Día 95. Atropello en el subsuelo.

Pues llegó la hora de la vuelta a casa. Estaría bastante más deprimido si el viaje no hubiera tenio esos ingredientes que tanto me gustaron, ahí va...

Salí de casa a las ocho de la mañana. Cuando estaba en el avión...

.. nos informaron de que por un problema en España. nos ibamos a retrasar una hora...

Finalmente salimos, y gracias a la presión apañé un dolor de cabeza de los que te fastidian el día. Al llegar al aeropuerto de Madrid, un amable señor de cuya existencia no tenía constancia hasta le momento me llevó casi de la mano hasta el metro.

Allí, al ver que las puertas de mi vagón se cerraban, eché a correr. Atropellé a una mujer que iba con un par de bolsas. No sólo todo el andén se me quedó mirando, sino que al entrar dentro del metro, este aún esperó como medio minuto en el que sentí que todo el mundo tenía los ojos clavados en mi nuca.

Las cuatro horas de tren no fueron demasiado emocinantes, quitando la breve visita a la máquina expendedora y al baño (logré mear sin salirme en un tren en marcha! ). Así, llegué por fin a casa.

Sinceramente, me habría gustado quedarme en Porto esta navidad. Ah...! También he visto que las despedidas, cuanto más breves, mejor. Es inútl tratar de alargarlas, ya vayan a ser por un corto tiempo o para toda la vida.

Con el mega viaje que he tenido, no he podido sacar tiempo de hacer ninguna foto; pero imaginaos a una mujer suspendida a tres centímetros del suelo tras haber sido atropellada por mí en un andén lleno de gente. La imagniación hará el resto.