Bonjour París
Llegaba a las 17:30 de la tarde a una estación llamada Bercy Seine. Esta vez nadie me fue a buscar y, para llegar me tenía que tomar un subte y un tren. Estaba a punto de anochecer, el barrio era muy feo, estaban muchas cosas en reparación, no podía encontrar la boca del metro, se estaba haciendo de noche y, encima yo andaba acarreando una valija de 23 kg más la mochila que debía pasar otros 10 kg.
Conté hasta diez, reprimí las lágrimas y seguí adelante, empecé a preguntar en mi francés A2 donde quedaba, aunque casi nadie sabía un amable señor me indicó. Pude ver a más gente con valijas yendo todos para un mismo lado, y efectivamente todos, se dirigían al metro.
Unas estaciones hasta la Gare París Saint Lazare y de ahí el tren hasta el Gran París. Me recibió mi otra prima en su encantadora casa que estaba tal como la recordaba. Ahí tenía toda una habitación para mí con una cama gigante y comodísima, donde ni bien apoyé la cabeza caí dormida...
El primer día de recorrido empezó tranqui, a las 10 tenía que estar en la plaza Saint Michel, para comenzar el free tour. Recorrimos a pie el Barrio Latino y seguimos hasta la famosísima catedral de Notre-Dame. Muy cerca de esta se encuentra la plaza Louis Lépine, y frente a esta, el Palacio de la Justicia junto con la Iglesia Sainte Chapelle y La Conciergerie. Caminamos por el costado de la estatua de Enrique el Bueno, el primero de la dinastía Borbón en Francia; cruzamos el Pont Neuf y nos dirigimos a conocer la historia de esas dos pirámides de vidrio tan famosas, que alberga, a la Mona Lisa, tal vez la pintura más conocida del mundo: el Museo del Louvre.
Cruzamos por el pequeño arco del triunfo, que conmemora las victorias de Napoleón, y seguimos caminando por el Jardín de las Tullerias y allí acabamos el tour. Para finalizar mi día, seguí bordeando el Sena hasta llegar a los Champs de Mars y poder ver la inmensidad de la Torre Eiffel. Después crucé para llegar hasta Trocadero, donde pude ver la puesta del Sol y, ya después pegué la vuelta.
El segundo día lo empecé en el Arco del Triunfo que es gigante a comparación del que se encuentra en frente al Louvre. Luego tomé la avenida más famosa de París, Champs Elyssees, hasta el final donde se encuentra la plaza de la Concordia, con el obelisco egipcio en medio.
Me desvié para poder conocer el Palacio de Eliseo, donde vive el Presidente de Francia y después volví hacia Champs Elyssees para lograr ver el Petit Palais y el Grand Palais, que se encuentran en frente.
Después me esperó una larga caminata donde pase por la iglesia de la Madeleine y la Opera, hasta que finalmente llegué a mi destino: la colina de Montmartre. Allí hice otro tour, pero esta vez pago.
Empezamos por el icónico Moulin Rouge, donde conocimos su historia y la de algunos de sus artistas más famosos. Pasamos por el café que aparece en la renombrada película Amélie y por la casa donde el pintor holandés Vincent Van Gogh vivió en Paris junto con su hermano Teo.
Seguimos subiendo por la colina hasta llegar al único molino original que queda en pie; si bien, hoy en día solo se puede ver una parte ya que, es propiedad privada y no se encuentra abierta al público. Fuimos hasta la estatua de Dalida donde conocimos su triste historia y su supuesto vínculo con el diseño del museo del Louvre.
Vimos el primer cabarete del barrio, llamado el Lapine Agile y la historia del dueño, que gracias a su generosidad muchos de los artistas del barrio tenían un plato de comida en la mesa. Hoy continúa abierto pero funciona como pub o bar, no como antaño. Vimos la inmensidad de la basílica Sacré Coeur de noche, con su marcada tridimensionalidad y la imponente vista a París por esas horas. El tour finalizó en una pequeña plaza, bien característica del barrio que se hallaba cerca del estudio y la casa donde vivió Picasso.
El tercer día comenzó la famosa Grévé de los trenes acá en Francia, así que, me decidí por quedarme en casa a pasar tiempo y jugar con mis primitos.
El cuarto fui a conocer la Bastilla que terminó por ser una depresión ya que lo único que queda en conmemoración de esa gran cárcel y de ese símbolo de la Revolución Francesa es tan solo un pequeño monumento.
Caminé hasta la Mezquita, y después con un yogurt helado en mano, me fui a pasear por los Jardines de Luxemburgo. Fui a la Sorbona y seguí hasta Les Invalides, donde se encuentran los restos del emperador Napoleón Bonaparte. Para seguir la tarde camine sin rumbo por las calles parisinas y me senté en uno de los típicos cafés de esta ciudad.
El quinto día, aunque mucho no lo compartirán conmigo, me pase todo el día en el Louvre. Seleccioné las exposiciones y pinturas que más me interesaban y dediqué ese día lluvioso a esta inmensidad de museo.
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