Pornic y Poker
Este martes pasado y aprovechando que el miércoles no teníamos clase hasta las 11 de la mañana, me acerqué con unos cuantos compañeros de clase a la casa que otro compañero tiene en Pornic, una ciudad situada algo más al sur de Saint Nazaire. Me propusieron ir con ellos a echar una partida de cartas y a tomar algo, y con tal de no quedarme metido en la residencia me metí de cabeza en el primer coche que me abrió la puerta.
Pornic es una ciudad de algo menos de 15.000 habitantes, pero que en verano, al estar a orillas del mar, se llena de veraneantes atraídos por la playa y el buen tiempo. Está a unos treinta minutos de Saint Nazaire y par llegar hay que cruzar el puente que atraviesa el río Loira cerca de su desembocadura, del que luego cuento una anécdota que me llamó la atención. Fuimos en dos coches y la idea era dormir en casa del anfitrión, por lo que los demás compañeros de clase de forma previsora, se habían traído de casa sacos de dormir y alguna manta. Como a mi me lo habían dicho esa mañana y tampoco había preparado nada ni comprado nada, lo único que llevé conmigo fue la cazadora y una mochila con una baraja de cartas española por si había que utilizarla y un par de cervezas que tenía en el frigorífico.
Según me dijo mi compañero de clase, la ciudad a lo largo de todo el año está “medio muerta”, pero cuando empieza a hacer bueno, todos los apartamentos y casas que allí hay, se llenan de gente. Él, sin ir más lejos, vivé allí porque sus abuelos tienen un apartamento, que como después puede ver, era el típico apartamento en a pie de playa que podemos encontrar a lo largo de la costa mediterránea en España y en general en lugares de veraneo. Nada más llegar, a eso de las siete y media de la tarde nos dimos un paseo por el puerto que hay cerca del paseo marítimo y pude ver que efectivamente y aunque había muchos bares y restaurantes a lo largo del paseo, estaban o vacíos o cerrados y algunos a esa hora ya estaban empezando a recoger. También vimos un casino, que el susodicho que vive allí, dijo que cuando hay gente en la ciudad, se pone hasta arriba. La verdad es que el paseo no duró demasiado y me dio tiempo a ver lo justo, sin ir ni tan siquiera al centro, por donde habíamos pasado anteriormente con el coche para llegar hasta la casa donde nos diríamos. Aunque la verdad es que la ciudad o el pueblo, como lo queramos llamar, parecía tener su eje en la zona playera.
Después de haber visitado la ciudad un poco nos volvimos para el apartamento a beber algo. Era un piso más bien pequeño, pero para veranear o en este caso para vivir una persona sola estaba muy bien y además era un bajo, así que de lujo. Al rato nos pusimos a jugar una partida hasta tampoco muy tarde y es que no se si sabréis que eso de empezar las fiestas a las doce de la noche en Francia no pasa. A las ocho ya está todo el mundo reunido y cenado y suelen durar más o menos hasta las dos o las tres de la mañana como muy tarde. En este caso se nos alargó demasiado la partida y nos acostamos algo más tarde, pero mereció la pena, gane, (cosa que a jugando a las cartas es bastante rara).
Para dormir siete personas en un piso no muy grande yo ya estaba echando mis cálculos y la verdad no me salían demasiado bien, ya me estaba imaginando durmiendo a los pies del frigorífico o en la ducha. Veía mucha gente y pocos metros cuadrados y además de eso, estaba empezando a echar de menos un saco de dormir, una manta, un pequeño colchón de espuma o una almohada donde poder al menos recostar la cabeza. Pero para mi sorpresa y alivio, el anfitrión se levantó de la mesa cuando los primeros jugadores empezaban a caer y empezaban a preguntarse igual que yo donde iban a dormir y ese momento fue de película. Quitó una alfombra que tenía en una esquina y levantó una trampilla mostrando una especie de sótano donde con una pequeña escalerilla de madera se bajaba y allí tenía preparados colchones de espuma esparcidos por el suelo e incluso una habitación contigua con dos camas. Parecía el típico zulo – trastienda de las películas de secuestros o laboratorios clandestinos, pero hay que decir que era bastante grande y además había tenido el detalle de poner una estufilla eléctrica antes de que llegáramos a su casa, para calentarnos, (ya que era una sala bastante grande y fría). Por lo demás lo tenía todo controlado, y sacó mantas y almohadas para todos, que a mi me calló como un regalo del cielo.
Por lo demás poco que contar, la partida acabó, se dejó el piso todo lo decente que se pudo y bajamos a la trastienda todos los invitados para dormir lo que pudiéramos. A la mañana siguiente no nos costó demasiado levantarnos, nos bebimos un litro de zumo de naranja y nos fuimos a Saint Nazaire con bastante tiempo de antelación al comienzo de las clases, tanto que una vez en mi habitación, me dio tiempo a ducharme y a prepararme un buen desayuno, (sándwich de jamos y queso incluido, acompañado de un tazón con cereales), ya que desde que cené a las seis de la tarde del día anterior solamente había probado gusanitos con sabor a cacahuete. Y después de vestirme puse rumbo a clase.
En cuanto a lo del puente que quería compartir, puede resultar una bobada, pero a mi me llamó la atención. Resulta que el puente aunque tiene tres carriles para cada sentido, está limitado a setenta kilómetros por hora y para controlarlo no hay en típico radas al principio o la final que va a caza a todo aquel no sepa que allí están colocados. Según dijo el compañero de clase que condujo el coche en el que iba yo, había un sistema de radar, que permitía medir la velocidad media a la que se había ido a lo largo del puente y que también medía los máximos y los mínimos. Y yo buscando por Internet, parece que es cierto, que hay un tipo de radares que calculan en todo momento la velocidad a la que vas. Vamos, que en ese puente el que pise el acelerador no se libra de la multa de ninguna manera, y el punte es más largo que un día sin pan, (en total y contando las vías de acceso son exactamente 3356 metros de longitud).
Por lo demás poco que decir, fue una buena noche y conocí otra ciudad más de la zona. Un saludo.
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Comentarios (7 comentarios)
Inés Lotero hace 10 años
De pensar dormir en la ducha o en el suelo...a dormir en un señor colchón con su manta y todo...
Adri P hace 10 años
Bueno... señor colchón tampoco se puede decir que fuera, más bien una espuma gorda. Pero si, la cosa cambia bastantes...
Martin Colin hace 10 años
PORNIC!!!
Martin Colin hace 10 años
* moins de 12.000 normalement...
Adri P hace 10 años
Plus, moins... Pas beaucoup de différences!
Anthony Power hace 10 años
Cómo han jodido con eso de la regulación ahora española al estilo francesa.....
Adri P hace 10 años
Que le vamos a hacer...