El Cementerio de los Poetas NO Olvidados

Recorro las tortuosas calles de aquel “siniestro” laberinto, caminando entre los nichos de grandes poetas, científicos, personajes importantes para la historia, tal vez no del mundo, pero sí para la de otras personas. Porque aunque veo el lugar en el que yacen algunos de los ilustres de la cultura francesa (Balzac, Delacroix, Gay-Lussac, Molière, Edith Piaf, Chopin... ), no puedo evitar que mi mirada se vea atraída por los sepulcros de personas desconocidas que, quizá ya hayan sido olvidados, pero que, en su momento, lo fueron todo para otros. Como ya dijo el sabio Gabriel García Márquez: “Puedes ser solamente una persona para el mundo, pero para una persona tú eres el mundo”.

Sigo andando, sumida en la avalancha de pensamientos y reflexiones que no puedo evitar tener en un lugar como aquél. Recuerdo a mi madre y su reticencia a que vaya al cementerio, ni siquiera en fechas señaladas. Qué diría ahora si supiese donde estoy, si supiese que he ido voluntariamente a visitar el cementerio más importante de todo París. Pero, en parte, la comprendo porque ¿quién no siente pena al ver, tan de cerca, lo efímera que es la vida?

Sin darme cuenta, llego al rincón guardado a Jim Morrison, al poeta de los sueños rotos. Contemplo la multitud que se agolpa a su alrededor: jóvenes y adultos, que disfrutaron con su música antes y después de su muerte. Algunos llevan camisetas de su ídolo, otros intentan buscar un hueco para dejar un pequeño ramo de flores y unos pocos firman en el árbol que crece junto al sepulcro. Irónico, ¿no? Vida y muerte, unidos de la mano en tan solo unos metros. Me acuerdo de hace unos minutos, cuando vi una escena parecida junto a la sepultura de Oscar Wilde, llena de besos, firmas y flores. Y, no puedo evitar dibujar una sonrisa tampoco es tan malo, ¿no? Saber que algún día te recordarán por lo que significaste para otros.