Pont des Artes, Notre Dame, Hôtel de Ville...
¡Esto está lleno de candados!
Al dejar atrás el museo del Louvre y sin intención de cruzar de nuevo el Sena, me topé con el mundialmente conocido Puente de las Artes, aunque todos le conocemos como el Puente del Amor. Se trata del puente de París donde todos los enamorados quieren poner su candado con sus nombres escritos con edding. Como estaba en París, había gente que quería sacar tajada de esta tradición tan absurda, así que en el puente había como cinco o seis mini puestos donde vendían candados y rotuladores para el que pasara por allí, quisiera “inmortalizar” su amor y no tuviera lo uno o lo otro. Esto de poner candados en las barandillas de los puentes no es exclusivo de París, ya que se ve cada vez más en diferentes puentes del mundo, como podría comprobar unos días después en Colonia. Estos mismos candados debían de pesar demasiado, así que el ayuntamiento de París decidió quitarlos todos ante la posibilidad real de que cedieran las barandillas del puente y alguien fuera al agua.
Ya que estaba allí, crucé el puente y rodeé un poco para ir a la isla del Sena, donde esta la Catedral de Notre Dame. Caminando por la orilla, me alegró encontrarme una de las cosas que me gusta ver que hay en las ciudades, vendedores de libros. Había unos cuantos vendedores, con sus pequeños puestos, en lo que es la calle de Conti y no solo vendían libros, sino que también discos, miniaturas, artículos de coleccionista… Estos pequeños puestos me encantan, ya que te puedes encontrar todo tipo de cosas que no te esperas y puedes regatear el precio y llevártelo por muy poco dinero (de por si ya son más baratos, ya que suelen ser de segunda mano o de procedencia desconocida). Me compré un libro en español que llevaba mucho tiempo buscando por 5 euros y lo mejor de todo es que venía con plástico, así que se supone que era nuevo (no le encuentras en castellano en España y le encuentras en Paris... )
No paré de rodear en todo el viaje
Siguiendo con mi ruta y puesto que por los puentes siempre se veía algo interesante, pasé por otro antes de llegar al islote. En el Puente Neuf (nueve), paré para descansar un poco y comer algo, que ya llevaba muchas horas andando y empezaba a estar cansado. Acabé de cruzarlo y pasé a la orilla norte del Sena. De nuevo me dejé perder un poco y estuve viendo el Théâtre de la Ville, la Place du Châtelet, la Tour Saint-Jacques, y bajé por la Avenida Victoria hasta el Hotel de Ville (el Ayuntamiento de París). En la Plaza del Ayuntamiento no había más que grupos de estudiantes españoles y parecía que estábamos en la Puerta del Sol y es que los españoles nos sabemos hacer notar con mucha facilidad (se nos oye a una legua). Después de hacer las fotos de rigor, fui directo a ver si me encontraba con Quasimodo.
Quasimodo no estaba, pero no importa
La Catedral de Notre Dame es el edificio eclesiástico más bonito de París sin duda alguna. Hay otros muy bonitos, pero Notre Dame al igual que pasaba con el Arco del Triunfo o la Torre Eiffel impresiona. Los alrededores estaban llenos de gente que entraba, salía, iba y venía. Por dentro la Catedral es un espectáculo colores. Todos los ventanales son vidrieras llenas de colores, con una gran vidriera redonda entre las dos principales torres, encima de la puerta de entrada principal.
La entrada era gratuita, pero para subir a las torres del campanario hay que pagar 8 euros. Como suele pasar en estos lugares tan visitados había colas para subir a las torres y dentro de la Catedral había mucha gente. Pero al ser ya algo tarde (las 18:30), la gente se empezaba a ir (estaban avisando de que iban a cerrar), pero yo aprovechando la coyuntura, me hice un poco el remolón, hice algunas fotos (no se podían hacer fotos con flash) y ya cuando hube acabado salí a paso rápido con uno de los trabajadores de la Catedral metiéndome prisa por detrás. No recuerdo la hora que era, pero si vais a visitar Notre Dame no vayáis tarde, porque os la podéis encontrar cerrada.
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