Día 187. Y sus camiones de colores.
Que nadie piense que me ausento porque quiero. Reitero desde este humilde post que me resulta casi imposible acceder a la web, ya que se cuelga a los dos o tres segundos. Dicho esto, tengo que decir que la vida Erasmus ha dado un cambio en la ciudad lusitana. Quiero decir, supongo que ha dado un cambio en todos lados. Me (nos) encontramos tan bien en esta ciudad, que se me hace raro pensar que tengo que volver a España algún día.
¿Pero qué demonios importa eso? Nos gustan las listas, el morbo, si ha habido o no sexo (oh dios mío), y los edificios que hemos visto y nosequé…
La gente no está demasiada habituada por aquí a salir a correr. Las personas se giran con cara de espanto extremo cuando me acerco a ellas a buen ritmo por la noche, pero oye, que dentro de nada viene el verano y…
Taller de Pintura de la Universidad de Porto. Se aceptan sugerencias.
¿Y qué? Pues que Porto, con la playa, es como un imán anti-clases que nos atrae de forma inevitable. El buen tiempo se ha recibido aquí como agua de mayo (¿era así la expresión), con la nueva camada de alumnillos erasmus que llegan en el segundo cuatrimestre, el estar habituado a las calles y a la gente (los escupitajos en la calle merecen un post aparte), las críticas constantes a las cafeterías, los viajes que se planean y nunca llegan, los tres meses que nos quedan para salir soltando leches…
Retrasmitiendo en directo desde el centro de Porto, nos enorgullecemos de seguir en antena con el programa de noticias calientes del hamstercillo feliz. Les deseamos una buena semana, mejor finde, y hasta la próxima entrega.
PD: Mi hásmter Apuntes murió. No se si lo había dicho. Killer y papá te echamos de menos.
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