Tercera parte de la Catedral de Notre-Dame

Publicado por flag-es Nieves Airazti Ballesteros — hace 10 años

Blog: NOTRE DAME
Etiquetas: flag-fr Blog Erasmus París, París, Francia

Buenas a todos! aquí tenéis la tercera y última parte de la guía de la Catedral de Notre-Dame.

Si no recuerdo mal, finalizamos la segunda parte hablando del exterior de la Catedral. A partir de este punto, volvemos al atrio de la catedral. Su fachada principal es como una pantalla, a través de la cual el fiel pasa de un espacio al otro. El Medioevo no oponía lo profano a lo sagrado, pero el parisiense, que llegaba, con sus inquietudes, de la ciudad, no debía entrar, sin reflexionar, en el ámbito litúrgico, donde aun siendo tierra, el cielo está presente.

Volviendo de la plaza Juan XXIII, al entrar en la plazade Notre- Dame,estamos en el siglo XIX y aun en pleno siglo XX. No obstante, cada elemento nos evocala Notre-Dameantigua: los muelles de Sena. En la Edad Media no se veía el río. ya que todo ese espacio estaba edificado; la suerte de la vieja Lutecia, ciudad de los Parisii, no se explicaría, sin embargo, sin esa protección natural.

Al otro lado del rio, el Barrio Latino nos recuerda que la Universidad parisiense nació de la iniciativa de la Iglesia y sólo para encontrar más espacio, se separó de la catedral.

La prefectura de la policía, al fondo de la plaza, testigo de que en el tiempo la catedral estaba muy cerca del poder civil, ya que el palacio-residencia del rey estaba situado donde ahora está el Palacio de Justicia, detrás de la prefectura. No fuéNotre-Damelugar de consagración de reyes, pero Luis XIII la llamaba “nuestra parroquia”. Paralelo al Sena, el hospital“Hôtel-Dieu”nos dice cómo, según la antigua tradición cristiana, el cuidado de los pobres y los enfermos es tan importante como la dignidad del culto, Antano, elHôtel- Dieubordeaba el sena y aún lo atravesaba. Fundado porLandry,obispode Parisen el siglo VIL el mismoMauricede Sully no quiso construir una nueva catedral sin reconstruir también el lugar donde se cuidaba a los hermanos, enfermos, de Jesu-cristo. Y así, el dinero recogido para las obras lo dividía en dos partes, aunque con ello la prestigiosa construcción de Notre-Dame se retrasara. La disposición actual de la plaza tiene sólo unos quince años.

Es cómoda para los visitantes, por las tardes, y aún las noches de buen tiempo; pero en cuanto llueve o hace viento, la plaza se vacía en un instante. Al fondo, no muy visitada, se abre la cripta arqueológica que permite, con luces bien distribuidas, un conocimiento de las construcciones, desde la era romana hasta nuestros días.

Señales en las piedras de la superficie indican el trazado de las calles antiguas y de la catedral de San Esteban.

Siguiéndolas se da uno cuenta de que la profundidad de la plaza contemporánea a la construcción era tres veces menor que la actual; eso explica una relativa frialdad de la fachada, cuando la plaza no está frecuentada. La catedral primitiva estaba más cerca de la vida de la ciudad. Pero ahora el turista se alegra de poder fotografiar la catedral en toda su altura. Una estrella, también en la superficie, indica el punto de partida de todas las carreteras de Francia. ¡Qué bello símbolo para Notre-Dame, lugar de tantos encuentros! Y también, ¡qué huella de la centralización francesa, a la que, por su parte, contribuyeron los reyes contemporáneos de la construcción! La edificación de la fachada y de las torres duró casi medio siglo, de 1200 a 1250. Entre el final del reino de Felipe Augusto y el principio efectivo del reino de San Luis, Blanca de Castilla, madre de éste último, es la regente del reino.

El gran problema de aquel tiempo era la lucha contra la herejía cátara o albigense, virulenta en el sur y particularmente en la región de Toulouse. Cierto que las motivaciones políticas influían en la represión, ejercida cor exceso en el nombre del rey; pero también es verdad que los cátaros fueron condenados por el papa, porque, como su nombre indica, pretendían una pureza que dividía el mundo en dos grupos, los puros y los impuros, aquí y en la eternidad.

La fe cristiana sostiene, en cambio que, mientras dure la historia, la cizaña y el buen grano crecerán juntos y que el pecador puede ser salvado por Jesucristo, Hijo de Dios y hermano de los hombres. Frente a la herejía, la catedral misma es una confesión de fe cristiana. El sólido apoyo sobre la tierra, la altura armoniosa, incluso el ritmo de su elevación muestran que el espíritu cristiano no concuerda con una mística inhumana. Incluso la gracia de la alta columnata contribuye a la solidez del conjunto.

Las puertas de la catedral parecen ocupar toda la superficie de la primera planta, siendo así que no ocupan más que la décima parte. Las portadas esculpidas ensanchan y elevan, al mismo tiempo, los huecos. Son como los brazos ampliamente acogedores de Dios que llama a todos los hombres. Las campanas y entre ellas la célebre campana baja llevan hasta lo lejos la misma llamada.

Por razones teológicas y porque esta fachada está orientada hacia el mundo secular, en los niveles inferiores de la portada central están representadas las ciencias humanas, teóricas y prácticas, las virtudes y los vicios; las estaciones, las edades de la vida y los trabajos de cada mes están representados verticalmente en ambos lados de las hojas de la portada izquierda. Como hemos ya dicho, algunos de estos elementos figuran también en vidrio, en el rosetón del oeste.

En este mundo del hombre. Dios escribe, una historia de salvación y de revelación que empieza con el pueblo de Israel, que está suficientemente representado en esta fachada. En las archivoltas que coronan las puertas aparecen patriarcas, profetas y reyes del Antiguo Testamento. Aún más: una galería de veintiocho estatuas, que atraviesa la fachada contiene los veintiocho antepasados de Jesús, citados en el evangelio de San Mateo, desde Jesé, el padre del rey David, hasta San José. Estos veintiocho personajes fueron, desde antiguo, tomados por los reyes de Francia; error favorecido con la consagración e instauración del reino franco de Jerusalén.

En consecuencia, dichas estatuas fueron derribabas durante la Revolución. Por una suerte inexplicable, sus cabezas fueron escondidas y redescubiertas en 1977; actualmente se encuentran, con otros restos de la escultura original de Notre-Dame. en el museo de Cluny, donde se les ha reservado una sala entera.

Es necesario verlos para comprender la profundidad espiritual de aquel arte, que los escultores del siglo XIX han intentado, en vano, imitar, para llenar los innumerables vacíos, con tan poco éxito como en el arte de las vidrieras.

Encima de las portadas de la derecha y de la izquierda, más arriba, vemos a Adán y a Eva, mientras que María, rodeada de dos ángeles domina la portada central. Aunque reciente, esta disposición ofrece un bello simbolismo; en nuestros primeros padres, toda la humanidad está presente. La historia, iniciada por el pueblo de Israel, culmina en Cristo.

El lazo entre el Antiguo y el Nuevo Testamento lo constituyen los padres de María, Joaquín y Ana, cuya historia, así como el matrimonio de María, están narradas en la portada de la derecha : otra referencia a los evangelios apócrifos. Esta portada de la derecha, llamada “la portada de Santa Ana” incluye también, horizontalmente, las principales escenas del Evangelio de la Infancia de Jesús.

Una Virgen Majestad presenta al mundo, y concretamente al creyente que entra en la catedral, a su Hijo, en el acto de bendecir.

Como dicen las letanías de la Virgen, ella es Trono de la Sabiduría, en quien el Verbo, Palabra y Sabiduría de Dios, se hizo carne. La Virgen está rodeada de dos ángeles y de dos personajes : Luis VII y Mauricio de Sully, rey y obispo que presenciaron el principio de la construcción de la catedral, según una hipótesis, sin duda inexacta.

No hace falta ser un perito para darse cuenta de que estas esculturas son anteriores a todo lo que hemos visto hasta ahora en Notre-Dame, parece seguro que provienen de la iglesia de Santa María, destruida para dar cabida al coro de la catedral actual.

Entre las puertas, una estatua de San Marcelo acoge a los fieles y visitantes. Marcelo fue obispo de París el siglo V. Vivió unos sesenta años antes de Sta Genoveva.

La fama de ambos personajes, los más populares en la piedad de los parisienses hasta la Revolución, viene de su caridad atrevida, inventiva, y eficaz. Como todas las personas activas Marcelo y Genoveva son también espirituales, mantenidos por la oración y los sacramentos.

Ya habíamos visto a San Marcelo celebrando los sacramentos y luchando por la fe en el cerco de la puerta roja. Aquí, está clavando su báculo en el hocico del dragón.

Haciendo juego con la portada de Santa Ana, que es más bien un homenaje a la madre del Salvador, la portada izquierda representa la muerte y coronación de María. Tampoco María y su hijo están sentados en el mismo trono. Él la bendice, mientras un ángel deposita la corona real en la cabeza de María. La misma escena está representada en la “puerta roja”. Pero antes de su coronación en los cielos, María se adormeció en la tierra.

La dormición es uno de los términos del vocabulario cristiano que significan muerte: los difuntos se adormecieron: Cristo vendrá a despertarles en el Último Día, como él mismo fue despertado por el Padre en la mañana de la Pascua. Despierto es una de las palabras del Evangelio para expresar la Resurrección. Tampoco aquí, ha quedado en el olvido el Antiguo Testamento. Bajo el lecho fúnebre de María, rodeada por los doce apóstoles, se encuentra figurada el arca de la alianza donde estaban depositadas las tablas de la ley.

Es la prefiguración de María en quien el Verbo se ha hecho carne.

En el centro de la fachada, la entrada principal confronta el hombre con la perspectiva del juicio final. Cristo triunfa glorioso; pero su gloria es la de la cruz, esculpida en el nimbo que rodea su rostro y que recuerdan las llagas de sus manos alzadas y su costado traspasado. Los ángeles de la izquierda y de la derecha llevan la cruz, los clavos y la lanza.

A ambos lados de Cristo, María y Juan ruegan por los pecadores. En las vueltas, los santos y santas se multiplican en su diversidad. Bajo la mirada de la misericordia y la comunión de los santos, resucitan los muertos, en el registro inferior y se reparten en dos grupos, en el registro superior. En medio de éste, un arcángel pesa las almas según la medida de su amor ; a la izquierda de Cristo, los condenados están ligados unos con otros por una cadena ; podrían quedar libres si abriesen la mano y soltasen la cadena.

A la derecha de Cristo, los elegidos avanzan, con la mirada fija en Él o están cogidos de la mano, para ir a reunirse con Abraham, Isaac y Jacob. Todos llevan una corona, puesto que todos tienen parte en la gloria de Cristo Rey.

Mirando con atención, se puede notar algún matiz en el color de la piedra y una diferencia de calidad entre las esculturas de las extremidades y las del centro. Estas, como los resucitados del registro inferior y el Cristo del tremol fueron realizadas por los escultores de Viollet-le-Duc. Su desaparición se debía, no a los revolucionarios, sino al arquitecto Souñlot. Para que las procesiones tuviesen más majestad al ingresar.

Soufflot, en 1756, sin vacilar, rehizo la entrada central de la catedral en una portada única coronada por una ojiva. En el mismo siglo también fueron destruidas las vidrieras de las naves central y lateral. En 1810, Chateaubriand tuvo que luchar mucho en Le Génie du Christianisme para que se despertase el interés por la Edad Media.

Por ambas partes de la portada central, al lado de las virtudes y los vicios (aquí la cobardía) cuatro escenas del Antiguo Testamento. A causa del vandalismo no queda mucho del sacrificio de Isaac o de la travesía del río Jordán ; en cambio, Job, a la izquierda, está meditando en su desgracia y rehúsa escuchar las piadosas explicaciones de sus amigos.

Alrededor de la catedral...

Hoy u otro día, podemos prolongar la visita de la catedral yendo al Museode Notre-Dame.Está en el n° 10de la rue du Cloître; en el piso bajo. En varias vitrinas se conservan loza, monedas, joyas galorromanas y medievales, encontradas bajo el atrio cuando se hicieron excavaciones desde 1965 hasta 1970. El fondo de una copa de vidrio adornado con la letras iniciales de Cristo es uno de los testimonios más antiguos del Cristianismo en Galia del Norte(S.IV).

El Museo tiene una amplia documentación acerca de la época clásica. Cuadros, acuarelas y grabados enseñan la catedral cercada de construcciones : casas de los canónigos con jardines en el norte, el arzobispado con su torre, y elHôtel-Dieuen el Sur.

Varias salas permiten ver como se transformó el interior de la catedral desde el siglo diecisiete, particularmente la modificación producida por el voto de Luis XIII.

Con la monarquía y los imperios,Notre-Damees donde se celebran los Te Deum, pompas fúnebres, bautismos de los príncipes, oraciones públicas en los tiempos revueltos, y muchas otras celebraciones nacionales. El acontecimiento, más famoso es la coronación de Napoléon Io, el día 2 de diciembre de 1804. Una petición parrafada por Hugo, Vigny, Ingres, etc., y también varios dibujos de Viollet-le-Duc evocan la restauración de la catedral en el siglo XIX.

La música se representa macizamente, con la consola del Gran Órgano, tal como se utilizó desde 1868 hasta 1962.

En 1937, Louis Vierne estaba tocando el órgano en este sitio cuando murió, en pleno recital.

Saliendo del Museo Notre-Dame, siga por la rué du Cloitre, que, antiguamente, se prolongaba en rué Bossuet : más allá encontrará una calle que tiene el nombre de otro gran orador sagrado: Massillon. Él es quien pronunció la oración fúnebre de Luis XIV en 1715.

En el número 8, una hermosa fachada del siglo XVIII contrasta con la fealdad de los edificios de enfrente. La placa del exterior narra la historia de esa vivienda. En el año 1455, R. de Gaillon dió una casa, sita en este lugar, para amparar la escuela de canto de Notre-Dame. Desde el siglo-IV, pues, una enseñanza en la relación con la actividad litúrgica de la catedral se desarrollaba en París, lo que entonces no existía en otra ciudad de Europa, ni siquiera en Roma. Esa “Escuela Episcola” o “Escuela Notre-Dame” siempre se ubicó cerca de la catedral, pero fue varias veces trasladada : los chicos de ayer no molestaban menos que los de hoy.

La casa de R. de Gaillon cobijó la escuela durante casi tres siglos : fue después reconstruida y acabada en el año 1740. Sirve hoy para la nueva “Escuela Catedral”, creada por el Cardenal Jean-Marie Lustiger, arzobispo de Paris desde 1981.

Cada semana, mil quinientas personas cursan diversas materias : Santa Escritura, teología, historia, filosofía, enseñanza musical, ciencia de la familia, preparación a las responsabilidades. Allí se encuentran numerosos laicos, pero también jóvenes seminaristas, o futuros diáconos en la plenitud de la vida. Se dio a esta casa el nombre del primer diácono Saint Etienne (San Esteban), igual que a la primera catedral.

Formación no puede separarse de información. Por eso la casa Saint Etienne, acoge el Centro de Información y Documentación Religiosa de la diócesis de París. Con visitas, correos, teléfonos o servicio “Minitel”, muchos encuentran una contestación a sus preguntas.

La misión de la casa Saint Etienne no se diferencia de la catedral misma, especialmente de lo que expresa la portada central : “Al hombre de hoy, como al de ayer, la Iglesia quiere expresar su fe firme en Dios, lo que Éste ha hecho por el hombre y lo que de él espera”.

Con esta última parte finalizo la guía de la Catedral de Notre-Dame cerrando además este blog. Espero que les haya gustado y sobre todo lo más importante, que les sirva de ayuda cuando vayáis.

Gracias y un saludo.

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