Día 161. La página que se colgaba, una, otra y mañana.

Para ser sinceros, este es uno de esos post que se escriben cuando, pasados unos días, dices ‘’¡coño!, llevo días sin escribir nada… a este blog le van a salir telarañas’’. Así que aquí estoy, dispuesto a contar cosas que interesan un comino y que poco a poco van formando este blog que seguro que algún día me trae recuerdos de algún tipo (¿para qué vamos a adelantar acontecimientos? )

Por supuesto que aquí todo el mundo sale de fiesta y se pilla las borracheras del oso.

El sistema de créditos de la facultad es realmente interesante. Probablemente sea lo más aburrido que te puedes imaginar, pero oye, una vez que descubres que te faltan asignaturas para que te den la beca, por dios, se convierte el epicentro de un terremoto en tu vida económica.

Resulta que, sin saber el significado de las siglas ECTS (aún lo desconozco), comencé a coger asignaturas como un puñetero descosido, tratando de llenar los 60 créditos de los que me había matriculado. Después de una semana de infarto, de papeles y todo eso, descubro que en mi horario comprimido con Zip sobran asignaturas…

¿Y qué importancia tienes eso? Pues que teniendo más tiempo libre, toca salir más a menudo para no perder la costumbre. Recomiendo encarecidamente un experimento; llenad una botella de coca cola con… coca cola, claro está, y vodka. Ahora, jugad a piedra, papel y tijera por turnos; el que pierde, arrima el morro a la botella.

Veréis como, pasados unos turnos, la gente empieza a decir que ha perdido aunque sea mentira, y algunos incluso anticiparán su elección para perder. ¿No es fascinante el mundo salvaje Erasmus?

(Otro de los síntomas de la bebida son caras graciosas que se transforman a medida que sube la dosis de alcohol en vena)