Viaje a Mallorca
¡Nos vamos a las Islas Baleares! Hoy os voy a hablar de un viaje a Mallorca que hice el verano pasado con un grupo de amigos de la universidad. Aprovechando que habíamos aprobado todos los exámenes de junio, a mitad de este mes nos fuimos una semana para dar la bienvenida al verano y despedir el curso.
Para evitar dolores de cabeza y en gran parte porque fue una decisión casi de última hora hacer este viaje, decidimos contratar todo en una agencia de viajes. Pagamos 400 euros cada uno por un viaje que nos incluía: el vuelo de ida y vuelta de Madrid a Mallorca, los traslados desde el aeropuerto hasta el hotel y viceversa y un todo incluido en el Hotel Caribbean Bay.
Salimos desde Madrid, que obviamente está bien comunicado con el resto de ciudades, habiendo autobuses que te llevan hasta el aeropuerto directamente. Yo salí desde Valladolid y el autobús tardó más o menos tres horas y media. Yendo una semana, tuvimos que facturar una maleta cada uno así que tuvimos que estar en el aeropuerto dos horas antes de la hora de salida. El viaje dura una hora y media por lo que entre que el avión despega y aterriza el viaje se pasa volando nunca mejor dicho (no tenía el chiste pensado... ). En el aeropuerto de Palma de Mallorca nos recogió un hombre que nos cargó las maletas en el autobús y nos llevó hasta el hotel (a nosotros y a otras personas que iban a distintos hoteles de la isla, por lo que hicimos una pequeña ruta por el complejo hotelero de la zona de El Arenal).
El hotel donde nos alojamos, llamado Caribbean Bay se encuentra en la zona de El Arenal, situada entre Palma de Mallorca y un municipio llamado Lluchmayor. Al ser una zona próxima a Palma y al aeropuerto, es una zona llena de turistas. El hotel está situado a 300 metros de la playa por lo que andando se tarda 5 minutos. Una vez llegamos al Hotel Caribbean Bay nos explicaron en recepción las normas y servicios del hotel y las distintas rutas turísticas que podíamos hacer. Al ir con un todo incluido nos pusieron una pulsera roja a cada uno para que tuviéramos la posibilidad de consumir bebida y comida 'gratis' hasta las once de la noche. Las bebidas que incluían eran refrescos, granizados y cervezas servidas en los llamados vasos de cumpleaños, y la comida (sin contar el buffet) eran sándwich de paté, jamón York o lechuga con un poco de tomate.
Todo bastante simple pero menos es nada. Fuimos un total de 4 personas, Kike, Make, Javi y yo y nos distribuyeron en habitaciones dobles que estaban bastante bien, disponían de aire acondicionado, baño privado, tele y un amplio balcón desde el que se veía el mar a lo lejos y una de las piscinas del hotel. A pesar de ser un hotel de 3 estrellas, cuenta con dos piscinas: una en la zona baja y otra en la azotea, más pequeña y en la que se estaba más a gusto ya que subía menos gente.
En cuanto a la comida, el restaurante buffet sirve una buena variedad de comida, teniendo en cuenta también a los extranjeros (las típicas alubias o salchichas en el desayuno). En mi opinión, no sé si porque acababa muy hambriento todos los días de hacer turismo o ir a la playa, pero a mí me sabía todo buenísimo y todos los días comí como si fuese mi último día. Eso sí, una pequeña pega que pondría al buffet es el horario que tiene ya que se adapta al de los 'guiris', por lo que la comida es hasta las 13:00 horas y la cena hasta las 20:00 horas.
En general me pareció un hotel con una relación calidad precio muy buena, la verdad que iba con expectativas más bajas. El personal es muy amable, las instalaciones están bien y la comida muy buena. Pero también tiene pegas y es que el hotel está lleno de ingleses y alemanes borrachos que llegan a ser bastante desagradables e insoportables ya que pasan las 24 horas del día borrachos. También fuimos en una fecha en la que coincidimos con un montón de estudiantes españoles que acababan de terminar la PAU. Mi conclusión es que este hotel es para ir a pasar una semana con los amigos, sin esperar paz y tranquilidad, por lo que nunca se lo recomendaría a familias o a parejas.
Nuestra estancia en Mallorca fue muy completa ya que tuvimos un poco de todo: momentos de turismo, de playa y de fiesta. Nada más llegar el primer día lo dedicamos a descansar en el hotel y en playa y a planificar nuestra semana, así que visitamos varios establecimientos que ofertaban rutas turísticos y alquiler de coches y bicis (ambos vehículos nos iban a hacer falta).
Mercado Sineu, Formentor y Puerto Pollença
Al día siguiente teníamos la primera excursión que nos costó 35 euros a cada uno y lo contratamos en el mismo hotel. Los días que no comíamos en el hotel nos preparaban un picnic: sándwich de paté, fruta y una botella de agua; un menú bastante pobre por lo que yo recomiendo (aunque no esté bien) hacer unos bocadillos en el desayuno y sacarlo del comedor disimuladamente.
El autobús nos recogió a nosotros y a otros tantos turistas a las 10 de la mañana en la misma puerta del hotel. El autobús iba lleno y el aire acondicionado estaba estropeado por lo que el viaje hasta el primer punto de visita fue infernal. Después de una hora de viaje llegamos al Mercado de Sineu. Es uno de los mercados más antiguos de Mallorca y ofrece una amplia variedad comercial: animales, hortalizas, frutas, ganados, ropa, calzado, maquinaria, etc. Lo típico de un mercado en resumen, a mi parecer una parada innecesaria ya que considero que hay cosas más importantes que ver en esta bonita ciudad. Además hacía un calor horrible y estaba de gente hasta la bandera. Después de estar una hora divagando entre comerciantes, volvimos al autobús para poner rumbo al Puerto de Alcudia.
Durante el viaje el guía nos iba explicando (en varios idiomas) la historia de los lugares por los que íbamos pasando. Una vez llegamos al Puerto de Alcudia nos organizaron para subir a un barco y comenzar el trayecto por la costa norte de Mallorca. Durante el trayecto hasta Formentor, desde la barca fuimos viendo el paisaje costero de la bahía de Alcudia, el islote de Aucanada, las Calas de Cabopinar, pasando por la bahía de Pollença hasta llegar a la Playa de Formentor, una playa virgen considerada una de las más bonitas de Mallorca. En esta playa hicimos una parada de casi dos horas para poder disfrutar de sus aguas cristalinas y comer. El paisaje que esta playa nos regala es espectacular, parece que estas en el mismísimo Caribe, rodeado a su vez de montaña.
Después de esta relajante parada continuamos el trayecto en autobús hasta el mirador El Colomer. Este mirador está situado al noreste de la isla sobre una enorme roca de más de 200 metros de altura y tiene un recorrido con escaleras con diversos miradores. La carretera de acceso a este mirador está llena de curvas y, combinadas con el paisaje da lugar a unas vistas no aptas para miedosos o personas con vértigo, ya que parece que en cada curva el autobús va a volcar al vacío. A pesar de ello, el paisaje que pudimos ver desde lo más alto mereció mucho la pena; lo malo que nos dejaron muy poco tiempo, en media hora tuvimos que volver al autobús.
Y esta fue la primera excursión que hicimos, en mi opinión, con una buena relación calidad precio.
Valldemosa, Soller, La Calobra – Torrent de Pareis
Para la siguiente excursión tomamos la decisión de que fuese más a nuestro aire y más económica así que decidimos alquilar un coche para los cuatro amigos que fuimos. Se ha de tener en cuenta que solo aquellas personas que tengan veinticuatro años o más pueden alquilar un coche, ya que es la edad mínima para que el seguro lo cubra a todo riesgo. Tuvimos la suerte de que uno de nosotros superase la edad. El alquiler de un coche muy básico, desde las 10 de la mañana hasta las 8 de la tarde nos costó 40 euros entre todos (bastante barato). Después de desayunar, preparar un buen almuerzo y de haber organizado nuestra ruta, pusimos rumbo hacia la primera parada: Valldemosa.
Este pueblo está situado en la Sierra de Tramuntana y es famoso por su elegante belleza y sus calles empinadas, estrechas, empedradas y llenas de flores y diversas plantas. El día que fuimos y supongo que todos, estaba lleno de turistas de todos lugares. Su atracción principal es La Cartuja, la cual estuvo habitada por monjes más de cuatro siglos e incluso por Chopin acompañado de la escritora George Sand, donde compuso algunas de sus obras.
En Valldemosa visitamos el casco histórico y numerosos monumentos que nos indicaron en la oficina de turismo. Lo que más me llamó la atención fue que las fachadas de todas las casas estaban decoradas cuidadosamente con una gran variedad de plantas y flores que hacían que las calles pareciesen sacadas de un cuento.
Desde Valldemosa fuimos a visitar Soller ya que estaba cerca y lo que buscábamos era comer para poner rumbo a La Calobra. En Soller por lo tanto hicimos una parada muy breve, después de aparcar, que nos llevó un rato, buscamos un buen sitio donde comer, ni más ni menos que al lado de la Iglesia San Bartomeu, declarada hace no muchos años Bien de Interés Cultural. Fue una pena verla solo por fuera, era espectacular, pero debido al poco tiempo con el que contábamos no nos quedó otro remedio.
Después de llenar el estómago empezó nuestra gran aventura hacia La Calobra, una cala que pertenece al municipio de Escorca. Esta cala consiste en la desembocadura del Torrent de Pareis formada por cantos rodados y es uno de los pocos accesos al mar en la Sierra de Tramuntana. El agua que bajaba por este torrente fue excavando el lecho por el que discurre hasta el mar. La diferencia de altura es tan grande que la cala está rodeada de grandes acantilados. Gente tanto conocida como desconocida nos habían advertido sobre la peculiar carretera que accede hasta la cala, nos llegaron a decir que no seríamos capaces de llegar por el miedo que nos entraría en el cuerpo, sin embargo, e hicimos bien, no hicimos ni caso. Todos creíamos que era una exageración pero cuando nos fuimos acercando nos dimos cuenta que el acceso a la cala se podía parecer al acceso al infierno. Se trata de una carretera de unos 14 kilómetros, ¡con un total de 800 curvas! Las vistas son espectaculares pero, una vez más, no aptas para gente miedosa o con vértigo, ya que son curvas muy cerradas en las que parece que vas a caer al vacío. Después de más de una hora en coche (solo para recorrer los 14 kilómetros) y después de que se nos cruzaran unas veinte ovejas sueltas, conseguimos llegar y aparcar en un parking. Desde el parking había todavía un buen cacho andando hasta la cala a través de túneles en la roca. Por fin llegamos a la cala que era muy pequeña y llena de rocas (según llegamos el cielo se nubló). El paisaje es impresionante, una fusión de montaña pura y de playa. El agua tenía un azul turquesa preciosa pero eso sí, ¡el agua estaba helada! Estuvimos poco más de una hora porque el tiempo se nos echó encima y teníamos que devolver el coche. El esfuerzo y la tensión que supuso acceder hasta esta cala para estar solo una hora no mereció la pena, por lo que si vais, pasad allí todo el día.
Galería de fotos
Contenido disponible en otros idiomas
- English: Trip to Majorca
- Deutsch: Reise nach Mallorca
- Italiano: Viaggio a Maiorca
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