Día 19. Lo que mamá no me quiso contar.

Es evidnete que la comida envasada pierde sabor. O lo gana, si tomamos por sabor el delicioso plástico. Os lo digo: los calamares del Lidl NO saben a NADA, ni aunque los mezcles con una sopa de cebolla. Pero hoy, día 19, no voy a publicar mi receta. Eso otro día.

Ayer salimos de fiesta. ¡Nuestra primera erasmus Juerga! ¡YUJU!

Fue una mierda. El pub estaba lleno hasta los topes (y alguien dice ehhhhh eso es bueno! ) Bueno, es bueno si la gente no te empuja ni te mira mal cuando sin querer le das con el codo. No duele tanto, en seiro.

Estaba yo sudando como un verdadero pollo en el asador cuando una chica muy simpática se me acercó con un botecito de pintura. Quise hacerme entender por encima del barullo para decirle que no me pusiera, que estaba sudando. A los dos minutos, corría por mi cara una solución mezcla de pintura, sudor y suciedad. mmmmm!

No habría sido tan malo si, al menos, al salir del pub, nos hubieran parado los gorilas. Nos dijeron que teníamos que sellar nuestra entrada en el interior antes de salir. Fuimos (20 min para cruzar). Esperamos en la barra (10 min). Volvemos a salir (15 min). He olvidado sellar mi tarjeta, así que repito el proceso y en total suman 45 min. perdidos de nuevo.

Rematamos la fiesta perdiéndonos por el extraradio de Oporto en un desesperado intento por llegar a casa. (Alguien dice nahhhh amargao! ) Un poco, pero espero que la próxima fiesta vaya mejor. Sólo un poco.