¡Hola a todos, viajeros! En este post os acompaño a descubrir cómo podéis observar desde lo alto la maravillosa ciudad de Vancouver, y encima rodeados de naturaleza: sobre la montaña de Grouse.
A pesar de que ya he escrito una experiencia en este blog hablando sobre mi viaje a Vancouver, y recomendándo los sitios que ver en esta incríble ciudad, creo que mi visita a Grouse Mountain se merecía una entrada aparte, porque es un lugar realmente impresionante.
Grouse Mountain es una montaña que se encuentra a tan sólo un cuarto de hora del centro de Vancouver. Está situada a más de mil metros de altura, y esto hace que las vistas de la ciudad desde lo alto sea espectaculares.
Cómo llegar a Grouse Mountain
Cómo ya sabréis si habeis estado leyendo otras entradas de mi blog aquí, me encanta estar en contacto con la naturaleza, sobre todo si visito ciudades relativamente grandes, porque es algo que suelo echar mucho en falta. Por eso me gustó especialmente mi visita a la montaña Grouse. Para poder llegar hasta lo alto del pico, tendrás que subir en el teleférico, que recibe el nombre de Garaventa Red Skyride; o puedes optar por hacer un poco de senderismo e ir andando por la ruta de Grouse Grind, que son unos 3 kilómetros, pero que sólo está abierta de mayo a octubre. La entrada tiene un precio elevado, son 56 dólares canadienses para poder subir a la montaña, e incluye el trayecto en teleférico tanto de ida como de vuelta. El teleférico sale cada 15 minutos, siendo el primero de todos a las 8.45 de la mañana, así que si eres madrugador y prefieres hacer la visita a la montaña sin mucha gente, puedes optar por ir pronto. Además, ¡las vistas desde el teleférico son una pasada!
Para llegar hasta el teleférico lo más cómodo es ir en coche, aunque tendrás que pagar parking. También puedes ir en autobús, cogiendo alguno de las líneas 232 o 236, que suelen pasar cada media hora.
Qué hacer en Grouse Mountain
En los meses de invierno, Grouse Mountain tiene un montón de actividades que hacer. Desde hacer senderismo con raquetas de nieve hasta esquiar o hacer snowboarding, los deportes de invierno son especialmente populares en este área. No obstante, como yo hice mi visita durante los meses de verano, sólo puedo hablar desde mi experiencia.
Lo que más me gustó sin duda de mi visita a Grouse Mountain fueron las vistas de la ciudad de Vancouver, toda rodeada de mar. Además ese día hacía un tiempo increíble, sin una sóla nube, así que pude disfrutar de ellas al máximo. Las vistas son preciosas desde cualquier punto que te asomes a lo largo y ancho del parque de Grouse Mountain, pero hay un observatorio que se encuentra en un molino de viento, desde el que las vistas seguro que son aún mejores. Este observatorio se llama Eye of the Wind, pero cuesta otros 15 dólares entrar, y además tienes que coger la entrada con antelación, así que yo no lo visité. Aún así, lo dejo caer por aquí por si tienes la oportunidad de ir durante tu visita.
Otra de las cosas que no te puedes perder en Grouse Mountain es el refugio de osos. Yo nunca antes había visto osos en persona, así que la experiencia me maravilló. Los dos osos que se encuentran ahora en el refugio natural, y que también estaban cuando yo fui el verano pasado, son Grinder y Coola, ambos encontrados en el 2001. Son realmente preciosos, y muy juguetones, así que si te quedas un rato observándolos tienes entretenimiento asegurado. Eso sí, ten en cuenta que los osos hibernan durante el invierno, así que es muy probable que no puedas verlos en su máximo esplendor si vas en esta época del año. En el refugio les cuidan muchísimo, ya que cuando los encontraron estaban en peligro de extinción. Puedes ver cómo les dan de desayunar si eres madrugador y vas durante las primeras horas a Grouse Mountain. Si eres observador, verás muchas otras especies de animales en este parque, desde lechuzas y otros tipos de aves, hasta coyotes (aunque estos abundan cada vez menos en la zona).
Hay bastante oferta de restauración en Grouse Mountain, en especial teniendo en cuenta que estamos en lo alto de una montaña, así que podrás comer o cenar con unas vistas increíbles. Eso sí, aunque no te quedes a consumir, pasa al fondo de algún restaurante aunque sea, porque el paisaje desde las terrazas suele ser de los mejores.
