Elíseos, Ópera, Louvre...

Andaba y andaba y seguía pareciendo que estaba junto a la Torre Eiffel. Era tan grande que parecía que si le daba por caer hacia un lado podía aplastarte allí donde estuvieras. Pero yo me dirigía andando hacia la Plaza de la Concordia.

De camino me deje perder un poco por las calles de París, esas por donde no hay tantos turistas y donde se ven los típicos restaurantes parisinos en las películas. Tenía que cruzar de nuevo a la otra orilla del Sena y mi intención era ir a para a los Campos Elíseos. Crucé por el puente de Alejandro III, uno de los más reconocibles de toda la ciudad. Y es que si los restaurantes y la Torre Eiffel son típicos de las películas, el puente Alexaindre es otro de esos puntos que todos hemos visto en la gran pantalla. Lo cierto es que no sabía realmente que iba a pasar por él, pero los pasos me llevaron allí. Es el típico puente que todos imaginamos en París, con esculturas de hierro, pintadas en oro y negro y que resultan muy llamativas y a las que todos hacemos fotos. Hasta los profesionales de la fotografía aprovechan ese puente con la Torre Eiffel de fondo para sus sesiones, y lo digo porque me encontré a todo un equipo de fotografía haciendo fotos a dos modelos despampanantes en la barandilla del puente. Yo no quería ser menos e hice las mías propias (a mi mismo, las rubias ya tenían suficientes fotos).

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Si tienes sed, tienes agua

Algo que hay que saber de París, es que hay vendedores por cada esquina y te venden lo que vas a necesitar en ese mismo momento a un precio que no pagarías si no lo necesitaras en ese mismo momento. ¿Y por qué digo esto aquí? Simplemente porque a lo largo del puente y sobre todo a los extremos, había vendedores con cubos llenos de botellas de agua fresca, y era un día donde beber un poco de agua fresca se agradecía, por cara que fuese. La gente tiene que buscarse la vida y mientras sea así, bienvenido sea.

Después de dejar el puente atrás, la siguiente parada antes de llegara Concordia eran los Campos Elíseos. De camino fui viendo el Palacio del Descubrimiento, el Grand Palais y el Muso de Bellas Artes, simplemente admirando aquellos bellos edificios perdidos en medio de los grandes jardines del Elíseo. Ya en el corazón de los Campos Elíseos puse rumbo a la Plaza de la Concordia para ver todo lo que la rodeaba.

En Concorde como no podía ser de otra forma, había mucha gente, muchos turistas y muchos coches que iban y venían. Era simplemente una plaza de paso, por lo que no estuve más que el tiempo necesario para mirar el mapa y ver por donde seguía. Me dirigí hacia el Palacio del Elíseo y de allí a la Iglesia de la Magdalena, Madeleine como se dice en francés, y aunque di un poco rodeo, no importaba, puesto que no hay mejor forma de conocer una ciudad que callejeando, cosa que por otra parte me encanta hacer. Después de un ratillo andando llegué a la Madeleine, donde descansé un poco rodeado de palomas y de estudiantes.

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París te traga, te convence, te enamora

Lo cierto es que al pasear por París, este te va envolviendo, es como si te fuera tragando y cada paso te convence más de que es una ciudad-museo en si misma, donde cada iglesia, cada parque y cada edificio son una pequeña obra de arte. Al poco de estar allí sentado, me puse en camino hacia la Plaza de la Ópera, donde como no podía ser de otra forma, esta la Ópera de París. Por esas calles lo cierto que lo único que se oye es el alboroto de la gente y el ruido de los coches, pero a París le vendría muy bien música de fondo y lo más seguro es que de ser posible, se escucharía alguna pieza de música clásica.

Bajé por la Avenida de la Ópera en dirección al Museo del Louvre y en este caso ni se me pasó por la cabeza entrar. Todo aquel con el que he hablado sobre el museo dice que o entras para verlo a fondo o no entras, ya que las colas pueden ser interminables y ver un museo como este deprisa y mal es como no verlo. Me estuve paseando por los jardines del museo, viendo por fuera las Pirámides de Cristal del Louvre, el Palacio Real y el Teatro de la Comedia Francésa, todo situado alrededor del museo del Louvre.

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Ya con poco más que ver por esa zona, lo siguiente en mi itinerario era la también conocida por todos, Catedral de Notre Dame de París, gracias en parte a la inestimable colaboración de Disney.

(En una de las fotos se puede ver a mis amigos los vendedores ambulantes, que estan por todos los puntos clave de París).


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