Día 92. A los que pasan hambre y se calientan.

Gente, ayer fue el gran día. Algo mejor quela navidad, la vuelta a casa y la beca erasmus juntos.

Ayer, llamaron a la puerta.

Un repartidor.

Me hizo firmar no se qué cosa, y…

¡Voalá! ¡Por fin me ha llegado la comida del concurso de Recetas! Sí, resulta estúpido y frustrante haberla recibido justo un día antes de largarme para España, pero como está todo bien envasadito supongo que aguantará hasta mi hambriento retorno.

Y aqui, mi balda con comida por primera vez desde que llegué al piso. Tengo que guardarla para cuando empieza la época de hibernación. Este año mi hamster quiere que la hagamos juntos.

La llegada de la comida contrasta con una serie de desgraciados acontecimientos que tuvieron lugar ayer; algo poco interesante relacionado con una pérdida de llaves, y yo recorriéndome todo el centro con mis botas para recuperarlas… de todas formas, todo lo que pasa estos últimos días no parece tener demasiada importancia, teniendo en cuenta la inminente vuelta a casa.

Aprovecho para contaros un poco (sólo un poco, el queso me espera) cómo es la Navidad en Porto. Realmente, la decoración de las calles y las tiendas apenas varía de una ciudad a otra, lo sabemos, pero aquí hay como un ‘’espíritu navideño’’ que no tenemos por allá. No sabría explicarlo, es una sensación casi infantil que percibes en las calles. Además, con los regalos, las compras y todo lo demás, Porto parece más lleno de pobres que nunca.

Aunque la mayoría amanecen medio congelados por las mañanas, cubiertos de mantas, algunos se dedican a tocar en medio de la calle cualquier instrumento, y la verdad es que a veces te sientes como en una de esas películas en las que un pobre toca cualquier instrumento. Sólo nos falta que nieve.

Poco más, en realidad. Es divertido ver las caritas de pena que se le queda a todo el mundo cuando se despide por la vuelta a casa. Venga ya, que son dos semanas.

PD: Quiero más.