Fin de semana en París del 7/12/2012 (tarde)
Después de comer...
Museo del Louvre
Al llegar al museo es un lío absoluto. Hay varias salas de pago, además de lo que es el museo en sí. Varias colas diferentes que no quedan claro para que son cada una y un puesto central, que tampoco queda muy claro si es de información o para qué es.
Total, que nos pusimos en la cola que vimos menos gente. Ya habíamos leído en internet que los ciudadanos de la Unión Europea menores de 25 años no pagaban nada por entrar en el museo, y la entrada normal de adulto eran 11€ e 12€. La cosa es que mi novio es brasileño, así que él si iba a tener que pagar.
Después de estar un rato en la cola, leímos en la pared del puesto de los billetes que era para comprar los billetes para el museo y para la sala Rafael no se que.
Al llegar a la ventanilla la mujer nos dijo que si éramos menores de veinticinco años debíamos entrar directamente, pero tampoco nos entendimos muy bien y nos dijo un rollo que no entendimos.
Así que decidimos ir al puesto central que parecía de información, donde una chica nos lo explicó bien en inglés.
Dijimos que mi novio era portugués en lugar de brasileño, pero que se le había olvidado la documentación en el hotel, a ver si colaba y tuvimos un montón de suerte porque funcionó. La chica se lo creyó y le dio directamente una entrada que ponía once euros, como si la hubiésemos pagado nosotros. A mi me dijo que sólo debía enseñar el DNI o cualquier documento de identificación en la entrada del museo, que son eso me dejarían entrar sin problema.
Ahora el problema era que no sabíamos dónde estaba la entrada del museo, porque había muchas puertas para las diferentes salas y no ponía “ Museo” en ninguna, total que entramos por donde ponía “ Denon “, que en el dibujo indicaba que en esa sala era donde se encontrada la “Mona Lisa”, que yo era lo que más ganas tenía de ver.
Dentro de la sala Denon es todo como un laberinto. Tienes que estar muy pendiente de cada zona para no dejar de ver nada. Ya desde la entrada está siempre indicado cómo llegar hasta la sala donde está la Mona Lisa, pero para encontrar lo demás es mejor seguir el mapa que se coge en el punto de información de fuera.
En la planta cero podemos ver esculturas, antigüedades orientales, antigüedades egipcias, antigüedades griegas, etruscas y romanas y por último, aunque ahora mismo está cerrado al público por reformas, artes de África, Asia, Oceanía y América.
En esta zona destacan algunas obras como la escultura del “Código de Hammurabi”, la “Estatua de Ramsés II”, la escultura de Afrodita llamada “Venus de Milo”, la escultura de “Amor y Psique” de A. Canova, el Cautivo llamado “El esclavo moribundo” de Miguel Ángel o la escultura de “Chupícuaro” que viene de México.
Cuando vemos la planta cero entera, podemos bajar a la -1 o subir a la 1. Nosotros decidimos bajar para no liarnos y después ver las dos de arriba.
En la baja sala se pueden ver esculturas, arte Islam, antigüedades egipcias, Oriente mediterráneo en en el Imperio romano, Egipto copto, la historia del Louvre y también encontramos la sala de exposiciones temporales.
Destacan la escultura de “Los caballos de Marly” de G. Coustou, el “Baptisterio de San Luis”, las fotos del Louvre medieval, el “Cristo y el Abad Mena”, “Santa María Magdalena” de G. Erhart y el “Retrato de una mujer joven”.
Ahora subimos a la primera planta y todo lo que vemos desde que subimos la escalera son indicaciones para ver la Mona Lisa. Además, esta es la planta con obras más bonitas, al menos para mi gusto.
Aquí encontramos los apartamentos de Napoleón III, la escultura del “Escriba sentado”, la escultura de la “Victoria de Samotracia", las pinturas de “La coronación del Emperador Napoleón I” de J. L. David y de "Las bodas de Caná” de Veronés. Y por supuesto, la “Gioconda” de Leonardo Da Vinci.
Además en esta planta también se encuentras objetos de arte, antigüedades egipcias, antigüedades griegas, muchas pinturas y artes gráficas. También hay otra sala para exposiciones temporales.
Por último, en la segunda planta encontramos pinturas francesas, artes gráficas y dibujos franceses, pinturas germánicas, flamencas, holandesas, belgas, rusas, suizas y escandinavas. Además de más salas para exposiciones temporales.
En esta planta destacan pinturas como “La encajera” de J. Vermeer, el “Autorretrato” de A. Durero, el supuesto retrato de “Gabrielle d´Estrées y de su hermana“, la “Virgen del Canciller” de Rolin, J. Van Eyck, “El tramposo” de G.de La Tour y “Los Baños turcos” de J. A. D. Ingres.
También hay una planta menos dos, debajo de la pirámide, pero ya empleamos mucho tiempo en ver todo lo demás, así que no la vimos, pero por si os interesa os cuento lo que podéis encontrar allí.
- Pinturas italianas, españolas, inglesas, francesas del siglo XIX.
- La Galería de Apolo con gemas de la corona.
- Esculturas italianas, españolas y de Europa del Norte.
- Pinturas alemanas, flamencas y holandesas.
- Objetos de arte medieval, Renacimiento y siglos XVII y XIX.
- Exposiciones de Egipto faraónico, del antiguo Irán, Arabia y Levante.
Vamos que si queréis verlo todo con detalle se puede perder un día entero. Nosotros como no teníamos mucho tiempo vimos lo que más nos interesaba y lo demás rapidito para no perder toda la tarde ahí.
Después de salir del museo nos hicimos unas cuantas fotitos en el Arco del Carrousel, que está justo a la salida.
Puente de Solferino
Después nos dirigimos al puente de Solferino, más conocido como el puente de los enamorados.
En realidad esto es una copia de un famoso puente de Roma, pero desde hace unos años, gracias a una película, se ha ido extinguiendo a diferentes países. A mi me hacía ilusión, así que llevábamos nuestro candadito comprado en la tienda del indio de aquí de Amiens, con nuestras iniciales escritas con rotulador indeleble para que no se borre con la lluvia.
Buscamos un huequecito libre justo en la mitad del puente y lo pusimos, nos hicimos unas fotitos y después tiramos las llaves al río Sena.
Mientras estábamos haciendo todo esto, pasaron un grupo de niñas españolas de unos 16 años y una gritó: “Ay que bonito que están poniendo uno”.
También llegó una mendiga pidiéndonos dinero para un café, o eso decía. Yo, con toda mi buena fe y con el dinero bien justito que llevaba, le di un euro y encima va la tía y me dice que le de más, que es muy poco para un café. Desde luego en España los mendigos al menos se conforman con lo que les das, no te piden más después de que le des. En fin, le dije que no le daba más porque no tenía más monedas, pero de verdad que vaya cara dura tienen algunos, que después seguro que ni siquiera es para un café, pero bueno.
A todo esto, estaba lloviendo bastante y hacía un viento horrible. El puente se movía un montón mientras lo cruzábamos y daba un pelín de impresión.
Por suerte, la parada de metro del Museo de Orsay estaba justo al lado y nos metimos corriendo dentro para cobijarnos de la lluvia. No sabíamos ni que metro paraba allí, pero seguro que alguno podíamos coger y enlazarlo con otro para llegar a la Catedral de Notre-Dame de París que era nuestro siguiente destino.
Catedral de Notre-Dame
Por suerte, estábamos muy cerca de la catedral, aunque no lo sabíamos hasta que vimos el recorrido del metro, bueno en este caso del RER.
Comprobamos en los mapas de la estación, que cogiendo el RER C en dirección a Versailles-Chantiers llegábamos en una parada a “Saint Michel-Notre-Dame”, que según mis indicaciones es donde se encontraban el Boulevard de Saint Michel y el Boulevard de Saint Germain.
Al salir del metro nos encontramos directamente con la catedral. Yo la verdad es que ya la conocía del viaje que había hecho a París hace años con mis padres, pero la recordaba más impresionante. Supongo que también es por la buena fama que tiene, por la historia que todo el mundo conoce del jorobado de Notre Dame y demás. Pero, sinceramente, la Catedral de Notre Dame de Amiens es mucho más impresionante y bonita que la de París, además de ser mucho más alta y más grande. Claro, cuando fui al otra vez a París no conocía la de aquí de Amiens, pero ahora que paso todos los días por su puerta para ir a clase, pues no hay comparación. Estoy segura de que cualquiera que conozca la de aquí la verá más bonita, lo que pasa es que no tiene tanta fama.
En fin, que como yo ya sabía que por dentro tampoco era nada del otro mundo, sólo nos hicimos unas fotitos en la puerta y ya está.
También tenían allí montado en la puerta una especia de grada con un escenario para unas actuaciones que se iban producir en los próximos días.
De compras
Bueno, como os decía antes, yo tenía apuntado en mi lista el Boulevard de Saint Germain y de Saint Michel como zona para ir de compras por tiendas "normales". Porque claro, todo el mundo sabe que zonas de tiendas carísimas y de marcas famosas hay muchas en París, lo complicado es encontrar una zona con tiendas normalitas.
Nos dedicamos a pasear viendo tiendas por si encontrábamos algún regalo de Navidad para algún familiar, además de observar las curiosas tiendas de souvenir que hay por todas partes. La verdad que recorrer las dos avenidas enteras era un paseo demasiado largo para lo cansados que estábamos y todo lo que llovía, sobre todo porque teníamos los pies chorreando y así era imposible andar demasiado. Así que recorrimos el Boulevard de Saint Michel casi entero y nos dispusimos a coger otro metro para ir a un mercadillo de navidad que había encontrado en internet y había apuntado en mi lista.
Como no sabía por que zona estaría después del paseo de compras, no escribí en mi plan un camino exacto para llegar en metro, sino que apunté el nombre de la parada de metro más cercana a la plaza donde se encontraba el mercado de Navidad. De esta forma, podíamos coger cualquier metro y buscar nosotros mismos cómo enlazarlo.
Teníamos que llegar a la parada “Montparnase-Bienvenúe”, así que cogimos dos metros y llegamos.
Al salir de la boca de metro vimos de frente una Galería Lafayette. Una amiga me había comentado que las ponían preciosas decoradas en Navidad, así que como teníamos tiempo, decidimos entrar a echar un vistazo. Y efectivamente, estaba muy bonita. Todo tan caro como siempre claro, pero muy bonita.
En esa zona debíamos encontrar una plaza llamada Raoul-Dautry, que ya sabía yo por Google maps que quedaba bastante escondidita. Así que nos dedicamos a preguntar, pero parece que no era muy conocida, porque nadie sabía dónde estaba.
Preguntamos a varias personas y no tuvimos suerte. Dimos bastantes vueltas, pero acabamos hartos de no encontrar nada y en esa zona parecía que hacía todavía más frío, así que decidimos ir a la Torre Eiffel, que era lo último de nuestro plan para ese día y así poder volver al hostal, que estábamos deseando quedarnos en un sitio calentito.
Torre Eiffel
En aquella zona encontramos una parada de metro y cogimos el número 6 en dirección a Charles de Gaulle. En seis paradas nos encontrábamos en “Bir-Hakein”, justo a la espalda de la Torre Eiffel.
Para cuando llegamos ya eran las seis y media más o menos y era completamente de noche. Para los que no lo sepáis, al Torre Eiffel se encuentra en una gran explanada de jardines, llamado Les Champs de Mars. Así que al quedar todo tan abierto, el frío era insoportable.
La idea era subir a la Torre a esa hora para ver toda la ciudad iluminada, pero tanto mi novio como yo estuvimos de acuerdo en hacernos unas fotitos desde abajo y ya subir al día siguiente, cuando no estuviésemos tan congelados.
Así que nos hicimos varias fotos desde la parte de la espalda de los Campos de Marte y decidimos irnos para volver al día siguiente más tempranito cuando no hiciera tanto frío.
Volviendo a casa
Como no teníamos ganas de andar más, nos metimos en la boca de metro de allí mismo, donde nos habíamos bajado.
Allí paraban el RER C y el metro número seis, pero resultó que ninguno nos llevaba a casa, así que teníamos que buscar uno que enlazara con el metro número dos o siete, que eran los únicos que nos dejaban justo al ladito del hostal.
Vimos que el RER C en unas cuantas paradas enlazaba con el metro número 2, así que decidimos coger ese.
El RER C lo que tenía de malo es que en la misma dirección hacía como tres caminos diferentes, pero no lo entendimos muy bien. Total, que nosotros lo cogimos en al dirección que nos venía bien, pero cuando ya estábamos montados vimos que hacía otro camino. Se estaba desviando para una de las otras dos opciones más cortas que aparecían en el mapa y no sabíamos por qué.
Así que en la siguiente parada nos bajamos y volvimos a cogerlo en el sentido contrario hasta donde nos habíamos montado. No sabíamos como hacer para llegar hasta la parada que queríamos, así que buscamos otro enlace diferente.
Vimos que había otra parada en la que enlazaba con el metro número doce, y éste tenía un enlace con el numero dos. Vamos, que era un follón horroroso, pero no sabíamos que otra cosa podíamos hacer, y sólo queríamos llegar al hostal lo antes posible.
Así que hicimos todo ese recorrido y cogimos el metro número doce, que pasó llenísimo de gente, supongo que porque era tarde y habría mucha gente saliendo del trabajo, o puede que simplemente sea hora punta en París. No se, pero la cosa es que a mí los metros muy llenos me agobian bastante con la bulla de gente.
Y encima, como no nos dejaban meternos porque nadie se movía y no cabíamos, mi novio tuvo que meterse por una puerta y yo por otra. Y entre el agobio que me da la multitud de gente y encima yendo sola, lo pasé bastante mal la verdad. Encima eran bastantes paradas hasta poder enlazar con el número 2.
Cuando por fin llegamos, resulta que la parada del número dos no estaba dentro de la misma estación. Te lo ponen como que enlazan, pero en realidad tienes que salir a la calle y buscarla, porque ni siquiera está indicada.
Acabamos preguntando en una ventanilla y el hombre nos dio un papelito indicando dónde estaba la parada. Tenía un montón de esos papelitos pintados, así que parece que era algo muy común perderse.
Cuando por fin encontramos la parada, el metro que llegó pasó igual de lleno que el doce, y le pedí a mi novio que esperásemos al siguiente, que no quería volver a meterme en el follón de gente.
El siguiente pasó un minuto después, pero igual de lleno, así que decidimos montarnos de todas formas, porque parecía que a esa hora ya todos iban a pasar así y no nos quedaba más remedio que cogerlo si queríamos volver al hostal.
Así que nos montamos y en unas cuantas paradas por fin llegamos a la puerta del hostal. Decidimos pasar directamente por el supermercado a comprar la cena. Todavía era temprano para cenar, pero sabía que después nos iba a dar más pereza, así que fuimos hacia el Día y compramos una pizza, que yo llevaba mucho tiempo con antojo de pizza, con esto de no tener horno en casa.
Como en el hostal había una cocina común, dejamos la pizza en la nevera y cogimos las maletas para subirlas a la habitación. Nos dieron la llave de la numero 7, así que tuvimos que subir escaleras hasta la cuarta planta, porque no había ascensor, claro.
Cuando llegamos la puerta estaba entre abierta y había una llave puesta en la cerradura por fuera, así que pensé que habían ido a arreglarla y que estaba vacía, pero al entrar encontramos un chaval aparentemente francés. Le mostré nuestra llave también con el número siete para que viese que éramos sus compañeros de habitación, pero el chico estaba hablando por el móvil y se fue sin decir nada.
Yo pensé que se había ido para hablar con más intimidad, aunque de todas formas tampoco nos íbamos a enterar-
Nos acomodamos y dejamos nuestras maletas en un rinconcito. Como parecía que todas las camas estaban sin usar, dejamos nuestras cosas en la de abajo y en la del medio, por más comodidad.
Mi novio quería quedar con un amigo suyo que está viviendo en París para tomarse algo. Yo la verdad que no tenía ningunas ganas porque estaba reventada y sólo me apetecía cenar y dormir, pero bueno, el chaval iba a ir hasta el hostal para verlo, así que por lo menos no teníamos que salir de allí.
Yo en cuanto llegamos al hostal ya me puse mis zapatillas calentitas porque llevaba los pies chorreando con las botas que tenía puestas.
Sobre las 8:30 bajamos a la cocina común a hacer nuestra pizza y cenar en el bar. Y de camino que bajábamos le dejamos las llaves al chico del bar, por si nuestro supuesto compañero volvía. Parecía que el chico del bar no estaba muy convencido de que ese fuese nuestro compañero de habitación y mi novio no paraba de decir que ese sólo estaba robando porque se había encontrado la llave puesta. La cosa es que todo era muy raro, pero no sabíamos nada seguro.
Al rato de cenar llegó el amigo de mi novio y estuvimos charlando en el bar mientras nos tomábamos algo. Justo entonces el chico del bar nos pidió nuestra llave porque había llegado nuestro compañero de habitación, que resultó no ser el mismo que estaba antes en la habitación.
Yo me quedé un poco más tomando algo con mi novio y el amigo, pero estaba cansadísima y decidí irme a la habitación y dejarlos a ellos un rato solos para que hablasen de sus cosas.
Ya en la habitación me planteé si ducharme porque me apetecía muchísimo una ducha calentita, pero la ducha estaba dentro de la habitación y no daba intimidad ninguna porque desde el cuarto se veía perfectamente a quien estaba dentro, porque no estaba aparte ni nada. Así que me dio vergüenza por si llegaba el otro chaval y me encontraba allí, encima sin estar mi novio ni nada.
Me puse mi pijamita y me metí en la cama. La verdad que se estaba super calentito allí, una maravilla después del día que llevábamos.
Poco después llegó mi novio y nos fuimos a dormir para levantarnos tempranito al día siguiente y aprovechar bien el día.
Dejamos una pequeña luz que había encendida para que el otro chaval pudiese ver bien cuando llegase.
La verdad que muy silencioso no fue, porque los dos nos despertamos cuando llegó a las tres y media de la mañana, pero bueno, no podíamos quejarnos, es lo que tiene dormir en habitaciones compartidas.
Al menos pasamos la noche calentitos, que con el día que habíamos pasado no podíamos pedir más.
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