Una Italiana en Murcia
Con tan solo 18 lo tenía muy claro: quería continuar a estudiar en el extranjero.
Al año siguiente, con 19 años, me mudé y comencé mis estudios universitarios en turismo en España.
¿Por qué en España? Pues porque desde los 14 años, cuando me fui por primera vez a Barcelona de viaje estudio, me enamoré del estilo de vida de los españoles, del calor, de los colores tan vivos y de la fiesta (podría seguir un día entero).
No obstante, España es muy grande y tiene muchas ciudades interesantes, entonces mi elección no fue fácil. No quería ir a Barcelona por el catalán y tampoco quería irme a ciudades muy grandes como Madrid o Valencia ya que solo tenía 19 años y encima era mi primera experiencia viviendo sola en otro país.
Ahora, para los que no la conocéis muy bien, Murcia es una ciudad universitaria hecha a medida para los estudiantes. La historia de cómo descubrí la existencia de una ciudad llamada Murcia, capital de la región de Murcia, es curiosa.
En mi último año de bachillerato, fui a una jornada de puertas abiertas de universidades internacionales, organizada para los estudiantes de mi ciudad (Turín). Ese día hablé con los representantes de muchas universidades: de Londres, de Berlín, de Roma con programas muy interesantes e internacionales. Pero o demandaban niveles nativos de inglés o eran muy caros con lo cual no me interesaban, yo tenía un buen nivel de español y mucha facilidad para aprender el idioma y estaba determinada para seguir con ello.
Pues el destino, me hizo llegar al están de la Universidad de Murcia, una señora muy maja me lo explicó todo y me dijo “te va a encantar seguro, Murcia es genial” (spoiler: tenía razón). Hasta ese momento, no había escuchado ese nombre en mi vida, pero decidí hacerle caso y, una vez en casa, empecé a buscar información.
Después de haberlo hablado con mis padres, estaba decidida y nada me hizo cambiar de idea, aunque muchas personas lo intentaron. Sin embargo, yo, en vez que escucharlos, me empeñé para obtener lo que quería estudiando y poniéndome en contacto personalmente con los responsables, escribiendo correos y pasando días delante del ordenador para comprobar que todo estuviera bien y que no me faltara nada.
No voy a mentir, no fue fácil, pero os aseguro que el día que me dieron mi certificado de convalidación de mi selectividad italiana, era la persona más feliz del mundo y lo mejor de todo fue que lo conseguí yo sola.
Pero aún me faltaban muchas cosas por hacer: encontrar un piso, arreglar mas papeles para obtener la residencia etc.
Con mi familia, mis padres y mi hermano, durante nuestras vacaciones en verano, fuimos por primera vez a visitar la ciudad, sin saber que Murcia en verano es literalmente el infierno (50 grados en agosto son la normalidad) y me quedé muy impresionada porque no era nada como me lo imaginaba.
Estaba entonces convencida y el plan seguía en pie. En septiembre me iba a mudar a España. Un paso muy grande que habría cambiado mi vida completamente, dejando a mis amigos, a mi familia, a todo lo que conocía desde siempre para algo completamente nuevo. Estaba muy emocionada, lo admito.
Los últimos días me despedí de muchas personas, sin saber que de verdad no los habría visto nunca más por los diferentes caminos que elegimos y, el 20 de septiembre 2016, cogí el avión para mi nueva vida.
Tras llegar a Murcia no conocía a nadie, pero fue increíblemente fácil para mi encontrar amigos en la facultad y durante mi tiempo libre. Personas muy interesantes que ahora forman parte de mi entorno diario.
Tuve que aprender a cuidarme yo sola y a estar pendiente de muchas cosas a la vez (universidad, piso, salud, compra, vida social) pero tengo que agradecer a mi familia y a mis amigos, tanto los que estaban lejos como los que estaban allí físicamente, que siempre me dieron fuerza cuando me sentía más sola y que me ayudaron con el idioma y con las primeras dificultades.
Entonces chicos, si tenéis la posibilidad de tener una experiencia como esta, iros de Erasmus, pasad una temporada fuera de vuestro país, o en otra región, no tengáis miedo, no os quedéis en vuestra zona de confort. Hacedlo y os abrirá la mente y conoceréis muchas cosas nuevas y personas y veréis nuevos atardeceres y respiraréis un aire diferente. Y si no os gusta, siempre estaréis a tiempo para volver a casa, vuestra casa no se va a mover. Sólo quiero deciros que, si estuviéramos hechos para quedarnos en un sitio, tendríamos raíces como los árboles, pero los seres humanos tenemos pies para recorrer el mundo y yo pienso andar hasta que se consumen todas las suelas de mis zapatos.
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