Personas
No sé cómo he dejado que pasen tantos días sin sentarme a escribir. Todas las noches me meto en la cama con el resentimiento de no haberlo hecho. Tengo excusa y no. Es cierto que estoy muy ocupada, pero también lo es que si quisiera sacar algunos minutos para escribir en voz alta en lugar de revisar el timeline de Facebook, lo podría hacer.
Hace once días que no escribo. Desde entonces he conocido a muchas personas nuevas, he reconocido a algunas que ya estaban en mi vida y me he reencontrado con otras; pero vayamos por partes.
La primera buena noticia (así realmente la considero) es que he empezado a trabajar como profesora. En realidad ya ejercía dicho papel dando clases particulares por las tardes, pero esto es diferente. Hablé de un tal Kasper en entradas anteriores (creo) y de la entrevista que me hizo. Finalmente obtuve el puesto y mi labor consiste en ayudar a adolescentes -de entre quince y diecisiete años- a prepararse el examen oficial de inglés de Cambridge. Son dos grupos, los del IES Saavedra Fajardo y los del IES El Carmen (les preparo para el First y el PET respectivamente). A cada grupo le corresponden dos clases a la semana de hora y media de duración cada una. Me desplazo a los centros bilingües de secundaria de lunes a jueves y me siento como en casa al volver a pisar aquellas aulas de suelo de terrazo. El primer día estaba muerta de miedo, he de reconocerlo, pero en realidad miraba aquellas caras rebeldes y me parecía que hasta hacía nada era yo la que estaba sentada en aquellos pupitres de color verde y sillas a conjunto. Es una sensación muy emotiva con la que cuesta encontrar las palabras exactas que reflejen dicha conmoción somática.
En un grupo son catorce mientras que en otro dieciséis, es decir, una media de quince chavales por clase. Me parece realmente fascinante cómo de diferentes son cada uno de esos sujetos repletos de hormonas. Me encanta observarlos y rememorar viejos tiempos. Estando atenta a sus movimientos comprendo y reconozco por qué yo misma hacía lo que hacía hace seis o siete años atrás. En el Saavedra tengo al trío calavera formado por Edu, Alberto y Jose, tres fieras que no paran ni un momento pero que no guardan nada de maldad en sus inquietas cabecitas. El otro Jose se junta con Mónica y Mustafa, los más "adelantados en el tiempo" (por decirlo de alguna manera), pero el rubito no es capaz de mantener la mirada fija en ti ni en nadie más de tres segundos seguidos. Carmen me recuerda a mi querida María, respetuosa con los demás, aplicada e inteligente (que no es lo mismo). Elena es la mujercita que va con los ojos pintados, el pelo teñido de rubio y toma café. No es mala en los estudios y tiene una relación larga con su novio (tan joven como ella). Vamos, el estereotipo de chica que cree que se come el mundo y puede mirar por encima del hombro a sus iguales. Mi pareja de película muda preferida son Aarón y Javi. El primero no levanta la voz, no tiene un físico muy agraciado y parece estar acomplejado por ello. El segundo es para comérselo: siempre sonriendo, siempre saludando, siempre participando. Probablemente sea el más joven de la clase y el que más entusiasmo desprende. Disfruté escuchándole casi tanto como él narrando lo fanático que era de Britney Spears.
Los alumnos del IES del Carmen son menos rebeldes, por así escribirlo. En este instituto hay más muchachos que provienen de otros países, como Adrián, María José y Marlyn (es más, todos ellos llegaron del otro lado del charco hace algunos años). Todos ellos están perfectamente integrados en el conjunto estudiantil. También me resulta mágico detectar las diferencias entre un grupo y otro en base al entorno donde se han desarrollado, o sea, que la atmosfera del Saavedra no es para nada igual al aura del Carmen. Sin embargo, es curiosamente asombroso cómo los roles clave que deben estar presentes tanto en un instituto de Murcia como en otro de México DF (por ejemplo), lo están. Es decir, me entretengo descubriendo qué papeles son coincidentes entre un grupo y otro, como María y Mónica (las más arrogantes, que actúan como si no necesitaran nada pero en el fondo se mueren por participar), Mustafa y Adrián (los chicos más guapetes y que no tienen vergüenza para intervenir en clase), Alejandra y Tamara (que podrían interpretar el papel de mi apreciadísima Isa: tienen potencial pero se dejan llevar por la compañera de al lado), Alberto e Iñigo (los deportistas tímidos que hablan por lo bajini cuando se creen que la profe no los observa por el rabillo del ojo), etcétera. Bendigo a Kasper, a la asociación, a Silvia, a los instituos y a la madre que los parió a todos por haberme dado esta oportunidad de conocer a estas dos bandas y, al mismo tiempo, conocerme a mí misma y poder desarrollar habilidades que creía inexistentes.
Sin abandonar mi rol como profesora, me traslado al ámbito de las clases particulares para seguir hablando de personas. Pese al trabajo "más oficial" que me trajeron los Reyes Magos para 2014, no he querido dejar a "mis alumnos". ¿Cómo iba a dar de lado a Andrea que me hizo un regalo en Chritmas por ser una buena profe? O a Ángela que, según su madre, recoge y prepara la habitación con sumo interés veinte minutos antes de que yo llegue. Y por supuesto, no podía renunciar a Graciela y todo lo que me aporta (más ella a mí que al revés, aunque la mujer lo ignore). Algo que siempre cuento cuando la tengo que presentar verbalmente a mis amigos es que se trata de una mujer de cincuenta y siete años, soltera, sin hijos, de Ecuador y que se mudó a España hace trece años. Desde entonces ha trabajado humildemente cuidando personas mayores o limpiando. No hace mucho pasó una grave enfermedad la cual le provocó tener (aun) más ganas de seguir viviendo. Por todo ello (y mucho más) quiso empezar a aprender inglés, ya que en abril se irá de viaje a Australia por un mes. También está tratando de sacarse el carné de conducir y el año pasado estuvo apuntada a la escuela de adultos. Siempre está disponible para ayudar a los demás, y a mí - especialmente - me quiere y me cuida. El fin de semana pasado íbamos caminando hacia casa de una amiga suya, para hacernos una limpieza de cara (no sé quién tiene más ganas de las dos de ver mi rostro sin impurezas) cuando de pronto me fijé en la hermosa puesta de sol que se divisaba en el horizonte. Una bola de fuego roja perfectamente esférica teñía de rosado el cielo sobre las seis de la tarde.
- ¡Mire el Sol! ¡Qué bonito está! - le advertí.
- ¡Ay, sí! A saber en qué parte del mundo estará brillando con fuerza ahora mismo ese Sol.
Sostuve aquella frase durante unos segundos en mi mente. Me impactó la reacción natural que ella había tenido al mirar al astro rey. Yo nunca me había parado a pensarlo. Caí en la cuenta de que Graciela es Ecuatoriana y toda su familia sigue viviendo allí, en el otro lado de nuestro mundo (nuestra realidad). Quizás ella sí que tenga presente continuamente que su familia se despierta seis horas después que ella, y que comen seis horas después que ella y que salen de trabajar seis horas también después. Probablemente ella, por sus circunstancias - que son diferentes a las mías - piense que ese mismo Sol que se estaba escondiendo para nosotras podía estar brillando con ímpetu para su familia, o no para su familia sino para otra gente u otro país. Imagino que ella concibe el mundo de otra forma muy distinta a como lo contemplo yo, que no he ido más allá de Noruega y la única vez que he tenido que cambiar la hora fue cuando viajé a Portugal. Por eso mismo todo es tan relativo y no existen verdades absolutas. Precisamente por eso todos tenemos una historia que merece la pena ser escuchada para aprender de los demás, y de nosotros mismos.
Y luego está Javi (que lo voy a matar un día de estos). Javier es el único niño al que doy clase y el más travieso. Va a sexto de primaria y en el primer trimestre le quedaron seis (¡qué casualidad! ¡coincide con su curso!). Es algo que yo no me puedo explicar en sexto de primaria, pero aun me puedo explicar menos lo siguiente:
Resulta que, a pesar de haber suspendido inglés, los padres de Javier no vieron conveniente que continuara impartiendole clases durante el periodo navideño. Okey, eso sí que lo puedo comprender (aunque cogido con pinzas). Cuando nos volvimos a ver al año siguiente (dos semanas después), como siempre hago con los niños les pregunto qué tal han ido las navidades y qué les han traído los Reyes Magos. Para mi sorpresa Javier comenzó a enumerar tablet, coche teledirigido, dinero,...
- ¿Y carbón te han dejado o no? - inquirí yo.
- No, carbón no. ¿Por qué? respondió él.
No sé si me inquietó más el no o el por qué. Desde luego que la culpa no es del todo suya, de hecho sólo una parte muy pequeña es responsabilidad del niño. Los padres que están forrados de dinero y presumen de que sus hijos van a un colegio bilingüe de inglés y francés donde los viernes por la mañana una chica nativa asiste a clase para jugar con sus niños son, sin duda, los causantes de tanto pampaneo del zagal. En contraste tenemos a Paco, el padre de Ángela y Julia. Yo sólo le doy clase a Ángela y ésta es una niña brillante. El hombre se ha quedado sin trabajo hace poco, pero, a pesar de ello, me pidió que siguiera yendo en Navidad para que Ángela -que ha sacado notable en el primer cuatrimestre- no desconectara durante las vacaciones.
- En vez de venir dos días, vienes uno por lo menos - me pidió.
Ahí está la diferencia. Ahí es donde está la enseñanza que saco en esta ocasión y la que me ayuda a comprender la frase de "en el colegio se enseña, en casa se educa". Por lo visto, los primeros padres no han oído nunca esto.
Durante estos últimos días también he tenido tiempo de estar inquieta. He maldormido (me gusta inventarme palabras ilustrativas) por darle vueltas a la situación que vivimos antes de que acabara inminentemente el año. De pronto me encuentro que a quien consideraba una de mis mejores amigas, confidentes, personas,... se ha enfadado conmigo. No es que no me hable, es que su desprecio indiferente me molesta mucho más que si ni si quiera me contestara a los mensajes (¡Como si no la conociera ya lo suficiente y fuera capaz de descodificar cada uno de sus movimientos!). Lo más paradójico es que está actuando exactamente igual como no le gustó que actuaran con ella hace un par de años en un caso similar, pero claro, parece ser que sólo vemos la paja en el ojo ajeno... Y me incluyo, pero de este tipo de situaciones también se aprende. Espero aprender a no comportarme nunca igual. No soy una persona rencorosa, y no lo digo con segundas ni tratando de colgarme ninguna medalla, ya que tengo otros muchos defectos. El caso es que no voy a coger una rabieta de tal magnitud que derive en dejar de hablar con ella. Ha sido amiga y esa palabra es GRANDE, implica sentimientos y se le adhieren preocupaciones de cómo estás y cómo no (es algo que me pregunto constantemente respecto a la gente que quiero aunque no lo transmita lo suficiente). Pero, y siempre hay un pero, ya tenemos una edad y las experiencias de la vida nos hacen aprender. Desgraciadamente el año pasado topé con una persona que re-conocí. ¿Qué quiere decir esto? Que volví a conocer a una persona que yo creía que conocía de una forma, pero resultó ser de otra, por lo que el proceso de conocimiento volvió a partir de cero siendo a quien me enfrentaba un completo desconocido. Me prometí a mí misma alejarme de este tipo de gente que tanto sufrimiento pueden llegar a causar. En la particular circunstancia con mi amiga no irrumpe la misma gravedad, pero sí es cierto que esta persona siempre se ha abanderado de "puedo ser 'tal', pero yo nunca haré..." y cuando ha llegado el momento, ¡anda! ¡resulta que sí que has bebido del agua tentativa! Personalmente creo que la vida da muchas vueltas y nunca sabes cuándo te puede poner patas arriba. Te puede parecer que ahora lo tienes todo y en ese momento te olvidas de cuando tenías un poco menos y cómo dabas más valor a lo intangible. Pero la vida es un vaivén, un continuo ciclo de alti y bajos. Es por eso que decidí al volver que cuidaría mi alrededor, lo que realmente mereciera la pena, lo que me había dado cuenta que no me gustaría perder por nada del mundo, y no malgastaría mi tiempo en conservar hipocresías y conveniencias. Hay personas maravillosas que conocemos a nuestro lado, y hay que quererlas (eso es indiscutible). Otras muchas están también a nuestro alrededor y quedan por descubrir, pero para poder hacerlo hay que invertir el tiempo que se nos ha dado en seleccionarlo adecuadamente, es decir, los minutos que pase con una persona que tanto yo como ella sabemos que es pura ficción, son los mismos minutos que estoy perdiendo para pararme a conocer a un nuevo individuo que puede llenar mi vida de nuevas alegrías. ¿O no? Según "Gladiator" de Ridley Scott, para tener mil amigos debes tener mil enemigos... A buen entendedor...
Y de pronto llega Jackie. Todo los compañeros de la academia se quejan porque no la entienden. Están (bueno, estamos) acostumbrados a Tobias y su nítido acento inglés. Estamos estudiando para el Advanced -duro que te cagas-, pero seguimos al de Liverpool con tanta facilidad que nos habíamos confiado. Ahora nos cambian las reglas del juego y seguimos con la misma mano. Tenemos que llegar hasta el final o rendirnos. Es una de esas ocasiones en las que la vida sacude y pone patas arriba nuestra zona de confort. Sin esperarla aparece Jackie, una inglesa cincuentona con sobrepeso que va a ser nuestra nueva profesora. Como a cada persona nueva que se presenta en mi vida, la observo. Soy la única de los compañeros que le lanza una pregunta tras su presentación y eso la lleva a preguntarnos "¿Por qué aprendemos una nueva lengua?" Su respuesta es clara: Para facilitarnos el acceso a un nuevo mundo. Un nuevo mundo, ese concepto es como el del Sol de Graciela, nunca lo había mirado de ese modo y tiene toda la razón. Una nueva cultura se conoce por su idioma. ¿Acaso existe en inglés una palabra que sirva para traducir el verbo "tapear" del español? No. Tienes que venir a España e irte de cañas acompañadas de su tapita para entender de qué se trata. La escocesa también nos habla del compañerismo, de la pertenencia al grupo y de aprender unos de otros, dentro y fuera del aula. Casualemente eso llevo haciendo desde hace algún tiempo, y me gusta.
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Comentarios (2 comentarios)
Gabrii Marcháis hace 10 años
te felicito por esta espectacular entrada!! :-O
Vir SN hace 10 años
gracias ^_