"Pamplona a secas"

No esperéis que os hable de museos, estatuas ni recorridos memorables… Esta entrada se llama "Pamplona a secas", pero realmente lo que voy a contaros es cómo sobrevivir tres días en San Fermín, o lo que es lo mismo, como sobrevivir a las mejores fiestas de España. De nuevo y ya casi como por costumbre, nos subimos al coche los mismos tres que habíamos hecho el viaje a Ámsterdam, Alberto, Alejandro y yo. Llenamos el depósito de gasolina, el maletero de comida y bebida y el viernes después de comer nos pusimos en camino hacia Pamplona. Ya sabíamos que el fin de semana va un montón de gente y puede resultar un poco agobiante en alguna de las calles de la ciudad, pero nos hacemos a todo.

La lista de la compra

La semana anterior habíamos hecho una pequeña lista con cosas que teníamos que llevar y algunas de las cuales, podemos decir que son imprescindibles. Compramos un pantalón y una camiseta blancos (de lo más barato que encontramos, a sabiendas de cómo podrían acabar). También echamos al coche un cargador para el teléfono móvil con adaptador para el mechero y ¡CÓMO NO!, comida para pasar al menos un par de días (y algo más por si acaso). Nuestra dieta se basó en bocadillos de pan bimbo con chorizo, queso, salchichón, lomo… Además compramos una longaniza de fuet para cada uno y algo de agua para no morir deshidratados. Y sigo sin entender por qué Alberto se empeñó en comprar unas latas de anchoas… Por supuesto, no podemos olvidarnos de la bebida, que también la llevamos desde casa (fallo nuestro ya que allí se puede comprar en casi cualquier rincon). Vino y coca-cola es lo básico y esencial. Todo esto nos salió por unos 30 euros y teniendo en cuenta que íbamos para dormir o en el coche o en parques, el viaje sería muy barato.

Aparcamiento y a las calles

Salimos desde Valladolid, y tardamos unas cuatro horas en llegar a la ciudad de los encierros y la fiesta por excelencia. Nada más llegar la primera pregunta que se viene a la cabeza es, “¿Dónde dejo el coche durante tres días con alguna garantía de que no le pase nada?”. Nosotros lo tuvimos muy claro, nada más entrar en Pamplona, vimos que había un gran aparcamiento gratuito, y que no estaba a más de veinte minutos a pie del centro. Aparcamos el coche donde se quedaría durante las dos noches y tres días que estaríamos en Pamplona y establecimos en aquel aparcamiento de las afueras nuestro campamento base. El aparcamiento ofrecía todo lo que necesitábamos; una fuente con agua, un lugar donde no pasara mucha gente y una buena parcela de césped donde poder tumbarnos a dormir. Por supuesto no éramos los únicos que habíamos aparcado allí (el sábado el aparcamiento estaba hasta arriba).

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Una vez aparcado el coche y puesto que todo lo que necesitábamos lo teníamos, cogimos nuestras mini mochilas, las llenamos de comida y bebida y nos tiramos de cabeza a las calles de Pamplona, como si conociéramos la ciudad de toda la vida. Preguntando llegamos por la Avenida de Zaragoza hasta la Plaza del Castillo, donde ya por la tarde, todo estaba lleno de gente. Sin saber muy bien por donde íbamos, acabamos metidos por algunas de las calles del casco antiguo, por donde seguimos durante horas a una, dos o tres charangas y peñas que se iban cruzando por las calles. El ambiente es lo mejor que os podéis encontrar, yo no vi ni una sola mala cara al menos a esas horas (ya sabemos que la noche trastoca la cabeza a más de uno).

Primera noche por Pamplona

A eso de las doce de la noche y después de llevar horas recorriendo las calles detrás de charangas varias, nos metimos de lleno en las calles del encierro, Mercaderes y Estafetas, que estaban llenas de gente. Con tal aglomeración entrar en los bares es misión casi imposible y las terrazas que ponen algunos locales y peñas, están llenas igualmente, así que la mejor opción que podéis coger es comprar todo lo que vais necesitando en alguno de los numerosos quioscos que hay por las calles de Pamplona, donde venden comida, bebida, hielos... no paguéis la novatada como nosotros, que nos llevamos todo en el coche. La fiesta por la noche no nos entusiasmó, ya que estuvimos vagando por las calles durante horas y antes de la hora del encierro tomamos la sana y democrática decisión de irnos a dormir al coche y guardar fuerzas para el sábado.

Y a intentar dormir...

Después de la paliza que nos habíamos pegado en el viaje, sumado a que aquella mañana del viernes habíamos madrugado los tres, se suponía que tenía que ser una bomba de sueño la que nos arrasaría nada más llegar al coche. Pero lo cierto es que en el coche se duerme mal, muy mal y casi no se descansa. Una vez hubo amanecido nos tumbamos en la explanada de hierba que había junto al aparcamiento y ahí conseguimos dormir un rato. Pero a lo que habíamos ido a Pamplona no era a dormir, así que cogimos suministros y provisiones y nos fuimos de nuevo al centro sobre la una de la tarde.

Resucitamos para el sábado

Lo cierto es que lo mejor de Pamplona o al menos así me lo pareció, es la fiesta de día. La gente está más despejada, hay charangas y música por las calles, hay menos aglomeraciones en las calles del casco antiguo, la gente bebe tranquilamente por las plazas y en los bares, etc. En la Plaza del Ayuntamiento nos pusimos a seguir a una charanga que no teníamos ni idea de a donde se dirigía. Fuimos por la calle estafetas y parecía que la cosa tenía algo de “serio” porque la gente se apartaba y dejaba pasar a todos los músicos y a los cuatro que íbamos detrás. Cuando acaba la calle Estafetas se ve la Plaza de Toros de Pamplona y justo en ese punto fue donde entendimos que estábamos metidos en una especie de desfile de peñas, donde cada agrupación llevaba su pancarta, su grupo de música o charanga y sus pañuelos y camisetas. Nosotros éramos unos pobres intrusos, pero nadie nos llamó la atención en ningún momento, así que seguimos para adelante. Justo cuando íbamos a entra en la Plaza de Toros, “camuflados” en una de las peñas, en la entrada se pusieron a pedir entradas y abonos a casi todo el mundo, pero había algunos que entraban sin enseñar nada, diciendo simplemente que iban con la banda (iban con la banda igual que nosotros, sin instrumento ni entrada). Tontos nosotros que no nos quisimos meter “con los de la banda” y nos quedamos a las puertas decidiendo si entrar o no entrar a ver la corrida.

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Lo que era la corrida en si nos daba igual, ya que no sabíamos ni quien toreaba aquella tarde. Pero la Plaza de Toros de Pamplona, tiene fama de que cada día de corrida de San Fermín, la gente se la pasa bebiendo y cantando con las charangas, vamos, que se prepara una buena allí dentro. Y fue justo en ese punto donde empezaron a “atacarnos” los de la reventa de entradas, que estaban rodeando toda la Plaza de Toros y a los que se les reconoce a una legua de distancia. Nos ofrecieron entradas por treinta y por cuarenta euros, pero no estábamos muy por la labor de pagar ese dinero por ver la corrida, por lo que decidimos irnos de nuevo a la Plaza del Castillo y a las calles de alrededor. He de decir que nos equivocamos y teníamos que haber entrado a la Plaza de Toros de cabeza, pero bueno, para otra ya nos lo sabemos.

"Vamos a conocer los corrales"

Otra de las cosas que vimos más por casualidad que por iniciativa propia, fue el cambio de corral de los toros del encierro del domingo. Estábamos en el recorrido del encierro y dijimos “¿Por qué no vamos a ver los corrales?”. Al momento estábamos bajando por la calle que deja atrás la Plaza del Ayuntamiento y que lleva hasta los corrales, por donde bajaba bastante gente. Cuando de repente en el punto donde se canta aquello de “a San Fermín pedimos por ser nuestro patrón...”, nos empezamos a encontrar gente acumulada y parecía que estaban esperando algo. Nos metimos entre todo el mundo y llegamos hasta la puerta de los corrales, donde por casualidad, vemos como pasan toros y bueyes al mismo tiempo desde la derecha hacia la izquierda. Ya allí nos dio por preguntar y nos explicaron que se pasan los toros al corral por la tarde para que estén allí hasta la hora del encierro.

Poco a poco se iba haciendo de noche y nos dio por ir a la Plaza de los Fueros de Navarra donde había conciertos todas las noches. Aquel día tocaba M-Clan y no nos gustaba demasiado a ninguno de los tres. Imitando a muchos que estaban por allí tirados en el césped, nos tumbamos a escuchar canciones, y tanto escuchar canciones… acabamos dormidos en mitad del concierto. No se cuanto tiempo estaríamos dormidos, solo se que a Alberto le dio tiempo a ir hasta el coche y volver donde estábamos Alejandro y yo. Y de esto no me arrepiento en absoluto, es más, la siesta nos sentó de maravilla para estarnos de fiesta durante toda la noche por las abarrotas calles de sábado de San Fermín en Pamplona.

Unos consejillos para San Fermín

Una de las mejores compras que hice aquel día fue una bota de vino que llevé durante todo el día y toda la noche al cuello y que hizo de magnífica compañera de viaje. En San Fermín todo el mundo te va a ofrecer venderte de todo, desde cosas de comer y beber hasta gafas de sol y sombreros, pero también hay mucho mangante, por lo que os aconsejo estar muy atentos al móvil y la cartera. Yo directamente dejé el teléfono escondido en el coche y podréis decir, si te roban el coche te quedas también sin teléfono, pero esperemos que no haya sido el caso de nadie que haya ido de fiesta a Pamplona. Y lo mejor en caso de que alguno se despiste entre toda aquella gente, es que tengáis un punto de encuentro donde podáis quedar. Lo de dejar el teléfono, tiene su por qué. Es tontería llevarlo encima, ya que la línea va a estar saturada y a poco que le utilices te vas a quedar sin batería enseguida. Otra buena opción es llevar un teléfono viejo, (el típico Nokia de hace cinco años que no quieren ni los ladrones). En cuanto a la cartera, tenéis que llevarla siempre encima por lo que pueda pasar, ya que un tipo en su sano juicio, no se va sin identidad de fiesta por Pamplona ni por ningún lado. Eso sí, pantalones con velcro o cremallera.

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Si a media noche, medio día o media tarde tenéis hambre (sea a la hora que sea), siempre tenéis abiertas bocaterías, pizzerías, locales varios, quioscos, etc, donde os va a preparar un bocadillo o algo de comer. Para los más valientes y duros de estómago, siempre tenéis la opción de comeros unas alitas en un McDonald´s ¿¡Verdad Alberto!?

Última noche en Pamplona

La noche del sábado la queríamos haber acabado viendo el encierro desde un punto perfecto del recorrido y estuvimos combatiendo al sueño durante un buen rato mientras los camiones de la basura limpiaban los kilos y kilos de basura de las calles y los empleados del ayuntamiento ponían las talanqueras. Pero después de llevar más de media hora esperando y sabiendo que quedaban otros cuarenta minutos para que empezara el encierro (y pese a que donde nos habíamos sentado era el mejor sitio posible para ver el encierro), nos quedamos dormidos, nos despertamos y dijimos eso de “Que le den a los toros, vámonos a la cama”, así que no vimos ni un mísero astado en todo el fin de semana, más que cuando les viéramos cambiando de corral. El domingo os lo podéis imaginar… nos tiramos en el césped que estaba junto al aparcamiento y allí quietos hasta que el sol nos deslumbraba por la tarde, recogimos lo poco que nos quedaba y nos pusimos en marcha de vuelta a la provincia de Segovia.

En definitiva, las fiestas de San Fermín son las mejores del mundo. Te puedes encontrar gente de de cualquier rincón del planeta, gente que ha venido desde Australia hasta España únicamente para pasarse una semana de fiesta… Gente de toda España y por supuesto gente de Pamplona que acoge a los visitantes con mucho agrado “siempre y cuando se vengan a pasarlo bien” (palabras textuales de una señora natural de Pamplona que ya no cumplía los 60). Fiesta de día, fiesta de noche, el mejor ambiente que te puedes encontrar y mucha tradición. ¿Qué más se puede pedir?


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Comentarios (4 comentarios)

  • flag- Alberto Manso Alonso hace 8 años

    1. Las anchoas pegan con todo, si no tenéis visión culinaria no es mi problema...
    2. Carlos María Isidro joder! Jajajajajajaja

  • flag-es alejandro carabias herrero hace 8 años

    buenas las anchoas y mejor el chorizo picante que sobro de todo el viaje.
    definitivamente a Alberno lo le podemos encargar la tarea de realizar la compra, estamos pensando cual es su punto fuerte para que aporte al grupo, tras varios viajes aun no hemos descubierto su habilidad especial
    tiempo al tiempo...
    recomendable totalmente, ir a san fermines supone un intercabio intercultural a nivel mundial, vimos gente de todos los continentes, de todas las regiones de España y a gente del "pueblo de al lado" que ves todos los días de tu vida
    pero como siempre destacar la buena compañia, lo genial que se lo pasa un tio con esta gente y lo bonito que es ver los San Fermines, pero desde casa claro:

  • flag- Adri P hace 8 años

    1. Las anchoas en la cara había que pegártelas.

  • flag- Adri P hace 8 años

    2. Que Carlos María Isidro siga teniendo apoyos en Pamplona no viene a cuento! jajajaja

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