Día 144. Lis babebibobú.

Pues sí, por fin he podido visitar la ciudad de Lisboa, capital de Portugal. Aunque el primer plan era dormir en la calle, pronto lo rechazamos porque nos ofrecieron maría cinco personas diferentes en plena calle a lo largo de la mañana; y esa era la gente más normal.

Un aviso: es mejor intentar no llegar al famoso puente 25 de (abril? ) andado porque,

aunque no lo paerece, está muy muy lejos.

Pero ya vale, estamos aquí para criticar las ciudades, sus puntos bajos y demás. El metro de la ciudad es más viejo que el de Porto, y cuando entra en los túneles es como si fuera a tragarte la tierra. La comida es buena, si sabes buscarla; hay que olvidarse de los bares turísticos y callejear un poco a la búsqueda del plato lleno y casero por sólo seis euros. Y en cuestión de monumentos e iglesias, hemos visto un montón, pero desde luego que podríamos habernos pasado una semana sin acabar de verlos todos.

Aprendimos palabras nuevas e inventadas como ‘’viva la rebeldad’’, y también me encantaron los paisajes pseudo apocalípticos que se veían desde el tren, las calles atestadas de gente en mitad de la noche por la zona de marcha, y los miradores. Otra cosa no, pero miradores y cuestas las hay en Lisboa a millones.

Sep, merece la visita. Si vas con guía. Si vas solo, llévate el chaleco anti-balas.