¿Tienes claro tu destino? Los mejores chollos en alojamientos son los primeros en volar, ¿dejarás que se te adelanten?

¡Quiero buscar casa YA!

Mi experiencia Erasmus


Esto es el Erasmus.

No se puede explicar ni mucho menos comprender, es algo que solo se puede sentir, dentro. Dentro del corazón, dentro del alma.

Recuerdos imborrables grabados en la mente,

emociones que no se pueden contener,

risas ante un vaso rebosante,

llantos ante un adiós,

desconocidos encontrados por casualidad que se convirtieron luego en amigos para toda la vida,

puestas de sol vistas con ojos melancólicos de quien sabe que otro día está terminando y el fin se acerca,

miedos y alegrías con quien no te dirá "adiós", sino "see you soon".

Esto es el Erasmus. Para mí. Para ti que sientes curiosidad y estás asustado sin saber qué te espera. Para ti que te has ido y has vuelto quizás ayer a Finlandia o hace ya veinte años a Irlanda. Para ti que esta inmensa aventura no la has vivido nunca e querrías retroceder en el tiempo para reservar aquel billete solo de ida que te habría cambiado la vida. Para vosotros aquellos desconocidos que se encontraron en aquel banco de la universidad y que durante cinco meses fueron mi gran familia.

Pero mi aventura, mi historia de estudiante de Erasmus es más que unas líneas escritas una simple tarde de verano, es más que esto que estás leyendo, es más de lo que podéis imaginar.

Todo empezó hace un año, verano de 2016. Me encontraba en Sassari, la ciudad donde vivo y donde nací. Un singular y casual encuentro con los estudiantes Erasmus me empuja a querer ser como ellos, ciudadana del mundo y parte de la generación Erasmus. Sería mi primera experiencia en el extranjero, sola, sin padres y con dificultades para enfrentarme a ello. Pero no me importaba. Lo había decidido. Oporto era mi destino. Mi madre estaba preocupada, mi hermana escéptica, yo impaciente de descubrir el mundo.

Llego, la ciudad es magnífica. Es hora de encontrar alojamiento y de inmediato me catapulto a una realidad extraña que en poco tiempo pasa a ser mi vida diaria. Día tras día aquella realidad me gustaba más, y finalmente me enamoré de ella. Las luces y los colores de la Ribeira, el tráfico de la Praça Aliados, las multitudes de turistas en el histórico Mercado Bolhão, las tardes paseando por los jardines del Palacio de Cristal, el caos del metro, el rumor de las olas en Matosinhos, las noches contando historias frente a una Super Bock, el cansancio y el kebap de las cuatro de la mañana, las tardes pasadas al borde Del Río. Todo se volvía hora tras hora siempre mágico y precioso a mis ojos. Aquello que al inicio era solo un destino se convirtió en mi ciudad, mi casa.

Oporto es como los padres adoptivos para un niño huérfano. No son sus padres biológicos pero lo han criado, le han dado amor. Eso es lo que cuenta.

Oporto es así. Me ha acogido y me ha dado amor. Ahora puedo llamarla en voz alta: casa.

Las personas que he encontrado durante mi viaje han sido tantas y tan fundamentales que marcaron y enriquecieron mis días. He encontrado chicos y chicas de todo el mundo: México, Turquía, Canadá, Brasil, Holanda, Bélgica, Eslovaquia, Hungría, República Checa, Grecia y tantos otros países. He podido descubrir tradiciones, culturas, lenguas, estilos de vida, nuevas y diversas realidades. He viajado por el mundo en cinco meses sin embarcarme en un barco o ir en avión. He viajado con la mente y visto el día a día de tanta gente de la que solo me diferencia la lengua.

El Erasmus te cambia, no puedes permanecer indiferente.

Yo he cambiado.

He tenido la oportunidad de crecer, de madurar, de equivocarme, de reflexionar, de mejorar. He aprendido a administrarme a mí misma y mis gastos. He debido afrontar problemas como un soldado afronta una guerra sin armas. Esas mismas armas que luego he sabido construirme paso a paso, hora tras hora, entre el miedo y la incertidumbre de los primeros días y la alegría de los meses siguientes.

Y ahora solo de pensarlo lo echo de menos.

Lo echo todo de menos.

Siento nostalgia del que fue el mejor periodo de mi corta vida. Además de mí, también todos aquellos que antes que yo han pasado y han querido- a partir de aquel lejano 1987- formar parte de esta gran aventura llamada Erasmus.

Lo que me queda son los recuerdos y las personas que han sido las piezas clave de una experiencia sin igual. Estamos en 2017, vivimos en un mundo hijo de la globalización, la tecnología y las comunicaciones marcan cada momento. Es solo una rápida videollamada de WhatsApp, una conexión por Skype o incluso un vuelo de última hora que me permite volver a ponerme en contacto nuevamente con aquellos fantásticos desconocidos.

See you soon.



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