8/12/2012 Fin de semana en París (tarde)

Publicado por flag-es Elisa A.C — hace 6 años

Blog: Dá a día
Etiquetas: flag-fr Blog Erasmus París, París, Francia

 

Después de comer continuamos viendo los puestecillos de la acera de enfrente y después los Campos Eliseos, o le Champs Elysees, para los que prefiráis el nombre original en francés.

No llegamos a montarnos en la noria porque no íbamos muy sobrados de tiempo, ya que a las siete y media teníamos que coger el tren de vuelta, y todavía teníamos que ir al mercado de las pulgas y subir a la Torre Eiffel.

Mercado de las pulgas o "Marché aux puces"

Así que volvimos a la última parada de metro que habíamos visto y cogimos el metro número dos en dirección a Nation y nos bajamos en Barbés- Rochechouart, donde cogimos el metro número cuatro en dirección a la Porte Clignancourt e hicimos el recorrido completo hasta llegar a la última parada.

Ya en este recorrido decidimos no pagar el billete de metro porque vimos mucha gente saltándose la valla, y otras que pasaban por la puerta de salida abriéndola al contrario.

Incluso vimos un chino que, en lugar de saltar la valla por encima, intentaba pasarla por abajo. Las vallas son de estas giratorias que cuando metes el ticket se gira un tramo para que sólo quepa una persona. Pues el chino con su mochila y todo colgada en la espalda decidió meterse por medio de las barritas que separan cada tramo, así que se quedó atascado y ni para delante ni para detrás. Consiguió salir hacia adelante, pero después de la valla hay una puerta que sólo se abre hacia ambos lados cuando sale el ticket de la máquina. Así que ahí estaba el pobre chino atrapado por no haber pagado.

Le indicamos por dónde estábamos saliendo nosotros, pero el pobre tenía que volver a meterse con la mochila y todo hacia atrás. Y mira que hubiese sido fácil sin la mochila en la espalda, pero no se le ocurrió quitársela ni aunque estuviese atascado jajaja.

Bueno, después de un camino largo porque era el recorrido completo del número cuatro, llegamos a lo que parecía un barrio un poco marginal.

Hasta ahora no habíamos visto malas pintas por ningún lado, pero aquí sólo se veían vagabundos y gente rara. Además, había un montón de vendedores ambulantes con bolsos, pañuelos, carteras…todo de marcas falsificadas. Y no son de estos que te enseñan las cosas y si no quieres nada se acabó. No, éstos te acosan y te persiguen hasta que les compres algo, y si no te empiezan a coger el brazo y a toquetearte.

Yo menos mal que iba con mi novio, si llego a ir sola, a mi esa gente me agobia mucho y me da un poco de miedo.

Total, que nosotros estábamos yendo a ver el mercado este de las pulgas, “Le marché aux puces” en francés, porque leímos en una página de Internet que era un mercado famosísimo que no te podías perder.

Seguimos las indicaciones que había por la calle, mientras intentábamos escabullirnos de los vendedores ambulantes y encontramos el supuesto mercado, que resultó no ser nada extraordinario. Vamos, que es el típico mercadillo de fin de semana, como el que ponen aquí en Amiens los miércoles y los sábados. Un mercado con ropa de marcas falsificadas, muchos puestos de gorritos y orejeras, mucho cocodrilo falso de Lacoste, y muchas funditas para el móvil muy monas, pero ni siquiera eran baratas. Así que no se qué tenía de especial el famoso mercado de las pulgas. Aunque el nombre debía ser por la de pulgas que habrá en ese barrio, con tanta mala pinta jajaja.

Volvimos a la parada de metro de la que habíamos salido hacía un rato.

Y otra vez nos tocó pasar rápido entre los vendedores para que nos dejasen tranquilos. Uno de ellos en concreto era horrible de pesado. Llevaba unas carteras de hombre que no eran bonitas ni nada, y no dejaba de cogerme del brazo y decirme que la comprara para mi novio. Ahora eso sí, por muy malas pintas que tuvieran, todos hablaban varios idiomas para intentar vendértelo mejor. Eso me hizo mucha gracia porque en Francia hay un montón de empresas o de sitios culturales y de ocio en los que deberían hablar al menos inglés y nadie habla nada. Normalmente en español te dicen alguna palabra, pero tampoco demasiado. Y en cambio, personas como estos pobres vendedores que trabajan en la calle para ganarse la vida, saben varios idiomas.

Torre Eiffel

Bueno, cuando conseguimos llegar a la boca de metro cogimos el metro número cuatro, que era el único que paraba allí, pero teníamos que enlazarlo con el número seis o con el RER C, que eran los que habíamos visto el día anterior que nos dejaban en la Torre Eiffel.

Así que cogimos el número cuatro en la única dirección que podíamos, hacia la Porte d´Orleans, ya que estábamos en el otro extremo. Lo bueno de eso es que podíamos ir sentados porque habíamos sido los primeros en sentarnos jeje, y teniendo en cuenta lo llenísimo que iban los metros ese día por ser sábado, pues era algo que se agradecía.

En la parada de Saint Michel enlazamos con el RER C y en varias paradas más llegamos a “Bir-Hakeim”, a la espalda de la Torre Eiffel, donde habíamos parado también la tarde anterior. El camino fue bastante largo, por lo de haber hecho casi todo el recorrido del metro número cuatro, claro, así que llegamos deseando salir a la calle.

Al llegar a la base de la Torre Eiffel vimos que había varias colas diferentes, una en cada pata de la Torre. También había una entrada para gente que tuviese el ticket ya comprado y reserva de no se que cosa. Así que nosotros nos pusimos en la primera cola que vimos.

Pero al momento nos dimos cuenta de que esa cola era sólo para subir por las escaleras, que nos saldría sólo por 3,50 euros a cada uno por ser menores de veinticinco años.

Pero con lo cansados que estábamos de andar de un lado a otro para verlo todo rápido y aprovechar bien el tiempo, unido al frío que teníamos en los pies porque los teníamos básicamente chorreando y congelados de frío, pues decidimos que como todavía nos quedaba dinero, íbamos a subir en el ascensor, que nos salía por el doble, siete euros a cada uno hasta el segundo piso.

Subir hasta la planta de arriba nos hubiese salido por 12,50 euros a cada uno, y eso contando ya con el descuento de los menores de veinticinco años, y para llegar a la última planta no existe la posibilidad de subir por las escaleras, así que ya nos salía demasiado caro veinticinco euros sólo por subir a la Torre Eiffel.

Así que nada, nos pusimos en una de las colas que permitía comprar ticket para subir en ascensor con la idea de llegar sólo hasta la segunda planta.

Además, en la primera planta están haciendo obras otra vez, no se si para construir un restaurante o para qué. Sólo se que había un cartel que ponía algo así como “Trabajando por una nueva primera planta”, así que estaban las grúas en medio por debajo de la Torre.

La cola se nos hizo eterna, a nosotros y a todos los demás que había en ella porque escuchábamos a todo el mundo quejarse del frío que hacía. Había gente de todas partes del mundo, pero sobre todo un montón de españoles y sudamericanos. En España coincidió con el puente de la Inmaculada y claro, mucha gente lo aprovecha para viajar. Para que después digan que en España hay mucha crisis y mucho paro jajaja, pero la gente no deja de viajar por eso ehh.

Cuando por fin llegamos al punto en el que te registraban el bolso para dejarte pasar al último tramo de la cola, nos cerraron la puerta justo en nuestras narices. Y hasta pasado  un rato no nos la abrieron para dejarnos pasar.

Ahora entramos en una nueva parte que ya iba andando más deprisa y desde ahí ay veíamos los puestos que vendían los tickets. Claro, habiendo sólo dos ventanillas era normal que la cola fuese tan lenta. Pero bueno de todas formas tampoco se podía ir más rápido porque también había que esperar turnos para subir en los dos ascensores que hay en esa planta. En esta zona de la cola parecía que por lo menos hacía menos frío, debido a que todo el mundo iba muy pegado y nos dábamos calorcito unos a otros jajaja.

Por fin llegamos a la ventanilla y la chica nos intentó vender los tickets para la última planta, pero no estaba nuestra economía para tanto, no, así que compramos sólo hasta la segunda planta.

Justo cuando me estaba dando el cambio de los veinte euros que le había dado, empezó a bajarse la ventanilla y dejamos de ver a la chica.

Por lo menos ya habíamos comprado los tickets, pero el cabreo empezó con  los que estaban justo detrás de nosotros, que debían cambiarse a la otra ventanilla y ahora todo iba a ir más lento que antes jajaja.

Después de eso pasamos por una puertecita donde una chica nos cortó una parte de la entrada, pero nos pidió que esperásemos ahí porque ya había un grupo esperando a que bajase el ascensor.

Lo que hace que vaya más lento también, es que sólo hay dos ascensores que van conectados y suben o bajan, pero no hay uno que vaya subiendo mientras el otro va bajando. Esto si ocurría en la pata de la Torre en cuya cola nos habíamos colocado al principio. Claro que también, en esa pata los ascensores eran más pequeños y tenían capacidad para menos personas, pero bueno.

Al menos mientras esperábamos ahí ya hacía mucho menos frío porque quedaba cubierto.

Después de que subiese el grupo que estaba esperando, nos quedamos justo los primeros para entrar en el siguiente ascensor.

Unos minutos después llegaba nuestro turno y corrimos a montarnos, que estábamos deseando subir a la Torre.

Desde abajo parecía que el ascensor iba despacito, pero la verdad es que cuando estás montado da mucha impresión a la velocidad que va eso. Mi novio estaba súper contento haciendo fotos de la gente que iba por la escalera mientras nosotros subíamos en ascensor y de las vistas del Campo de Marte desde esa altura, pero yo en el momento que miré abajo me empezó todo a dar vueltas y me dio mucho vértigo, así que decidí mirar dentro del ascensor el resto del trayecto para no marearme.

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Al llegar a la primera planta hace una pequeña pausa pata encajar el ascensor que está más abajo y en la planta baja, y poco después continúa subiendo hasta la segunda planta.

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Nada más salir del ascensor nos queríamos ir de allí del frío que teníamos. Nunca en mi vida he pasado tantísimo frío en ningún sitio. Todo el mundo iba tiritando e incluso vimos un montoncito de nieve arrinconado en un rincón de la Torre de lo que había estado nevando la madrugada anterior.

Mi novio decía que nos hacíamos unas fotitos y bajábamos rápido, pero después del frío que ya habíamos pasado en la cola esperando para subir, yo no me iba de allí sin hacerme al menos una foto en cada lado de la Torre. Total, dentro de unas horas ya íbamos a estar de vuelta a Amiens, así que podríamos soportar un poco más de frío.

Nos quedamos arriba un buen rato y nos hicimos muchas fotos, pero a la hora de bajar resultó que había una cola considerable.

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Así que otro rato más a esperar. Encima había un follón de colas para diferentes cosas y como no hay mucho espacio arriba, las colas se iban mezclando. Cuando la cola fue disminuyendo nos dimos cuenta de que estábamos en una cola que era para subir al siguiente piso, no para bajar, así que tuvimos que cambiarnos.

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Una vez que estuvimos en la cola buena, parecía que no iba demasiado lenta. Al momento empezamos a andar cuando llegó el ascensor, pero nos quedamos otra vez justo los primeros, bueno en este caso éramos los segundos. El problema era que en el lugar donde nos habíamos quedado de pie, nos daba el frío de todos los lados y hacía muchísimo más frío que en medio de la cola entre la gente.

Estuvimos pendientes del sistema de poleas que suben y bajan el ascensor, así al menos estábamos entretenidos mientras nos congelábamos, pero el tiempo podía pasar más rápido si intentábamos estar distraídos jejeje.

Por fin llegó nuestro ascensor y nos metimos corriendo buscando un poco de calor, o al menos de menos frío.

Bajar me dio un poco menos de vértigo que subir, aunque iba bastante rápido también eh, incluso se taponaban los odios de la presión.

Cuando llegamos al suelo eran las cinco de la tarde y nos habíamos puesto en la cola a las tres y media. Vamos que nos habíamos llevado una hora y media entre colas y hacernos fotitos arriba.

Como nuestro tren salía a las siete y media y todavía teníamos que volver al hostal a recoger las maletas, decidimos ir cogiendo el camino de vuelta.

Justo al lado del hostal teníamos un McDonald´s, así que pensamos que podíamos quedarnos allí merendando hasta las siete o así que fuésemos a por las maletas, así estábamos en un sitio calentitos y además teníamos Internet para ponernos al día después de dos días desconectados jejeje.

Volvimos a la parada de metro del RER C y esta vez intentamos fijarnos bien para coger la rama que nos interesaba del recorrido para enlazar directamente con el metro número dos y que nos llevase al hostal.

Resulta que el día anterior si nos habíamos colocado en la vía correcta. Lo que ocurre es que por el mismo camino pasan tres trenes diferentes con tres recorridos diferentes y en lo que hay que fijarse es en el nombre que lleva escrito en el panel delantero.

Así que después de mirar bastante las pantallas para estar convencido de que era de esta forma como funcionaba, llegamos a la conclusión de que teníamos que esperar al tren que pusiese GOTA en el panel de delante. Lo bueno es que la pantalla te indicaba a que hora llegaba el tren, así que eso lo ponía fácil.

En pocos minutos llegó nuestro tren y efectivamente, éste sí hizo el recorrido que nos convenía. En unas cuentas paradas enlazábamos con el metro número dos y estábamos camino del hostal.

Cuando llegamos todavía no eran las seis de la tarde, así que fuimos al McDonald´s y buscamos algo rico para merendar. La pena es que no era de esos McDonald´s que tienen una parte de cafetería además de la parte normal, como por ejemplo tiene el de aquí del centro de Amiens, así que tenía menos variedad de cositas para merendar.

Yo me pedí un batido de estos que llevan frutas naturales, leche y helado y están buenísimo, sabía un montón a fresa y mi novio se pidió un café capuchino de Amiens, que los llaman aquí en Francia, y una magdalena gordita de chocolate, que también estaba muy buena.

No sentamos en una mesa tranquilitos y estuvimos allí disfrutando del calorcito que hacía dentro del local y del wifi gratis conectados en nuestro móviles jejeje.

Cuando dieron un poco más de las seis y media le propuse a mi novio que fuésemos a recoger las maletas al hostal para ir yendo despacito hasta la estación de la Gare du Nord y así ahorrarnos un último metro.

Así que volvimos al hostal, cogimos las maletas y nos pusimos a caminar hacia la estación.

Cuando llegamos, esta vez sí nos acordamos de que teníamos que validar los billetes antes de montarnos; Lo que no sabíamos era dónde hacerlo.

Cuando estábamos buscando un punto de información para preguntarlo, de repente vi unas máquinas que tenían toda la pinta de ser donde había que meter los billetes, así que probamos a ver si era ahí, y efectivamente ahí era.

Así que ya con nuestros billetes validados nos pusimos a buscar por las pantallas en que vía estaba el tren con destino a Amiens, pero nos acordamos de que nos habían dicho en la estación cuando compramos los billetes que la vía estaba en obras y debíamos enlazar con un autobús que ponía la compañía y después de nuevo con otro tren.

Así que lo que teníamos que buscar era la vía con destino a Creil, que era la primera parada donde nos dejaba el tren para coger al autobús.

Lo encontramos en la pantalla y de todas formas también ponía destino Amiens, pero ponía los lugares donde había que hacer enlace para dejar claro que no iba directo a Amiens.

De todos modos el número de la vía no estaba puesto todavía, pero vimos que había otro tren también destino indirecto a Amiens que salía antes que el de las siete y media.

Eran las siete y dos minutos en ese momento y ese tren salía justo en dos minutos, así que tuvimos que correr hasta la vía nueve para ver si todavía podíamos cogerlo.

Como el chico de la estación nos había vendido el tren con horario libre por el tema de la obra no tuvimos problema en montarnos en ese. Preguntamos al revisor antes de montarnos para asegurarnos y nos explicó los enlaces que teníamos que hacer con el autobús y con el otro tren.

Al no ser un tren de larga distancia, no era tan cómodo como en el que habíamos ido desde Amiens a París. De hecho no me cabía ni la maleta en la parte de arriba, así que tuve que llevarla entre los pies. Tampoco había muchos huecos libres cuando nos montamos, así que fuimos en uno de cuatro con otro señor en frente.

El camino no fue muy largo hasta la siguiente parada. A las siete y veintiocho llegamos a Creil, una pequeña ciudad pero bonita y muy decorada con iluminación y adornos navideños.

Al llegar a la estación todo el mundo empezó a correr. Como no sabíamos hacia donde teníamos que ir, decidimos seguir a la gente. Lo que no entendíamos era por qué corrían tanto si el autobús no salía hasta las siete y cuarenta y siete.

Cuando salimos al exterior y vimos las paradas de autobús, buscamos la que pusiese destino “St-Just-en-Chaussée”, que era nuestra siguiente parada, donde volveríamos a coger otro tren. Según la pantalla, nuestro supuesto autobús salía a las siete y cuarenta y tres, y no a las siete y cuarenta y siete, pero todavía no había llegado y faltaban sólo unos minutos.

Un señor llegó y nos preguntó si sabíamos dónde era justo el mismo autobús que estábamos esperando también nosotros. Así que fue él mismo a preguntarle al conductor de otro autobús que estaba allí estacionado y el señor fue tan amable de explicarnos en inglés dónde estaba el bus que debíamos coger.

Cuando llegamos ya estaban allí todas las personas que venían con nosotros en el tren desde París, así que ya sabíamos por que habían corrido tanto; para sentarse con quienes querían.

Cuando llegamos a la puerta la conductora nos dijo que sólo podían entrar dos personas más y nos abrió unos asientos desplegables que había a la altura de la puerta trasera del autobús. Daba un poco de impresión porque íbamos justo encima de la puerta y no era de estas puertas pequeñas traseras de autobús de carretera, sino de las normales que se abren hacia los lados de los autobuses urbanos. Así que parecía que nos íbamos a caer a la calle por ahí.

Pero al menos habíamos conseguido montarnos, que hubo gente que se tuvo que quedar abajo esperando al siguiente autobús.

El camino no fue muy largo y apenas nos metimos en carretera, así que pudimos ir viendo la ciudad. Llegamos a un punto que indicaba Beauvais a la izquierda Amiens a la derecha. Fue ahí cuando me di cuenta de que era el mismo camino que hace el autobús que te lleva desde el aeropuerto de Beauvais a Amiens.

Si el mismo autobús nos hubiese llevado hasta Amiens ya estábamos bastante cerca, pero se desvió para seguir su recorrido y dejarnos en la estación de St Just en Chaussée.

Aquí decidimos no perder a la gente de vista y correr también para no perder el tren, porque el autobús llegó justito de tiempo y el tren salía ya. Claro que teniendo en cuenta que el autobús está contratado por la propia empresa de trenes, no creo que se hubiesen ido sin haber llegado el tren todavía a la estación. Pero bueno, aún así corrimos.

Encontramos fácilmente el tren que ponía con destino Amiens.

Para cuando nos montamos en el tren ya eran las ocho y treinta y siete y en apenas media horita llegamos a Amiens.

Como todavía no eran las nueve y media pensé que nos daría tiempo a coger algún autobús que nos llevase a casa, pero se me olvidó que era sábado y que hay muy pocos autobuses.

Miramos los horarios en al Gare du Nord y vimos que el único que faltaba por pasar era el último bus del quince y quedaban diez minutos.

A esa hora seguro que iba con retraso, así que para cuando llegasen ya habrían pasado unos quince minutos. Para esperar allí quince minutos pasando frío, también podíamos irnos andando, que tardábamos otros quince minutos.

Siendo tan tarde y estando más al norte que París se suponía que teníamos una temperatura más baja de la que habíamos tenido esos días en París, pero lo cierto es que las pequeñas calles del centro de Amiens protegen la ciudad y hacen que haya una sensación térmica mayor, por eso tampoco hace nunca demasiado viento jejeje.

Al ratito llegamos a casa y como os dije al principio de mi historia, estábamos tan cansados que cenamos rapidito y nos fuimos a dormir.

 

 

 


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