuertos. De hecho, tengo que llegar varias horas antes. No pasa nada realmente.

Me subí al avión y, con mi asiento del lado de la ventanilla, me quedé dormida y pronto llegamos a Penang. Conseguí conectarme a la wifi del aeropuerto. Iacopo aún estaba trabajando, así que intentamos organizar dónde nos veríamos. Me quedé un rato en el aeropuerto y, después, pedí un Grab Car al hotel por Coherent Penang, donde estaba trabajando. ¡Fue genial verle! Cuando volvimos a estar juntos, ¡parecía como si lo hubiese visto ayer y no hace seis meses!

El compñero de trabajo de Iacopo, Yuan, y su familia, nos recogieron del hotel y todos fuimos a cenar. Nos llevaron al sur de la isla, a un restaurante de marisco. Había cangrejos frescos, almejas y ostras para escoger. Iacopo y yo no teníamos ni idea de qué pedir, así que dejamos que Yuan eligiese. Unos 7 platos distintos llegaron a la mesa, incluyendo satay, calamares, varias almejas y dos enormes cangrejos que había visto con vida hacía media hora. ¡Todo estaba riquísimo! Pero había demasiada comida, así que dejamos que los chicos se la terminasen.

Desde allí nos llevaron al Aeon Mall, que estaba cerca del hotel, ¡para disfrutar del karaoke del viernes noche! ¡Fue muy divertido! Yuan compró una torre de cerveza para los cuatro adultos, ¡la cual pudimos terminar! Se estaba haciendo tarde, así que comprobé el recibo para ver a qué hora teníamos que irnos. ¡Decía que a las 4 de la mañana! Llegamos sobre las 10 y ya era la 1. Habíamos estado allí 3 horas y nos estábamos quedando sin canciones para cantar. El karaoke es genial, ¡pero pierde su gracia después de 3 horas! Por fin nos fuimos a las 2 de la mañana, cuando los dos niños y yo estábamos que nos caíamos del sueño.

A la mañana siguiente, Iacopo y yo decidimos levantarnos tarde pero, obviamente, yo me desperté bien temprano a las 8. Fue genial levantarse a su lado. Nuestro plan del día era coger un Grab e ir a la parte principal de la isla, George Town. Dimos un paseo por la ciudad, jugando al escondite con los famosos murales. George Town está repleta de impresionante arte callejero y edificios coloniales; ha sido nombrada como sitio del patrimonio mundial. Después de un zumo y un poco de tarta en The Mugshot Café, fuimos a la caza de murales, armados con un mapa de la ciudad.

Es una ciudad preciosa y mucho más tranquila en comparación con Ho Chi Minh. La isla es muy verde y tropical, con el océano y las montañas rodeando las ciudades. Tuvimos suerte, ya que se celebraba el Penang International Food Festival (PIFF) mientras estábamos ese fin de semana allí. ¡Encontramos calles llenas de puestos de todo tipo de comidas, bebidas y postres! Comimos mucho satay y muchas alitas de pollo. Encontramos una tienda que vendía cerveza muy barata, donde los lugareños y los mochileros se sentaban a beber en la terraza. Solo pretendíamos beber una, ¡pero acabamos bebiendo cuatro!

Pasamos la tarde pasenado por el Street Food Festival y viendo los conciertos. A las 11, cuando los puestos empezaron a cerrar, nos dirigimos a Love Lane, el Bui Vien de Penang. Pero es una calle de copas mucho más tranquila y civilizada. Nos quedamos en uno de los bares que tenía música en directo y un cóctel de la hora feliz. Sobre la 1 de la mañana, volvimos al hotel.

El domingo, queríamos pasar el día en la playa, así que fuimos a Batu Ferringhi, a 40 minutos en coche desde nuestro hotel. Nos bajamos en Bora Bora, un bar donde bebimos un zumo de fruta. Paseamos por la playa y encontramos unas sillas donde nos asentamos durante todo el día. ¡Era un día perfecto y el mar estaba calentito! El agua no estaba tan limpia con en Phu Quoc, pero a Iacopo le encantaba tomar el sol y estar en la playa tras meses en el frío y lluvioso Glasgow.

Nos recomendaron Sigi’s Bar and Grill para comer. Caminamos un poco para encontrarlo. Al parecer el restaurante formaba parte de un enorme resort de lujo, así que los precios eran bastante más altos en comparación con los de la comida a la que estábamos acostumbrados. Pero todo formaba parte de los "gastos" del viaje de trabajo de Iacopo, así que no nos importó pagar algo más. Pedimos dos cervezas grandes, calamares y gambas en tempura con patatas fritas y un plato de noodles típico de Malasia que se parecía al Pad Thai. Todo estaba riquísimo, pero estaba tan llena que me quedé frita en la silla de playa.

Sobre las 5 de la tarde, decidimos dar un paseo por la playa hasta el Hard Rock para tomar un cóctel antes de ver la puesta de sol. Nos sentamos en el puerto y vimos cómo se ponía el sol. El cielo estaba precioso y el sol se puso rojo como la sangre cuando tocó el mar en el horizonte. Era precioso. Subimos a un Grab para volver al hotel, donde nos dimos una ducha rápida y salimos hacia Georgetown para ver el final del festival de comida.

Iacopo se cogió el lunes libre. Fuimos al Templo de Kek Lok Si, donde pasamos un par de horas caminando en el calor. Cuando bajamos, encontramos la parada del bus descapotable. Por alguna extraña razón, tan solo vendían pases de 3 días a los turistas y pases de 1 día solamente a los lugareños. Era nuestro último día, así que no necesitábamos un billete de 3 días. Compramos un billete normal, que nos permitía quedarnos el tiempo que quisiéramos pero, una vez nos bajásemos, no podíamos volver a subir a no ser que comprásemos otro billete. Fue bastante raro, pero nos conformábamos con quedarnos desde la parada 4 en el Templo de Kek Lok Si y decidimos bajarnos en la parada 12: The Blue Mansion en George Town. Aprovechamos nuestro billete y conseguimos sentarnos al sol en la parte de arriba. Es posible que ambos nos hayamos quemado al sol, especialmente Iacopo, quien pasó la mayoría del viaje sin camiseta.

Paramos en una cafetería para tomar una mezcla de té helado y café; delicioso y fuerte a la vez. Desde allí, fuimos a Komtar Tower, el edificio más alto de Penang. Compramos las entradas, cortesía de la empresa, para subir al piso más alto, lo cual nos permitió disfrutar de las vistas de toda la ciudad y caminar por el Rainbow Skywalk, ¡un camino con suelos de cristal que te permite ver el suelo desde el piso 68! ¡Fue súper guay!

Para cenar, pedimos algo de comida callejera que le habían recomendado a Iacopo. ¡Comimos una mezcla de satay y diferentes platos de noodles, así como postres de arroz! Dimos un paseo por los muelles de China Town, donde unos arcos brillantes y coloridos alumbraban el paseo parítimo. Tuvimos que volver pronto para organizar nuestras maletas (Iacopo se llevaba 9 kg de mis cosas a casa). También fuimos al Aeon Mall para coger algunos snacks para el vuelo y café para los compañeros de trabajo de Iacopo en Glasgow. También tenía que trabajar por la mañana, así que nos acostamos temprano.

Por la mañana, Iacopo se fue a trabajar a las 8. Me quedé en el hotel un rato antes de irme a las 10 al aeropuerto para coger el vuelo que salía por la tarde. Fue triste despedirme de él, pero volveré a casa en 4 semanas, ¡así que no fue tan duro como cuando se fue en noviembre! Dos semanas más haciendo exámenes orales en el colegio, después dos semanas viajando con Aoife y ¡ya estoy en casa! Era triste, pero fue mucho más llevadero esta vez. Sé que lo veré pronto. La última vez, no teníamos ni idea de cuándo nos veríamos de nuevo.

¡Fue un fin de semana genial en Penang! Pude ver un lugar nuevo, conseguir dos sellos nuevos en mi pasaporte y ver a mi novio después de 6 meses. Fue el sitio perfecto y también el momento ideal. No me puedo creer que mi tiempo en Vietman se esté acabando, pero ahora tengo muchas ganas de volver a casa.


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