Oporto: una ciudad para vivir que os permitirá existir

¡No vayáis a Oporto! ¡Corréis el serio riesgo de no volver más!

Os arriesgáis a encontraros caminando por los largos altibajos de las calles que caracterizan toda la ciudad y sentiros profundamente llenos de ganas de volver a caminar.

Os arriesgáis a tomar el interminable paseo del río Duero hasta el mar y sentiros parte de aquel río, de aquel mar y de ese mismo camino.

He perdido la cuenta de cuántas veces he elegido libremente perderme entre los ruidos ensordecedores y profundos de esta ciudad.

Os arriesgáis seriamente de reencontraros en la playa de Matosinhos y, después de reflexionar brevemente, decidir hacer surf.

Os encontraréis inmersos en un agua helada que te quita el aliento, pero el aire comenzará a faltar más fuertemente cuando perdáis de vista la playa, los bañistas, y todo el ruido y estaréis solos en compañía de una puesta de sol y deuna infinidad de gaviotas que esperan una ola.

Una expectativa que pronto aprenderás a amar.

Os arriesgáis a comprar una botella del delicioso Vino de Oporto y decidir tomarla con una de las tantas personas maravillosas que conoceréis y, ¿por qué no? decidir beberla en los jardines coloridos por las plumas de los pavos reales del Palacio de Cristal.

Os arriesgáis a ver en la ciudad cada esquina posible: en el puente, bajo el puente, al lado del puente, y todos los miradores que contaminan como una epidemia cada callejón oculto.

Os arriesgáis a mirar vuestra tripa y verla crecer como una torta en el horno a 180 grados después de 15 minutos. Alimentada por una comida cargada de cultura y de historia: desde el bacalao a la 'francesinha', desde los pasteles de nata hasta las sardinas.

Os arriesgáis a encontraros en el estadio, en el azul brillante de los fanáticos y escucharlos animar con una pasión abrumadora a su equipo, su ciudad para hacerla convertirse en tu equipo, en tu ciudad.

Arriesgar a ver después, cuánto azul oculto hay en este misterioso puerto.

Más allá del cielo, más allá del mar, el azul colorea con magníficas pinturas y grabados las paredes de la estación, de las iglesias y algunas casas ocultas.

Os arriesgáis a habituaros a ese ambiente familiar que caracteriza cada centímetro de esta tierra, aquella sensación no muy fácil de experimentar: "poder llamar a un lugar hogar y sentirse realmente en casa. "

Amaréis la cultura, la biblioteca del buen Harry Potter, las fiestas que se olvidan del día y viven las noches sin final.

Amaréis encontrar la soledad en tantos rincones de paz, amaréis tanto el cielo como el mar, tanto la emoción como la tranquilidad.

¡Así que no vayáis a Oporto si no estáis listos para dejar tu corazón!

Creerme, después de un año de Erasmus en esta maravillosa ciudad, regresar a casa, a todos los hábitos de cada día, a la incómoda realidad del pequeño país, a las discusiones habituales y las amistades han sido más difíciles de lo que jamás hubierais podido imaginar.

Mmmm...

1. Buena comida
2. Bellísimas personas
3. Paisajes encantadores
4. Todo... decididamente económico

Pensándolo bien... Andad, ¡arriesgaos!

Mediros con vosotros mismos y con vuestras emociones, con vuestros miedos y una vez que os conozcáis profundamente redescubrireis personas nuevas.

Entrad totalmente en el juego, preparaos para reír y llorar, abandonad los lugares seguros donde pasaréis tantos días de vuestra vida y llega a un Oporto nuevo donde hay pocas certezas pero tantas emociones que os esperan.

¡En la boca del lobo!