(Will) miss you
Hace un par de días, mientras conducía desde el trabajo hasta casa, he estado pensando en todo lo que echaré de menos cuando me vaya de Erasmus. Los tres primeros puestos los tengo más que claros.
En primer lugar, echaría de menos a mi familia. Y no me refiero sólo a mis padres y a mi hermana, a los que obviamente echaré mucho de menos. Sino también a mis abuelos y a mis yayos. Son muy mayores y, Dios no lo quiera, puede que les pase algo mientras yo estoy fuera. Por eso he disfrutado cada momento que he pasado con ellos este verano. Porque, aunque suene muy tétrico, puede que no les vuelva a ver.
En segundo lugar, echaría de menos a mis mascotas: mi gerbo Oreo y mi tortuga Venus. Sí, probablemente estaréis pensando: “¿Un gerbo y una tortuga? No son precisamente los animales más cariñosos del mundo…”. Y tenéis razón. Pero me han dado muchas alegrías, y, aunque suene raro, han estado a mi lado cuando he tenido malas rachas. Puedes desahogarte hablando con ellos, porque nunca te van a contradecir. Y, además, de un modo u otro, a su manera, sí que dan cariño. Mi gerbo, por ejemplo, se duerme si le acaricias. Y mi tortuga Venus nunca me ha mordido, y coge la comida de mi mano. Saben quién soy, y eso me reconforta.
En tercer lugar, por descontado, a mis amigos. Ellos han estado ahí cuando los necesitaba. Hemos tenido malos rollos, claro, pero siempre nos hemos reconciliado y hemos olvidado lo que ha pasado. A estos amigos de los que estoy hablando puedo contarlos con los dedos de la mano. El resto son personas con las que salgo, conocidos… Pero los de verdad, los que de verdad cuentan, esos siempre estarán ahí para mi. (Espero…).
El resto de cosas no tienen un orden claro, y son bastante más triviales que las anteriores. Echaré de menos, por ejemplo, la satisfacción de tener un baño para mí sola. Mi coche, echaré mucho de menos conducir. Echaré de menos mi casa, mi país. Echaré de menos hablar español todos los días. Echaré de menos mi habitación, mi pequeño búnker personal. Mi puff. La comida casera, de buena calidad…
Hay tantas cosas que voy a echar de menos, que me agobia pensarlo. Pero seguro que habrá mil cosas que conoceré y luego echaré de menos. Y pensaré que no aproveché bien el tiempo, que tendría que haber prestado más atención.
La vida es un círculo vicioso. Siempre se echa de menos algo, siempre hay algo que añoras. Puedes, si quieres, ahogarte en esa añoranza y no vivir el día a día. O puedes, como pretendo hacer yo, no pensar en ello, asumir que hay cosas que no pueden estar con nosotros siempre, y que hay cosas nuevas que pueden reemplazarlas (por lo menos durante unos meses). Aunque, claro está, no hablo de los tres primeros puntos J
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