"Es curioso, cuando sonríes se abre un paréntesis" Largo domingo de noviazgo

Salgo del Centre Pompidou y, para mi sorpresa, unos tímidos rayos de luz se dejan entrever en el cielo plomizo. Guardo el paraguas y, sin ganas de volver a la habitación de la residencia, comienzo a caminar sin rumbo fijo, perdiéndome entre las calles que rodean al extravagante museo, deseando, tal vez, encontrar unos de esos tesoros ocultos que esperan, pacientes, ser descubiertos por alguien que sepa apreciar su peculiar belleza.

Tuerzo por una de las calles laterales del museo y caigo en el error que suelo cometer con bastante frecuencia: no mirar el nombre de la calle. Porque allí veo una pequeña tiendecita, sencilla, que apenas llama la atención entre los vistosos comercios de su alrededor, pero que se transformará en mi tienda favorita y que visitaré todas las veces que me sea posible.

Entro vigilante, sin saber muy bien qué voy a encontrar y me hallo rodeada por todas partes de altísimas estanterías repletas de DVD y CD de todos los géneros, épocas y orígenes. Me paro frente algunas de las estanterías y leo los títulos: Le fabuleux destin d'Amélie Poulain -no podía faltar-, L'erison, La vie est belle, Edward au mains d'argent...

No siguen un orden claro así que es difícil buscar una película en concreto. Veo una película que me llama la atención y que siempre me ha gustado especialmente Un long dimanche de fiançailles y, poniéndome de puntillas, logro alcanzarlo a duras penas. Es en francés, sin subtítulos, como casi todas las películas de la tienda. Pero miro el precio: 3€, un precio que nunca soñé encontrar en la carátula de una película. Y confío en que algún día dominaré el francés y podré escucharlo sin necesidad de subtítulos o traducciones. Así que, compro la película, con la firme decisión de seguir aprendiendo francés hasta poder entender cada palabra de esa película, y confió en volver algún día a esa maravilla del cine y poder hacerme con mis filmes favoritos sin preocuparme por el idioma.