Viaje y llegada a París
Muy buenas a todos, como seguramente ya habréis visto en los noticiarios, leído en la prensa y las redes sociales o escuchado por la radio, este pasado viernes 13 se produjeron en Paris una serie de terribles atentados que todavía hoy siguen dando que hablar. Como esto es un blog de viajes, no seré yo quien a través de Erasmusu cuente lo sucedido, pero si que voy a intentar dar un poco de luz a esa bella ciudad que es París y que en los últimos días parece haberse sumergido en la más profunda oscuridad. Voy a hablaros de el que para mi ha sido uno de los mejores viajes de los que he hecho hasta el momento, con las calles de París como telón de fondo y yo como único protagonista, ya que a diferencia de otras ocasiones, en esta, decidí conocer esta ciudad solo y con la única compañía de mi mochila.
Por aquél entonces yo estaba en Francia, viviendo en Saint Nazaire y disfrutando de mi año erasmus. Llevaba todo el año queriendo conocer la capital del país donde estaba viviendo y surgió la ocasión de hacer un viaje y recorrer un poco de Europa. Aquel viaje tenía Colonia como destino final (Alemania), donde visitaría a un amigo y pasaría unos días y puesto que tenía dos semanas de vacaciones escolares, no estaba dispuesto a desperdiciarlas y decidí hacer una paradita de dos días en París. Tuve la grandísima suerte de tener alguien a quien conocía y que me acogió muy amablemente en su casa, haciéndome sentir durante esos dos días y tres noches como en mi propia casa. El plan era sencillo; patearme París yo solo y conocer todo lo que me diera tiempo, teniendo la libertad de poder hacer lo que yo quisiera en todo momento.
Pero no corramos tanto… El viaje tenía que ser “low cost”, o todo lo “low cost” que pudiera. Para empezar, estuve buscando trenes, autobuses, aviones y todo tipo de medios de transporte que me llevaran desde Saint Nazaire o en su defecto Nantes, (que era la ciudad grande más próxima a donde vivía), hasta la ciudad de París. Finalmente y como acabó siendo costumbre en Francia, decidí viajar en BlaBlaCar y hacer honor al termino “low cost” en todo su esplendor. El viaje desde Saint Nazaire me salió por 30 euros y desde ese primer momento de inicio de viaje tuve suerte, ya que la mujer con la que fui hasta París resultó ser de lo más simpática, haciéndome el largo viaje mucho más ameno. A lo largo del trayecto y como ya sabréis todos aquellos que habéis utilizado BlaBlaCar para viajar, fuimos parando en diferentes ciudades. Por aquel pequeño coche pasaron unas cinco personas diferentes, más o menos habladoras, pero de las que pude sacar su propia opinión de la ciudad de la luz y algunos consejillos de primera mano para moverme y disfrutar lo máximo de París.
La ciudad de la luz
Nada más llegar a París y después de pagar a la conductora, tenía que llegar a casa de mi anfitriona. Así que me puse manos a la obra y entré por primera vez en el metro de París, que he de decir, me sorprendió para bien. Como novato que era pagué un billete solo de ida, sin tener ni idea de las diferentes ofertas que hay para poder ahorrar unos eurillos y cumplir el sagrado mandamiento del “low cost”; no gastarás el dinero vano. Esto habría tenido un remedio de lo más eficaz, haber leído antes de comprar, pero tampoco quería que se me hiciera muy tarde ya que llevaba todo el día viajando y no quería demorarme más en llegar a mi casa de acogida. Pagué la novatada y me puse rumbo a las afueras de la ciudad de París, más concretamente a Vincennes, donde me estaban esperando. Al haberme recorrido la ciudad de oeste a este, me hice una idea de lo grande que sería y de los largos ratos que me tendría que pasar en el metro. Una vez hube llegado a la parada Château de Vincennes, ya fue pan comido.
Una vez estuve en casa y después agradecer y reagradecer a mis anfitriones una y mil veces que me dejaran pasar esos días en su casa, recuerdo que me estuvieran hablando maravillas de aquella ciudad de la que sin ninguna duda ellos mismos estaban enamorados. Me trataron de maravilla y es que, aunque yo ya les conocía, nunca había tenido una relación estrecha con ellos, pero rápidamente se rompió el hielo y parecíamos amigos de toda la vida. Recuerdo que cenamos una Quiche Lorraine, que es un plato típico francés y aunque yo llevaba todo el año comprándolas en el supermercado de al lado de mi casa, aquella, hecha en el momento, me supo mejor que cualquier otra que hubiera probado. Se acababan de mudar a aquel piso en las afueras de París y aunque todo estaba por colocar, les eché una mano e improvisamos un salón/dormitorio/comedor de lo más acogedor. También recuerdo que sacaron para probar diferentes quesos de todos los tipos y sabores y otras tantas cosas típicas francesas que yo no conocía de nada. Al ser ella española y él francés (eran pareja), estuvimos hablado de todo un poco, saltando de un idioma a otro. Estuvimos disfrutando de la victoria del Real Madrid frente al Bayern Munich (los tres somos del Real Madrid). Me dieron un mapa de la ciudad y más y más consejos y ayuditas para moverme fácilmente por la ciudad. Me hablaron de lo que no me podía perder y de aquello que no merecía demasiado la pena visitar. En definitiva se portaron de maravilla conmigo. Tal fue la confianza que me dieron, que al día siguiente ellos se marchaban de viaje y me dejaron las llaves de su casa para que me quedara allí yo solo. Y esa primera noche en París, después de haber pasado un magnífico rato con Ana y Sebas, me metí en la cama para descansar después de un largo día de viaje y a reponer fuerzas para de una vez por todas, recorrer yo solo las calles de París.
Un fuerte abraza para Ana y Sebas.
¡Y mil gracias de nuevo!
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- English: Travelling and arriving in Paris
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