Día 1. Mis 20 nuevos compañeros de cuarto.
Vale, no estoy de erasmus. Pero ¿y qué más da? La Séneca también tiene sus cosas, y si consigo un blanco nuclear para mediados de octubre, me colaré en las fiestas Erasmus con mi disfraz de sueco. El albergue en el que me he alojado está atendido por un brasileño muy simpático que me ha hecho hablar portugués, pero incomoda un poco tener que dejar los objetos ede valor en una caja fuerte ‘’por si acaso’’. Debe ser por las 20 personas que compartimos cuarto y que, por una noche (espero que sólo una) son mis mudos compas de habitación.
Además, irse a la aventura a una ciudad desconocida, ya sea dentro o fuera de España, siempre tiene su aquel. Buscar piso es muy divertido, eso lo sabemos todos; te encuentras a perros que tienen más derechos que tú en el piso, enormes guaridas de gente de bellas artes con Diógenes, compañeros inlocalizables, número que al parecer sólo existen en mi imaginación y caseras que tratan de endosarte el piso de cuéntame.
Pero al final, tras varios dolores de cabeza y un amago de infarto al corazón, creo haber encontrado algo digno de alquilar, aunque el otro compañero está desaparecido en combate.
Bueno, podría hablar de lo bonita que es la ciudad, pero ¿con qué iba a rellenar futuras entradas? Por lo visto tienen un montón de recovecos y piedras por ver, pero esta vez no me pasará como en Porto… mañana mismo me compro la guía ultra guiri estándar y me veo la ciudad.
Seguiremos informando del temporal.
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