Misión Imposible 1: Alojamiento bueno, bonito y barato

10 de la noche. Calles prácticamente desiertas. Cité Internationale Universitaire de Paris. Mochila al hombro, maleta en una mano, mapa y papeles de reserva en la otra, piernas flaqueando después de casi una hora buscando la manera de llegar desde Denfert-Rochereau (porque, por alguna extraña razón, esa noche el RER no llega a la parada de la Cité Universitaire), el móvil sonando sin cesar. Por fin, llego a Fondation Deutsch de la Meurthe (una de las numerosas residencias que se pueden encontrar en la Cité).

Voy a la recepción y, afortunadamente, un conserje adormilado me espera en la puerta. Me da la llave de la habitación y me indica el edificio en el que se encuentra mi nuevo hogar: probablemente, el más viejo de toda la Cité. Entro a mi edificio y ¡qué sorpresa! No hay ascensor y tengo que subir por las escaleras con una maleta de 20 kilos. A duras penas, logró alcanzar la habitación: una cama chirriante, un armario y un escritorio de la época de la época napoleónica y un suelo que cruje al más mínimo roce. Me tumbó en la cama, muerta de cansancio. Recuerdo el precio de la habitación y, a pesar de todo, pienso: “Tampoco está tan mal”. Olvido las carreras, las confusiones, el miedo, la soledad... tal vez no esté en una suite del Ritz, pero, al fin y al cabo, estoy donde quería. Y, duermo, duermo como si todavía estuviese en el confortable colchón de mi habitación. “Et pourtant quelque chose était changé puisque, avec l'attente du lendemain, c'est ma cellule que j'ai retrouvée.”