Bye bye Núremberg!

Pateando la ciudad

Ya con la guía de Núremberg en la mano y con la tripa llena, seguimos hacia la parte sur de la ciudad por una de las calles que salían de la Plaza del Mercado de Navidad. Llegamos justo hasta la muralla, donde nos encontramos con un pequeño pueblo dentro de un muro interior que junto con la muralla principal, lo convertía en una especie de patio interior lleno de casas en el centro y con una única calle que las rodeaba. Todo eran casas bajas, que se habían convertido en restaurantes y tiendas muy curiosas. Había una floristería, una tienda de puzles y escalectrix, un par de restaurantes pequeños pero con muy buena pinta (visto desde fuera)… Era como una aldea de hobbits del señor de los anillos. Al extremo contrario de donde habíamos entrado, había otra puerta que daba a un puente por el que se podía cruzar a la otra parte de la ciudad, la zona más moderna, donde por ejemplo se encontraba la estación de tren, y donde tendríamos que ir al día siguiente para coger el metro hasta el aeropuerto de la ciudad.

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En vez de cruzar al otro lado del puente, lo que hicimos fue volver sobre nuestros pasos, volver a pasar por la pequeña aldea de casas bajas que había junto a la muralla y girar a hacia la izquierda para recorrer el interior de la muralla hasta una calle que nos llevaría a una famosa fuente de Núremberg. Lo que al principio parecía un barrio poco transitado y demasiado silencioso a pesar de estar pegando a la muralla y ser esto en sí una razón de peso para que la gente pasara por allí, resultó ser una zona, digamos especializada en un tipo determinado de servicios. Nos extrañó mucho ver un par de mujeres asomadas por una ventana en ropa interior y pensamos que estarían tomando el sol (por ejemplo), pero cuando continuamos recorriendo la calle y seguimos viendo mujeres y mujeres asomadas por las ventanas de las casas empezamos a sospechar que nos habíamos metido en un barrio de los llamados “rojos”, como el Barrio Rojo de Ámsterdam, para que os hagáis una idea… Las puertas de las casas estaba abiertas de par en par y se veían luces rojas dentro de las habitaciones, desde las que miraban mujeres de todas las edades, colores y tamaños. Lo cierto es que nos sentimos un poco intimidados, porque pasar por una calle llena de mujeres en ropa interior que nos miraban fijamente… Intentamos pasar desapercibidos y “haciendo ver” que nos habíamos despistado y que nuestra intención no era entrar allí, vamos, que no éramos clientes potenciales. Sí que vimos a un par de hombres hablando con diferentes mujeres, imagino que interesándose por lo que haya que interesarse en esos casos.

La calle lejos de llegar a su fin, seguía hacia delante y nos llegamos a cruzar a una familia, que parecía de turistas, ya que iba con los niños que tendrían unos diez o doce años, un mapa en la mano y una mochila pequeña cada uno. Vamos, que no sabían dónde se metían. Fue realmente gracioso ver la cara que ponían la madre y el padre cuando vieran a todas aquellas mujeres en las ventanas. Una vez habíamos salido de la calle por la que discurría la muralla, lo primero que hicimos fue comprobar dónde habíamos estado hacía escasos segundos y ver si habíamos sido los únicos que habíamos tropezado por allí (nosotros y la familia de la que acabo de hablar al completo). Vimos que en algunos foros de viajes sí que se mencionaba el Barrio Rojo de Núremberg o la calle de la muralla como la llamaban en algunos otros.

Dejando atrás todo aquello, nos fijamos en la guía de Sanfmuting que llevábamos como mapa y nos dirigimos hacia la Puerta Blanca, una antigua torre situada en pleno corazón de la ciudad.

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La torre, es una edificación de ladrillo con tejado, que tiene un reloj en el “pecho”. De lejos parece una iglesia y en la parte baja, hay una puerta de hierro entre dos pequeños torreones con un gran arco por encima, lo que hace de parecer una iglesia y empiece a parecer más una fortaleza. Está situada en una gran plaza, con cómo no, puestos de salchichas alemanas y bebidas. Es una plaza a la que llegan diferentes calles, ninguna es una gran vía, pero al llegar gente desde tantos lados sí que tiene que ser una zona importante de la ciudad. Había mucho turista por aquellas calles y en concreto en aquella plaza, pero más que mirar la torre (Puerta Blanca), lo que hacían era mirar una especie de estatua que había en el suelo, a pocos metros de la torre. Era una estatua con punta más de fuente que de estatua, y se extendía unos tres o cuatro o cinco metros cuadrados en el suelo, sin subir hacia arriba más que la cabeza de un niño de unos diez años. Era una estatua compuesta a su vez por muchas estatuas menores, como si se tratara de una obra de teatro con diferentes escenas. Al parecer la fuente, estatua o lo que fuera aquello se llama Ehekarussell y según entendimos en la guía que habíamos comprado de la ciudad, venía a representar el matrimonio…

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No sé exactamente que tenía que ver el matrimonio con todas aquellas escenas tan raras, pero lo cierto es que espero no se parezca a peces llenos de dientes comiéndose a niños ni a pulpos con largas patas agarrando a marineros como así parecía quería decir la estatua/fuente. Luego nos quejamos en España de las fuentes y estatuas tan feas que se suponen se colocan, pero lo de Núremberg no es que destaque precisamente por la belleza de sus estatuas y esculturas. Aquella y la del conejo en medio descomposición que habíamos visto, no eran demasiado atractivas.

Paramos a descansar un rato en la plaza, en una cafetería que había. Tomamos algo antes de continuar y estábamos intentando buscar atractivos en la guía que no estuvieran demasiado lejos a pie, ya que queríamos aprovechar para estar por aquella zona al volvernos a España al día siguiente a medio día, por lo que lo que no se viera aquel día, seguramente ya no se vería.

De camino a unos puentes que habíamos visto según íbamos caminando horas antes hacia la parte sur de la ciudad, nos encontramos con una tienda oficial del FC Núremberg, el equipo de fútbol de la ciudad. Entramos y nos asustamos con los precios, (una bufanda del equipo no bajaba de los 20 euros), por lo que empezamos a buscar en una especie de baúl de los recuerdos del club, donde había mucho de todo y un poco de nada. Nos encontramos camisetas de tallas XL y XXL, polos del año 2008, un balón más viejo que nosotros, un guante suelto de portero, un chándal de entrenamiento… Estaba todo rebajado en aquel baúl, y como era el cumpleaños del hermano de Gesich en unos días, le cogió una camiseta de hacía dos temporadas, de una talla entre grande y enorme (su hermano es bastante grande) y le salió bastante bien de precio. No es que seamos hinchas del FC Núremberg, pero los descuentos y el estar por la ciudad nos hacía meternos en tiendas como aquella. Ya durante nuestra estancia en Münich habíamos estado algo así como media hora viendo camisetas y ropa deportiva del Báyern de Múnich y del Múnich 1860 en sus respectivas tiendas oficiales, que por cierto están en la misma calle las dos.

Dimos vueltas por un montón de calles sin saber del todo donde nos encontrábamos en el mapa, pero con el buen día que hacía, no queríamos irnos de la ciudad. Núremberg nos había atrapado y nos daba mucha pena no poder quedarnos un poco más por sus calles. El viaje en general estaba siendo de diez, con matrícula de honor, y da rabia que se acaben viajes como ese. Sin parar de caminar nos encontramos diferentes estatuas por la ciudad, bastante curiosas algunas, como un toro/buey que vimos sentado en una especie de ventana sobre uno de los puentes de la ciudad. Seguimos recorriendo las calles centrales de la ciudad y nos encontramos cerca de una de las iglesias que habíamos visto anteriormente, un puesto de venta de libros de segunda mano. Lo ideal hubiera sido encontrar algo de algún autor clásico alemán y haberse llevado por ejemplo “El anticristo” de Friedrich Nietzsche, o “El Capital” de Karl Marx, pero no encontramos nada en un estado competente, ni mucho menos comprable por el dinero que pedía el librero. Así que nos quedamos con la espina de llevarnos algún libro alemán para que cogiera polvo en la estantería (claro está). Lo que sí que compramos fueron unas estampas de la ciudad de Núremberg que parecían tener veinte años como poco, pero que eran a color y eran muy chulas.

Bye bye Nuremberg!

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Nuestro último rato en el centro lo dedicamos a tomar la última cerveza alemana de nuestro viaje por tierras bávaras y de Colonia, en una terraza en Rathausplatz. Cogimos el tranvía para ir al barrio donde estábamos durmiendo, en el apartamento que habíamos alquilado mediante Airbnb y después de darnos una ducha y cenar un intento de tortilla española con patatas de bolsa, dormimos plácidamente, repusimos fuerzas y nos preparamos para la vuelta a cada. A la mañana siguiente cogimos sobre las diez de la mañana de nuevo el tranvía, que nos llevó hasta Tiergärtnertor, desde donde emprendimos el camino a pie con las mochilas al hombro y a través de toda la ciudad, para llegar a la estación de tren de Núremberg, donde hicimos la última foto de todo el viaje frente a la estación. Cogimos el metro/cercanías (no llegamos a diferenciar bien el transporte público en Núremberg), para ir hasta la terminal de salidas de Núremberg. El aeropuerto no era muy grande, con vuelos cortos a ciudades, todas ellas europeas, pero lo importante es que opera Ryanair como compañía de bajo coste y eso es sinónimo de destinos europeos a bajo precio garantizados. Compramos un paquete de cerveza que había dentro de la terminal antes de subir al avión y cogimos un avión de Ryanair a primera hora de la tarde con destino Madrid y donde definitivamente acabó nuestro viaje.

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De Alemania, decir que es un país que me encanta y donde (si no fuera por el idioma), me gustaría poder vivir una temporada. Son personas frías de primeras y seguramente eso sea un inconveniente a la hora de hacerte un hueco en cualquiera de las ciudades que visitamos, pero creo que una vez rota esa barrera pueden ser personas muy agradables. He tenido la suerte de conocer a algunos alemanes y ciertamente son personas serias, pero fieles y que dejan pocas cosas al azar. Recomendaría totalmente un viaje como el que hicimos, pudiendo para en más ciudades en el camino que une Colonia con Núremberg, o quizás, pudiendo saltar Colonia y Bonn, cambiando esos destinos por otros más cercanos a Múnich y así poder conocer mejor Baviera. Eso ya cada uno que lo organice como mejor sepa. Pero por favor, tenéis que visitar Múnich y Salzburgo, porque son dos ciudades encantadoras y si se puede Núremberg debe estar incluido en ese paquete. Seguramente muchos diréis que merece también la pena visitar el castillo de Neuschwanstein, y estoy de acuerdo, por lo que el próximo viaje que haga por aquella zona, que seguro que habrá alguno más, lo tendré muy presente para conocerlo.

¿Os gustaría ir en Navidad? Dicen que el mercado navideño de Núremberg es uno de los mejores mercados de Navidad de Europa.

Espero que os haya gustado y que sigáis mis entradas, recorriendo otros muchos lugares y ciudades magníficas que he ido visitando a lo largo de los años. También me podéis seguir en Instagram; “abumochilero” donde cuelgo un montón de fotos chulísimas. Un saludo y nos seguiremos viendo por la Mochila de Abu.


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