Día 234. Las cosas buenas que te tienen que pasar.

¡Bueno! Evitemos que este blog caiga en el desuso con una breve lista de las desgracias más notorias acontecidas en los últimos tiempos: a- Mis compañeras montan una fiesta cani en el salón, que linda con mi habitación. Resultado: Una noche sin dormir, teniendo que madrugar a las seis para coger un tren. Lado positivo: No me quedé dormido y evité perder el tren.

b- La llave del portal fue cambiada sin que ninguno de los habitantes del piso supiera nada. Resultado: Dormí una noche fuera cuando volvía de fiesta a las cuatro, en mitad de la acera. Lado positivo: Valoro mucho más mi cama.

c- Olvidé las llaves en casa. Resultado: un día entero comiendo fuera y dando vueltas hasta que mis compañeras aparecieran por el piso. Resultado: Al no tener móvil (cargando en mi piso) y ser la famosa Quema Das Fitas (botellón a lo grande), mis compañeras se encontraban muy, muy lejos de querer volver al piso. Lado positivo: comí francesinha en dos bares diferentes, y el pastizal no me dolió porque no me quedaba otra.

d- Al pasar semana santa y tener un par de visitas, no he hecho prácticamente nada en lo que a facultad se refiere. Resultado: Montones de proyectos atascados y sin vistas de mejorar. Lado positivo: Al ser verano, la ciudad se llena de buenorros con camisetas de cuello de pico.

Por supuesto, la lista de cosas buenas es mucho más larga y, para qué negarlo, mucho más ñoña. Y ¿a que nadie quiere que le cuente lo felices a lo Teletabis que somos aquí, en Porto? Aquí tenéis a una gaviotita, de las miles que inundan las plazas que atravieso de camino a la facultad.

No me digáis que no es preciosa... de este viaje podría señalar los bailes típicos o la buena comida, incluso la iglesia que se encuentra el lo alto del cerro y a la cual se hace casi peregrinación. Pero vaya, que la gaviota es infinitamente más bonita. Otro día escribiré, si, eso, de Viana Do Castelo.