Día 62. Puestas de sol que no lo son tanto.

Una de las cosas buenas que tiene este pequeño agujero infernal (quitando las fiestas y las francesinhas) son las vistas que puedes conseguir si buscas un poco por la ciudad.

No he visto una puesta de sol (el jodido guarda me ha hechado del parque antes de que eso sucediera) pero ha sido bueno encontrar una especie de mirador rodeado de árboles, como en esas películas de amor en las que pasan cosas que en realidad nunca nos llegan a pasar.

Las ciudades son muy parecidas entre sí, en el fondo. Me lo contó un amigo en Granada y bueno, parece que es verdad. Acabas viendo las mismas tiendas, la gente tiene las mismas prisas y los mismos problemas, y las caras extrañas si te chocas con alguien o si saludas en una tienda también son muy similares.

Hasta las coñas que circulan por internet son conocidas en muchos sitios, y es que aquí, en los Países de Destino Erasmus (PDE) nos ven exactamente igual que nosotros nos los imaginamos a ellos.

Bueno! Esta es la vista en cuestión que he podido disfrutar durante 22 min. y unos 42 segundos, mientras comía galletas y trataba de tocar alfgo con la ocarina que no hiciera sangrar las orejas (creo que finalmente lo he conseguido).

Aunque hay muchos sitios que visitar aquí en Portugal (dios, no pensé que acabaría viniendo aqui! ) la cuenta del banco marca 0, 00 euros. Fue bastante divertido ir a sacar dinero para pagarma un café y un trozo de tarta y darme cuenta de que no tenía ni un duro, ya que nunca me había visto en la situación. Tampoco había tachado días en un calendario a la espera de un envío de embutido. EJEM.