Primeras impresiones en el aula de infantil húngara

Al llegar el primer día a aquella aula de 4-5 años, lo primero que observé fue su distribución. Principalmente porque esta es físicamente muy diferente a la de España por el simple hecho de no tener una pizarra, algo impensable en un aula de 5 años de un colegio en mi país. Por ello no todo giraba en torno a esta sino a una gran alfombra situada en el centro, la cual sería parte de la mayoría de actividades conjuntas (cuentos, juegos, canciones…). Además las mesas y sillas también ocupaban un segundo plano, donde la mayor parte del tiempo los niños/as las usaban si tenían la necesidad de realizar juegos de mesa, cualquier otra actividad que requiera el uso de estas (manualidades, dibujos…) y durante los momentos de comida.

 

El segundo día en el centro, el aula de los "erizos" fuimos de excursión a un lago cercano a la localidad. Allí además de disfrutar de la naturaleza, mostraron a los/as niños/as como hacían el pan antiguamente con diversas técnicas y herramientas. Así tras observar como se molía el grano dentro del molino, como se amasa y hornea el pan; pudimos traer el pan al centro y comérnoslo durante el almuerzo.

A pesar de que este día fue una gran experiencia, sentí que apenas podía participar en la sesión. No sabía el nombre de los niños/as para intentar comunicarme con ellos/as y al no saber lo que iba a ocurrir en cada momento estaba totalmente desconcertada, en un ambiente en el que además de que casi nadie hablaba inglés yo apenas lo dominaba.

Pronto comencé mejorar mi inglés y aprender húngaro, siendo este último un gran reto personal, y digo personal porque en mi futuro profesional no serviría de mucho al no tener programado continuar en el país. Sin embargo, el proyecto nos ofrecía unas clases gratuitas en húngaro, pero yo podía percibir como asimilaba mucho más aquella dificultosa lengua en el centro infantil con ayuda de los/as niños/as y educadoras, como ellos/as comenzaron enseñándome números, colores, animales...

La primera semana allí fue demasiada la información que se retenía en mi mente, comparándola además con lo aprendido años atrás en España en diferentes centros infantiles y colegios. Al mismo tiempo de aprender hábitos y rutinas, pude aprender más lenguaje no verbal que en toda mi vida y algo más de la mitad de los nombres de aquellos niños/as, tiempo que en mi país es suficiente con los dos o tres primeros días de clase.

Así en solo una semana aprecié la verdadera importancia del juego y de la autonomía en las rutinas para el desarrollo del niño/a de edad infantil, siendo este ámbito muy diferente en España. Por ejemplo mi experiencia hasta ahora con edades comprendidas entre los 4 y 6 años había sido muy diferente, debido a que en mi país suelen dar más importancia a la lecto-escritura y cálculo en las aulas, que a valores educativos y emociones.


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