¡Núremberg!

De vuelta a la estación de tren de Dachau donde comimos junto al andén por donde pasaba nuestro tren con destino a Núremberg, comimos a base de fiambre alemana y pan que habíamos comprado por la ciudad. Después de casi una hora esperando, ya que nos habíamos vuelto a hacer un lío con los horarios, llegó nuestro tren. Iba casi vacío y teníamos algo más de una hora de viaje por delante, así que aprovechamos para echar una cabezadita en aquellos “cómodos” asientos de tren regional, con el Bayern Ticket a mano por si el revisor pasaba a reclamárnoslo. ¡Maldito momento en el que nos dormimos! Cuando llevábamos algo así como cuarenta minutos de viaje y después de haber parada en ni sé cuántos pueblos con cuatro casas contadas, nos paramos durante unos diez minutos en una estación de un tamaño bastante aceptable, con al menos cuatro vías para trenes. Estábamos tardando bastante en volver a ponernos en marcha, cuando por casualidades de la vida, me percaté de que estábamos solos en el tren, los tres pringaos españoles con nuestras mochilas viejas y roídas al hombro. Le pregunté al revisor cuanto tiempo iba a durar la parada y al vernos, (tampoco se había percatado él de que estábamos en el tren), nos dijo en un inglés más macarrónico que el nuestro, que el tren que teníamos en la vía de enfrente era el que continuaba el trayecto hasta Núremberg y que el tren en el que estábamos subidos, ¡Volvía en dirección a Múnich!

Nos faltó tiempo para echar a correr por la estación para subir al tren en el que teníamos que haber subido diez minutos antes, pero por mucho que corrimos y ante la mirada de algunos alemanes que se quedarían alucinando ante aquel San Fermín a la alemana, no llegamos a tiempo al tren. Nos pasó como en las películas, llegamos cuando el tren estaba ya acelerando y no, no iba a parar para que subiéramos. Pero lo bueno de todo aquello es que nos echamos unas buenas risas, por supuesto nos reíamos de lo tontos que éramos. Pero no hay mal que por bien no venga y si no es por aquel fallo, no hubiéramos conocido aquel pueblo que ni recuerdo como se llamaba, pero que sonaba a algo así como “mascachicle”. Como teníamos una hora hasta que pasara el siguiente tren que llegara a Núremberg, fuimos a ver aquel pueblo situado entre colinas verdes como una rana.

Merendamos en una cafetería cercana a la estación y después de ver un par de calles residenciales y una iglesia, decidimos que lo mejor era volver a la estación, ya que la población local nos miraba como si fuéramos a robarles a sus hijos. Es cierto que íbamos riéndonos por la calle y un español cuando se ría y dice tonterías no pasa fácilmente de desapercibido, pero también es cierto que entre alemanes llamamos más la atención si cabe. Una vez estuvimos dentro del tren y menos mal a que teníamos el Bayern Ticket, decidimos que lo mejor era mantenerse despierto hasta llegar a Núremberg para evitar otro susto como aquel.

¡Por fin llegamos a Núremberg!

Bastante más tarde de lo esperado aquel mismo día, llegamos a Núremberg. Salimos de la estación de tren y cogimos un tranvía de la línea de Uban, que nos llevó a diez minutos del centro, donde teníamos un estudio alquilado para dormir los tres durante dos noches antes de regresar a España. Lo alquilamos a través de Airbnb y por 100 euros en total tuvimos casa. La zona donde dormíamos estaba algo alejada del centro, era todo un barrio residencial con casas bajas (muy europeo), pero a cinco minutos andando había un supermercado Lidl, donde compramos todo lo necesario para pasar los últimos días en Alemania. Como la parada de tranvía estaba muy cerca de la casa donde dormíamos, fuimos hasta el centro antes de irnos a dormir, simplemente para dar un paseo por las calles y ver qué era lo que nos podíamos encontrar al día siguiente, en el que teníamos que patearnos todo Núremberg. Hicimos una miniruta desde el castillo hasta la muralla, pasando por plazas, iglesias y muchos puestos y bares. Nos informamos de horarios y ya puestos cenamos una salchicha de la región a las que por cierto le estábamos empezando a coger gusto.

Ya de noche, volvimos a casa después de tomar una cerveza y estuvimos viendo en la tele el partido de la Juventus de Turín contra el Barcelona, a la vez que lo escuchábamos con una radio española. Aquel mismo día hubo un atentado en Dortmund, donde iba a haber un partido de Liga de Campeones entre el Mónaco y el Borussia Dortmund, por lo que los ánimos estaban un poco revueltos aquel día en las teles alemanas, y al día siguiente vimos más seguridad por las calles de Núremberg que las que habíamos visto aquella misma tarde.

Nos levantamos a la mañana siguiente y sin prisas nos fuimos con el tranvía hasta el centro de la ciudad, el casco histórico. Núremberg es una ciudad medieval y aunque está parcialmente reconstruida tras los bombardeos alemanes de la Segunda Guerra Mundial, lo cierto es que toda la ciudad da el pego y te sientes como en un cuento, parece que Hansel y Gretel van a salir de alguno de los portales en cualquier momento. Llegamos a Tiergärtnertor sobre las once de la mañana y hay que decir que de día era todavía más bonito que de noche. En esta plaza que se encuentra en la zona norte, nada más pasar la muralla que rodea la ciudad. La plaza tiene algunas mesas de bares que se distribuyen por la pared y no se trata de una plaza a la española. Más bien es como un punto de encuentro improvisado y poco planificado, teniendo en cuenta que está en cuesta (primera vez en mi vida que veo una plaza en cuesta) y que además se encuentra muy cerca del Castillo de Núremberg.

¡Nuremberg!

Fuente

En la plaza se encuentra una escultura, por cierto bastante fea, de un conejo de Albert Dürer. Durero es el personaje más célebre de la historia de Núremberg, ya que fue uno de los pintores más importantes durante el Renacimiento, y el más importante de toda Alemania. Era pintor y algunos de sus cuadros o grabados se pueden comprar por las múltiples tiendas de recuerdos de Núremberg. Durero tiene incluso a pocos metros de la plaza de Tiergärtnertor, una calle con su nombre (Albrecht-Dürer-Strabe) y una estatua conmemorativa en una pequeña plazoleta en la misma calle.

¡Nuremberg!

Fuente

Todo aquel rincón de Núremberg es en sí un atractivo para los turistas y es que al ser un punto obligado de paso para entrar en la ciudad vieja desde el norte, está siempre lleno de gente. Nosotros al entrar creo que vimos gente de todas las nacionalidades menos de la alemana. Lo primero que hicimos fue ir a ver el Castillo de Núremberg. La subida pega bastante, pero mucho menos que lo que nos pegó la Fortaleza de Salzburgo. El Castillo desde fuera era bastante simple y cuando vimos los doce euros que costaba la entrada, se nos quitaron todas las ganas de entrar. Ya habíamos disfrutado de la Fortaleza de Salzburgo y teníamos más que cubiertas nuestras necesidades en cuanto a castillos, fortalezas o fortines se refieren. En una de las puertas de los pasillos abiertos que llevaban hasta la misma entrada del castillo, (donde había que pagar), nos encontramos de nuevo el escudo de Carlos I de España y Quinto de Alemania dibujado a todo tamaño. Nos seguía chocando encontrarnos algo así en Alemania, la historia tiene en muchos casos la respuesta más acertada.

Bajamos definitivamente y después de haber disfrutado unos minutos de las vistas del castillo desde la puerta de la entrada, nos dirigimos al centro por el mismo camino que habíamos seguido en día anterior. Paramos en un par de tiendas de recuerdos para ver cuánto costaban unos libros con imágenes de los cuadros de Dürer, pero creo que los alemanes tienen en demasiada alta estima al pintor, porque por un libro del tamaño de una bloc de notas querían cobrarnos 20 eurazos, un precio demasiado elevado para un viaje low cost. Seguimos caminando y después de torcer un par de calles, llegamos a una plaza mucho más grande que la que habíamos visto junto a la muralla, toda adoquinada en la que se encontraba la Pfarrkirch Sant Lorenz, una iglesia gótica con dos altas torres. Toda aquella zona estaba muy tranquila y no sabría decir si porque era por la mañana o porque es simplemente así, pero lo único que vimos fueron camiones de reparto y albañiles subiendo y bajando andamios.

Bajamos por Rathausplatz, una de mis calles favoritas de Núremberg, por donde ya se empezaba a ver mucho más movimiento de gente y sobre todo de turistas. Tanto a izquierda como a derecha por esta ancha calle, se van dejando edificios preciosos a los lados que seguramente sean en la actualidad oficinas administrativas o cosas por el estilo. También nos paramos a contemplar Sankt Sebaldus Kirche, que al igual que Pfarrkirch Sant Lorenz, tenía dos torres altas que la presidían.

¡Nuremberg!

Fuente

En esta iglesia sí que entramos, creo recordar que sin pagar y aunque me gustan más los edificios recargados y llenos de retablos y grandes vidrieras, esta iglesia mereció la pena entrar a verla, a pesar de no estar demasiado recargada. En esta misma calle y a pocos metros de la iglesia, se encuentran las mazmorras medievales de Núremberg, que también se pueden entrar a visitar, pero como nosotros andábamos justitos de alemán, ni entendimos a la primera que eran unas mazmorras, ni supimos que se podían entrar a visitar hasta que estuvimos ya en España y vimos los comentarios de la gente.

Nos encantó una cenefa con pinturas medievales (no hechas en la época medieval, sino con escenas de esa época) que había en otro de los edificios de Rathausplatz, justo donde acababa la calle y se dejaba ver por fin la Plaza del Mercado Navideño. Dicha plaza, responde más a lo que nosotros entendemos por plaza, aunque no era navidad, sí que había un mercado como el que se puede encontrar en cualquier pueblo o ciudad, lleno de puestos de comida, ropa, utensilios varios, alguna que otra artesanía… En la misma plaza en uno de los laterales, se encuentra una iglesia católica, llamada Frauenkirche Nürnberg. En la iglesia si algo llama la atención es el carrillón que hay en la fachada y que al igual que en Múnich, cada hora se mueve y van saliendo personajes variados de madera, con un tintineo de fondo que me ponía bastante nervioso.

¿Os gustaría ir en Navidad? Dicen que el mercado navideño de Núremberg es uno de los mejores mercados de Navidad de Europa.

¡Nuremberg!

Fuente

En la propia plaza, pero en la entrada desde Rathausplatz, había otro carrillón rejado que todos los turistas, en especial los asiáticos se empeñaban en inmortalizar con las cámaras y en tocar. Imagino que este, estará reservado para momentos especiales del año.

Sería cerca del mediodía cuando nos sentamos en unos bancos bastante rústicos de piedra que había en la plaza para comer unas ricas salchichas bávaras ante las que definitivamente nos habíamos postrado. El mercado de navidad de Núremberg es uno de los más famosos de toda Europa y nos hubiera encantado poder verlo en directo, pero la época no era ni mucho menos la correcta, por lo que nos dimos con un canto en los dientes con poder ver un mercado aunque no fuese navideño. Compramos en un par de tiendas de la plaza del mercado los típicos suvenirs de recuerdo; la bandera de Núremberg, un imán, postales, una camiseta… Cada uno lo que más le convenía y por supuesto Sanfmuting, compró su guía de Núremberg para poder movernos sin problema por la ciudad. Algo que nos fastidió bastante, es que la tuvo que comprar en inglés, porque no la había en español. Y mira que había guías en diferentes idiomas… Alemán, inglés, francés, árabe, chino… Pero ni una sola en español en las dos tiendas en las que entramos.

Otro hecho que no nos gustó nada y nos mosqueó bastante, fue cuando estando dentro de la tiendo y habiendo otras personas merodeando por los pocos estantes que esta tenía, el que parecía el responsable de la tiendo no paraba de quitarnos ojo y de seguirnos. No sé exactamente que fama tendremos los españoles en Núremberg o en concreto en esa tiendo, pero realmente se pensaba que íbamos a robarle una bola de nieve con casas de alemanas o un llavero con la bandera de Alemania… Para rematarlo, nos dijo ya cuando estábamos a punto de irnos “¿Queréis algo? ”, que venía realmente a significar “Os podéis largar de aquí ya mismo”. Pero dejando disputas interculturales de menor grado aparte, seguimos con la ruta por la ciudad.

Y si quieres saber más de nuestra visita a Núremberg, sigue leyendo en la siguiente entrada de Abu Mochilero.


Galería de fotos



Contenido disponible en otros idiomas

Comentarios (0 comentarios)


¿Quieres tener tu propio blog Erasmus?

Si estás viviendo una experiencia en el extranjero, eres un viajero empedernido o quieres dar a conocer la ciudad donde vives... ¡crea tu propio blog y cuenta tus aventuras!

¡Quiero crear mi blog Erasmus! →

¿No tienes cuenta? Regístrate.

Espera un momento, por favor

¡Girando la manivela!